• 06/10/2025 00:00

Las lecciones del poder (5)

El presidente Hollande afirma categóricamente: ‘La intransigencia del presidente es un deber que él debe ejercer sin temblar. Ella puede alcanzar a sus próximos o a sus aliados. Puede revelarse inocua cuando luego la justicia levante las investigaciones o libere a los interesados [...]. Puede destruir carreras [...]’

“Es así que yo concibo mi rol hoy día. Yo soy responsable de la carga que fue la mía con las acciones que yo entamé. Pero mi nueva vida me deja libre de defender, desde lo más profundo de mí mismo, lo que yo creo” (François Hollande-Las lecciones del poder).

Concluí mi artículo anterior destacando la enseñanza de Hollande: “El presidente debe instaurar los mecanismos de control para asegurar la transparencia de la vida pública y prevenir el fraude o la corrupción que concierna a los electos o a los funcionarios con autoridad [...]. La honestidad es el primer deber de los responsables públicos, la ética el fundamento de la confianza [...]. No debe dejar que lo confronten a los ‘affaires’ que hicieron tanto daño a sus predecesores y a la democracia”.

Confiesa acto seguido: “Yo no pensaba ser confrontado a “affaires” que habían hecho tanto mal a mis predecesores y a la democracia [...]”. Más adelante afirma: “Yo me había fijado como regla hacer dimitir a todo ministro (o a todo miembro de mi gabinete) envuelto en un “affaire” [...]. La dimisión debe darse desde el inicio de un proceso judicial sin esperar la investigación. La regla puede parecer injusta. Pero ella evita al ministro implicado de hacer llevar su carga al gobierno entero [...]. La República ejemplar, es la sanción ejemplar”.

El presidente Hollande afirma categóricamente: “La intransigencia del presidente es un deber que él debe ejercer sin temblar. Ella puede alcanzar a sus próximos o a sus aliados. Puede revelarse inocua cuando luego la justicia levante las investigaciones o libere a los interesados [...]. Puede destruir carreras o lanzar como pasto a la opinión a hombres y mujeres que no lo merezcan. Pero el Jefe de Estado debe tranzar, puesto que no puede aparecer como sospechoso de proteger, encubrir o favorecer [...]. Aunque desagradable, yo prefiero la franqueza a una suave hipocresía”.

Siempre franco y abierto, el autor de Les Leçons du Pouvoir afirma que “La vida política se ríe -a veces- de los sentimientos más anclados y de los razonamientos mejor establecidos. Cruel y despiadada, ella obedece en democracia a las evoluciones brutales que animan a la opinión [...]”.

Nos recuerda que: “Escoger a las buenas personas, en el buen momento, en el buen lugar, es la condición de éxito de toda política. Un presidente no puede triunfar solo. Pero si está mal acompañado, está seguro de fracasar. La composición del gobierno es una responsabilidad mayor. Si uno se equivoca, se requerirá mucho tiempo para corregir su error. De igual manera, una suma de individualidades no forma un equipo. Pero si la homogeneidad es deseada, ella no puede confundirse con la uniformidad. La diversidad y la representatividad de un gobierno hacen también la calidad del mismo”.

“La política es un arte de ejecución. Las mejores designaciones chocan con la lentitud, la torpeza, los hábitos y las resistencias [...]. Nombrar, finalmente, es colocar la cultura en el primer rango de las prioridades. Santificar el presupuesto no basta”.

*El autor es abogado y docente universitario
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