• 11/03/2011 01:00

La educación de nuestros hijos

Con el inicio del año escolar, se retoma la eterna discusión sobre el éxito o fracaso de la educación en nuestro país. Argumentos a favo...

Con el inicio del año escolar, se retoma la eterna discusión sobre el éxito o fracaso de la educación en nuestro país. Argumentos a favor o en contra se esgrimen a diario por los diferentes medios de comunicación; no obstante, la conclusión casi generalizada es: preocupación. Y, por supuesto, tiene que existir gran preocupación, no solo por la educación en sí, sino por la dirigencia magisterial que antes del inicio del período escolar, con tambores de guerra, anuncia la tan cacareada huelga, ya sea porque no se completaron nombramientos o porque a determinada escuela no se le efectuaron las reparaciones necesarias. ¿Y los estudiantes qué?

Cuando leemos sobre los resultados de diversos exámenes realizados a nuestros estudiantes y conocemos que están colocados entre los últimos lugares, no escuchamos preocupación alguna por esos dirigentes que deben ser los responsables principales por tales fracasos.

Reconozco que el problema es más profundo que el simple resultado de un examen. Si miramos hacia atrás, tenemos que aceptar que la desintegración familiar es el principal germen o la génesis de todo. ¿Qué podemos esperar cuando una gran cantidad de niños nace fuera de un hogar establecido; donde el concepto de padre—madre está generalizado y aceptado; donde muchas madres no saben siquiera quién es el padre de su hijo; donde la miseria y la promiscuidad son el común denominador? Entonces, somos nosotros, la sociedad panameña, la que tiene que ayudar a resolver o, al menos, disminuir ese cáncer que nos carcome, cual ‘Pac—Man’.

¿Qué debemos hacer como sociedad? Primero, debemos reconocer la existencia del problema y, entonces, gobierno, empresarios y trabajadores, todos responsables, unir esfuerzos para disminuir los índices de pobreza, los focos de contaminación, de la miseria y de la promiscuidad. Es el momento en que, dejando la politiquería a un lado, luchemos juntos para que nuestros niños tengan un mejor futuro, velando por su educación, enseñándoles valores, ética, disciplina y amor a Dios, de manera que se sientan orgullosos de lo que son y que sientan que pueden tener un mejor futuro, no postrados en un ambiente hostil que los lleva, muy posiblemente, a la droga y, en consecuencia, a la delincuencia, para terminar en una cárcel o a una muerte violenta.

Debemos apoyar a las autoridades educativas, muy en especial a la señora ministra, que constituye un ejemplo a seguir, pues proviene de una provincia reconocida por sus altos índices de pobreza, pero que supo superarse con los estudios y la formación cristiana. No puede ser posible que sigamos viviendo bajo la amenaza permanente de paros, huelgas e insultos. La educación requiere de personas dedicadas, con vocación a la enseñanza, al ejemplo, a la dignidad, al compromiso.

Aplaudo, igualmente, la labor que se está desarrollando en el INADEH, donde su director y su equipo de trabajo, están dando oportunidad de superación a miles de panameños de estrato humilde, preparándolos para trabajar en oficios que son necesarios para la sociedad. Son realmente impresionantes los resultados que estamos viendo en esa institución del Estado, que por fortuna cuenta con apoyo irrestricto de los sectores interesados: gobierno, empresarios y trabajadores.

Si logramos crear la conciencia que requiere nuestra sociedad, entonces debe existir el compromiso tanto del gobierno como de la empresa privada para dotar a las escuelas públicas de la tecnología que hoy está al alcance de los que, con mucho sacrificio, pueden enviar a sus hijos a escuelas privadas. El sistema de cómputo, la Internet y los software deben ser las herramientas que utilicen esos niños menos privilegiados, para que mañana sean parte de la sociedad responsable, educada, profesional, con capacidad de escalar altas posiciones, tanto en el gobierno como en el sector privado.

Apoyemos a nuestras autoridades, aplaudamos a esos padres de familia que tanto se esfuerzan y reconozcamos la meritoria labor de la gran mayoría de educadores que se preocupa, día a día, por el bienestar y superación de nuestros hijos, para así construir el Panamá ideal que todos debemos tener como norte.

*EX EMBAJADOR EN MÉXICO Y EX PRESIDENTE DE LA CÁMARA DE COMERCIO.

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