La Policía Nacional aprehendió al alcalde electo de Pocrí por presunto peculado, tras una investigación relacionada con proyectos no ejecutados del Conades...
- 23/07/2022 00:00
Un autoexamen
Una reflexión del progreso en Panamá demostraría que la calidad de vida de los panameños ha disminuido en los últimos años. Y lo más serio es que estamos retrocediendo, y rápido. Por ejemplo, en educación no solamente estamos mal, sino que internacionalmente somos 'coleros', por no decir últimos. Los datos pintan una imagen alarmante que debiera llamar a la acción. A pesar de nuestra inmensa riqueza geográfica, competitividad logística y solidez financiera, las expectativas de ser el país que soñamos o convertirnos en el Singapur de las Américas lucen muy distantes, especialmente cuando menos del 10% de la población es bilingüe. Estamos mal en calidad de universidades, mal en acceso a educación básica de calidad, mal en profesiones técnicas, mal en carreras tecnológicas, mal en infraestructura escolar, mal en pénsum académico. Ni hablar de indicadores sociales, porque estamos mal en embarazos precoces, mal en desigualdad, mal en empleos formales y mal en reconversión carcelaria. Males que vienen desde hace mucho tiempo. Pero donde mayor ha sido el declive es en la pérdida de valores éticos y morales, donde la erosión de las buenas costumbres ha hecho mella en nuestra tranquilidad histórica. La angustia y la desesperación crecientes son fenómenos que van al mismo ritmo que el consumo de alcohol y drogas. A los panameños nos gustaba decir que éramos buenos en esto y buenos en lo otro, que teníamos la mejor agua, las mejores calles y el mejor aeropuerto. Pero los nuevos datos, aquellos que sabemos pero que queremos ignorar, sugieren que estamos mal. Despertemos, ya no somos el país que creemos ser, pero confiemos en nuestra capacidad para hacer las correcciones necesarias: lo hemos hecho antes. ¡Debemos estar en unidad!