• 19/04/2011 02:00

Unión Interparlamentaria y Parlacen

P anamá es sede de la 124 Reunión de la Unión Interparlamentaria. Bonita oportunidad para que, desde Panamá, proyectemos al mundo lo que...

P anamá es sede de la 124 Reunión de la Unión Interparlamentaria. Bonita oportunidad para que, desde Panamá, proyectemos al mundo lo que tenemos de bueno y maravilloso en nuestra pequeña geografía. Hablamos de un espacio que aglutina más de 125 países con sus respectivos Parlamentos Nacionales y Regionales y en el que se discuten los más diversos temas de interés mundial. Precisamente por esto, el Parlacen hace ya tiempo es miembro asociado y, para esto, cumple con el pago de las cuotas correspondientes.

Quien escribe esta reflexión fue representante, por cinco años, de la Asamblea Nacional de Diputados de Panamá ante la UIP. Asistimos a las Reuniones de Kenia, Sudáfrica y Etiopia, en África; en Bali, Indonesia y Suiza. Nos ocupamos, con el delegado de Bolivia, de la coordinación de la Comisión de Democracia y Derechos Humanos del Grupo Latinoamericano, GRULAC. Jamás, durante ese tiempo 2004 — 2009, experimentamos un acto tan lamentable, inverosímil, antidemocrático, como el que se acaba de vivir en Panamá.

En nuestra memoria perduran los buenos recuerdos de tan importantes encuentros y, ahora, como presidente del Parlamento Centroamericano y como diputado, cargo ganado en proceso electoral democrático, se nos impide asistir al evento, con el agravante de haberse puesto una foto del presidente del Parlacen, como exposición de un convicto perseguido, en cada entrada del Centro de Convenciones de ATLAPA.

No hay duda de la importancia del evento parlamentario. Si este ha tenido un costo millonario para las finanzas públicas, poco más de cuatro millones, tal inversión se justifica si la reposición se garantiza a través de la efectiva organización y, sobre todo, con la eficacia de lo discutido, aprobado y proyectado a nivel planetario. Ahora, después de semejante bochorno, laten dudas sobre los resultados; la responsabilidad de lo ocurrido recae sobre la decisión tomada por los directivos de la UPI.

Negar la participación a los representantes de un Parlamento (los de Panamá) asumiendo el argumento del gobierno del país sede y, pasando por alto, los razonamientos del organismo regional, sienta un precedente nefasto, no dado a lo largo de más de cien años en el historial de la organización (fundada en 1889).

El Parlacen fue formalmente convocado. Su representante legal, el presidente panameño, como jefe de la delegación, acreditó un diputado por cada país miembro del Parlamento, incluyendo a tres diputados por el Estado de Panamá. Esta designación es privativa del organismo regional, no de la UIP, mucho menos del gobierno de Panamá. Impedir la asistencia de los panameños, que son diputados centroamericanos (no como diputados panameños), es —como mínimo, una violación a la reglamentación de la UIP, además de ser contraria a los objetivos de esa organización que, entre otros objetivos, debe trabajar (pero, de verdad) por la consolidación de los derechos humanos y la democracia.

Lamentable es que la 124 Reunión haya iniciado con actos contrarios a sus postulados. Triste, que el canciller justifique, como lo hizo ante la Asamblea (domingo 17 abril), que lo que ocurre con el Parlacen es porque el pueblo panameño lo rechaza. El presidente Martinelli destacó, en la inauguración, que en Panamá se vive democracia con derechos humanos. Discurso de palabras bonitas, pero vacío en la realidad, pues, se persigue, una y otra vez, a los diputados panameños, y al mismo Parlacen.

*PRESIDENTE DEL PARLACEN.

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