• 18/10/2020 00:00

Política exterior

Opinión editorial del 18 de octubre de 2020

El mundo atraviesa por una metamorfosis que va a desdibujar lo que se conoce hasta nuestros días. Países emergentes se convertirán en potencia y potencias dejarán de serlo. Es como el ciclo de los antiguos reinos que mientras unos caían, otros subían. Sin embargo, esta metamorfosis dependerá del liderazgo particular en cada país. Lamentablemente, Latinoamérica no está descifrando los tiempos y, en lugar de empoderarse para aprovechar el portillo, está cayendo en una convulsión social que la tiene sumida desde Argentina y Chile, hasta México. El continente en sí está convulso y es peligroso para la región. Panamá tiene la gran oportunidad de emerger como en los setenta, donde el liderazgo sobresalía. Desde aquí salieron las iniciativas que fueron la génesis de la solución de conflictos en Centroamérica y también intervenimos de manera constructiva en conflictos tan lejanos como el de Irán. Sin embargo, hoy estamos apagados y, por el contrario, nos meten en listas negras, grises y pálidas y aguantamos callados y hasta sumisos. Lo peor es que el problema que se avecina es de gran dimensión, porque mientras israelíes y árabes están construyendo la paz, Latinoamérica se convulsiona cada día más. Pareciera que la zona de conflictos pasará de Medio Oriente a Latinoamérica en corto plazo, al menos que frenemos ese avance. Hay que tener un papel más activo y rescatar la cancha adquirida en política exterior. No son tiempos para jugar al avestruz, sino de aprovechar la oportunidad para sobresalir en el nuevo mundo. ¡Así de simple!

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