• 14/04/2011 02:00

Jesús y el prójimo

C onmemorando la vida, pasión, muerte y resurrección de nuestro señor Jesucristo, y por la consecuencia que deriva este hecho para la Hu...

C onmemorando la vida, pasión, muerte y resurrección de nuestro señor Jesucristo, y por la consecuencia que deriva este hecho para la Humanidad, creo necesario, dilucidar el significado del Prójimo que nos enseñó Jesús, dado que se ha enseñado, que cualquier hombre respecto de otro, considerado bajo el concepto de solidaridad humana, constituye el Prójimo.

De los Diez Mandamientos dados a Moisés, el primero es para Dios; los dos últimos son para el prójimo y se expresan de la siguiente manera: ‘No hablarás contra tu prójimo falso testimonio; y no codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo ni su siervo ni su criada, ni su buey, ni su asno ni cosa alguna de tu prójimo’ (Éxodo 20: 16,17). Escrito igualmente está: ‘a tu prójimo no oprimirás ni robarás, no atentarás contra su vida, con él razonarás y con justicia juzgarás y amarás a tu prójimo como a ti mismo’. (Levitico 19: 13-18). Queda implícito, entonces, que un menesteroso no constituye el Prójimo.

Al respecto, Jesús fue más explícito y sin cambiar nada, en respuesta a pregunta que le hiciera un intérprete de la ley: ‘¿Maestro y cuál es el ‘Gran Mandamiento’ de la ley?’. Con claridad y desenfado le dijo: ‘Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente’. Este es el primero y grande Mandamiento; y el segundo es semejante: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’, y agrega: de estos dos Mandamientos depende toda la Ley y los Profetas. (Mateo 22: 34-40).

La semejanza entre Amar a Dios y Amar al Prójimo como a ti mismo no entendida por los intérpretes de la Ley, dio ocasión para que alguno preguntara a Jesús: ‘¿Haciendo qué cosa heredaré la vida eterna?’. Conclusivo Jesús dijo: ‘¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?’. El intérprete de la Ley, mencionando el ‘Gran Mandamiento’ porfiadamente preguntó: ‘¿Y quién es mi prójimo?’. Narrando Jesús la parábola del Samaritano (Lucas 10: 25-37), finalmente le preguntó: ‘¿Quién, pues de ‘estos tres’ te parece fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?’. El intérprete de la Ley, asintiendo el amor y misericordia del Samaritano respondió: ‘el que usó de misericordia con él’. El consecuente mandato venido de Jesús fue terminante: ‘ve y haz tú lo mismo’. Enigmáticamente, la acepción que hacen los intérpretes del Evangelio al entrever como prójimo al que cayó en manos de los ladrones, contraviene el mandato. ¿De dónde la frase: ‘ayuda al prójimo’?

El mandato sugiere que seamos prójimo, no que se ayude al prójimo, como equivocadamente ha sido la formación cristiana a través del tiempo. La parábola revela que el amor y misericordia instituye al prójimo; la solidaridad humana bajo el concepto ‘ayuda al prójimo’ es vana y altiva. Para preservar la vida de aquel hombre medio muerto, el samaritano movido en misericordia entregó dos denarios. Jesús, en propiciación por el pecado dio su vida y para preservar la vida, nos vuelve a la fe, al resucitar en nombre de todo linaje que en Él creyere. De esta forma Jesús es el ‘Sumo Prójimo’. (Juan 10: 10,11, 17, 18).

Entendamos entonces, que Jesús no ha venido para abrogar la Ley o a los Profetas, sino para cumplir. (Mateo: 5-17). De allí que del Sumo Prójimo sea el nuevo mandato del amor: ‘Amarse unos a otros como yo los he amado’. (Juan 13: 34,35). De esta manera, seremos uno solo con Él y así poder cumplir la Ley.

Pese a lo expresado por Dios: ‘el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud’, (Génesis 8: 21), su amor lo manifiesta a todo linaje de la Tierra, a causa de la fe de Abraham: ‘...y serán benditas en ti todas las familias de la tierra...’ (Génesis 12: 3). De allí, que el nuevo mandato del amor no pertenezca a la literatura hebrea. No obstante, ‘sin Jesús y su nuevo mandato del amor’, la Alianza de Dios con Abraham es pura crónica judía.

El evangelio ‘es uno y no es de confusión, menos embrutecedor’, lo hacen sus intérpretes; ¿A qué los devotos tránsfuga? Al prójimo no lo hace una fiesta patronal, la imposición de manos, la ‘teofanía’ o el hablar en lenguas. Ser prójimo no es asunto de aptitud, sino de dignas actitudes y solo estas serán recompensadas por el Sumo Prójimo en su momento. (Mateo 25: 31-46). Racismo, hipocresía, enemistad, disensión, pleitos, homicidios, corrupción y corruptela son altivas actitudes que predominan en el género humano, y que tiene en contra las obras de las iglesias. Solo con fe y razonamiento entenderemos a Jesús como el amigo y Sumo Prójimo (Juan 15: 10-17), y por ende, su mandato: ‘ve tú y haz lo mismo’.

*CONTADOR PÚBLICO.

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