José Jerí Oré, prometió en su primer discurso en el cargo empezar a construir las bases de la reconciliación del país, que atraviesa “una crisis constante...

Recientemente leí en redes sociales que debíamos tener un buen seguro médico, pues los jóvenes de los últimos 3 años de escuela secundaria, que recibieron “clases virtuales” durante la pandemia, están aspirando a ingresar a la facultad de medicina y para los efectos a ingeniería en la UTP y así sucesivamente. Quien lo escribió a lo mejor lo hizo de manera chistosa, pero es para llorar.
Infortunadamente se dejó, en manos de alguien que no tiene la menor idea sobre ese tema, el tomar decisiones sobre la educación en nuestro país. Para los efectos no demostró tener la capacidad para asumir la gran responsabilidad que se le otorgó y, si estuviéramos en las olimpiadas de la ineficiencia y la incapacidad, hubiera ganado la medalla de oro.
Fue una irresponsabilidad lo que se hizo con la economía nacional, en especial lo que terminó sucediendo con las micro, pequeñas y medianas empresas, donde una cantidad de ellas terminó cerrando operaciones y por ende incrementando el desempleo.
Pero lo que se hizo con las escuelas y colegios, no tiene nombre y hoy estamos pagando las consecuencias. Lo más triste es que todo parece indicar que se agrandó esa gran zanja que existe entre la educación oficial y la privada. Esto, desde mi balcón, es una de las peores cosas que nos pudo haber pasado. Si teníamos problemas con el nivel de educación, ahora debe estar peor.
Es una realidad que tenemos una generación que, entre otras cosas, no lee mucho más allá del titular de lo que aparece en las redes, donde por lo menos la mitad no es cierta o es media verdad. Y cuando lee más allá del titular, no comprende ni retiene lo leído. Mientras en la mayoría de los colegios privados, se enseña por lo menos un idioma adicional, en las oficiales no pareciera que enseñan correctamente ni siquiera el que hemos heredado.
Ahora se han presentado unos proyectos de leyes que no sé ni como llamarlos, pero son, por decir lo menos, un atentado contra la libre empresa y la intención de que no tengamos mejores profesionales en el futuro cercano. Estoy convencido que debemos tratar de equiparar ambos sistemas, pero no hacia abajo como se acostumbra a hacer en algunos sistemas políticos sino al revés, debemos subir el nivel de lo que se enseña al nivel del más alto posible.
Tenemos que dejar de estar pensando en a quien se le dan los mal llamados “auxilios” económicos y tenemos que empezar a pensar en como mejor todo un sistema que data de hace muchos años. Los educadores tienen que ir al paso de los avances de la tecnología. Se les debe capacitar en un nuevo sistema el cual no conlleve repetición ni memoria.
Tenemos que enseñarle a nuestros niños y jóvenes al ritmo que va el mundo. El pensamiento crítico, los valores cívicos y morales y el poder de análisis tienen que estar presentes como eje transversal permanente de nuestra educación, si queremos que nuestros jóvenes tengan algún tipo de oportunidad en un mundo donde la inteligencia artificial, está llenado espacios que antes eran ocupados por los más brillantes, imagínense que les pasará a los que no lo son.
Los gremios de educadores deben pelear para que sus agremiados sean capacitados con las últimas tendencias de la educación, valores blandos y razonamiento. Eso es lo que están buscando las grandes corporaciones y las famosas pymes, eje y ancla del desarrollo de la empleomanía en el país. Tenemos que pararnos y reaccionar a la cantidad de días feriados que hay en ciertos meses.
Lo que se necesita en Panamá es que los niños y jóvenes puedan eventualmente capacitarse para competir con sus pares dentro y fuera del país. Eso no lo puede hacer un educador que habla de “haiga” o treceavo para referirse al décimo tercer mes, solo para poner un ejemplo. Si el educador no maneja computadoras, internet y hasta un segundo idioma, sus alumnos ya tienen un hándicap. Si para eso son las nuevas leyes, bienvenidas, pero si son solo para atentar contra la libre empresa o retrasar a los que van adelantados, la respuesta es y siempre será NO.