• 01/03/2011 01:00

El caos que se nos viene encima

N o es la primera vez que me refiero al asunto del congestionamiento vehicular que se agravará en esta ciudad en los próximos meses, deb...

N o es la primera vez que me refiero al asunto del congestionamiento vehicular que se agravará en esta ciudad en los próximos meses, debido al Plan de Reordenamiento Vial y otras obras que nos martirizarán durante los próximos tres años. Aunque ‘las molestias pasan y las obras quedan’ como nos decían antes, hay medidas que se podrían tomar para paliar el costo económico, social y el estrés que nos causará la construcción.

Por mencionar los focos más críticos en función del mayor tráfico capitalino: tres intersecciones de vía Brasil a vía Israel; cuatro intersecciones de vía España desde Martín Sosa a la 12 de Octubre; cuatro intersecciones de la Transístmica desde vía Brasil hasta la Domingo Díaz; dos intersecciones desde avenida de los Mártires hasta avenida Omar Torrijos; ensanche de toda la Domingo Díaz hasta Tocumen y del Corredor Sur; interconexión de la Cinta Costera con avenida de los Poetas.

A la rehabilitación de varias calles en la ciudad, hay que añadir el soterramiento de líneas de energía y teléfonos en el área bancaria dentro del polígono comprendido entre avenida Federico Boyd, vía Brasil, Calle 50 y vía España; la rehabilitación de Curundú; el nuevo Centro de Convenciones y la Torre Financiera; las tuberías para el saneamiento de la bahía; y las paradas del Metrobús.

Finalmente, y no menos importante por tratarse de la obra insigne de esta administración, son los 13 kilómetros de la Línea 1 del Metro que, desde el Centro Comercial Los Andes, recorrerá la Transístmica, avenida Fernández de Córdoba, vía España, avenida Justo Arosemena, Plaza 5 de Mayo hasta la Terminal de Albrook.

No habrá sector de la capital que escape de las calamidades causadas por las obras programadas: vía España, Transístmica, vía Brasil, carretera a Tocumen, Casco Antiguo o su periferia, avenida Balboa, Federico Boyd, inclusive aquellas que se desarrollen en áreas suburbanas.

Es de suponer que se haya preparado un cronograma de ejecución de obras, de modo que se desarrollen ordenadamente, en forma escalonada e interfirieran lo menos posible con el normal movimiento de vehículos de transporte público colectivo, selectivo y de carga y de automóviles privados, inclusive de peatones, que circulen por la ciudad. Falta entonces diseñar e implantar medidas eficaces para mover el tráfico lento, evitar tranques innecesarios y hacer menos doloroso el calvario que nos espera. El recurso humano y el dinero que se destine a divulgar profusamente esas medidas, sin la tradicional mezquindad, serán esfuerzos y dineros bien invertidos.

Una queja frecuente es la falta de señalizaciones lógicas y suficientemente visibles para indicar la velocidad permitida, dirección del tráfico o prohibición de estacionamientos de vehículos. En ese aspecto somos claramente tercermundistas. No basta que lo permitido y lo prohibido estén definidos en un reglamento que solo se ojea la primera vez que se obtiene la licencia de manejo; se necesitan vallas abundantes con avisos uniformes que sirvan de guías permanentes, señalando límites de velocidad, giros prohibidos, dirección de circulación, derechos de vías y altos. También hay que ser implacables en las sanciones.

Los semáforos han ayudado, pero todavía no demuestran la inteligencia ni la sincronización prometidas; si lo fueran, mucho ayudarían para aliviar el caos que se nos viene. Sobre todo los cruces de calles deben ser más vigilados por la Policía y la ATTT para que no se obstaculicen intersecciones cuando cambia la señal del semáforo, principal causa de tranques en horas pico. Ayudaría también que la ATTT tuviese una emisora radial que transmitiera el estado del tráfico en las arterias más importantes de la ciudad e informara sobre vías alternas.

Son muchas las acciones que se podrán y deberán tomar para aligerar el martirio que sufriremos hasta el 2014. Lo importante es que sean efectivas y que nos demuestren que las autoridades responsables, deseando concluir las obras antes de las próximas elecciones, no por ello nos abandonen a nuestra suerte en una selva de cemento, monóxido de carbono, ruidos y rabietas que castigarán nuestros bolsillos y nuestra salud.

*EX DIPUTADA DE LA REPÚBLICA.

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