• 23/05/2011 02:00

La cereza que le faltó a Sáez-Llorens

H ace unos cuantos días leí una entrega del Ingeniero Guillermo Sáez-Llorens titulada ‘Hacia una nueva CSS en 2014’ y admito que me caus...

H ace unos cuantos días leí una entrega del Ingeniero Guillermo Sáez-Llorens titulada ‘Hacia una nueva CSS en 2014’ y admito que me causó grata sorpresa conocer que, al igual que yo, vivió una infancia y adolescencia difíciles, campeando la vida en medio de limitaciones. Decir lo que dijo para nada constituye un acto de arrogancia, por el contrario, es valiente quien admite que proviene de un estrato caracterizado por la pobreza económica, después de subir al podio de la riqueza.

Al igual que otros grandes porteños, a mí me tocó, para la época en que cursaba primaria y secundaria, realizar trabajos que bien podrían considerarse hasta denigrantes para poder sustentar mis estudios. Cuando decidí ser el primero en lograr un título universitario en toda la familia, viajé a la ciudad capital y me tocó dormir por una semana en las bancas del Parque Porras, por falta de un aposento donde recostar mi atribulada cabeza. Me aseaba con grandes dificultades en el bidé del último piso del Banco Nacional, hoy Tribunal Electoral. Por lo anterior, me identifico plenamente con don Billy, aunque no haya corrido la misma suerte de mi referente.

Coincidentemente, también fui un entusiasta colaborador de elevada eficiencia en la Caja de Seguro Social, hasta que unos nefastos Decretos de Guerra me cortaron la inspiración.

Pero ahora al grano. Como Auditor Líder en la Norma ISO 9001:2008, no entiendo cómo don Billy omitió esbozar en su breve agenda de trabajo el propósito de implantar un Sistema de Gestión de Calidad (SGC) amparado en dicha norma. El que lo haya omitido el anterior director general es comprensible, porque a lo mejor es capaz de preguntar con qué se come ese plato. Hasta donde tengo entendido, don Billy proviene de una organización especializada en la implementación y/o certificación de estos sistemas y por tanto debe ser consciente de los enormes beneficios que tal adopción produce.

Cumplir con el Artículo 135 de la Ley 51 de 27 de diciembre de 2005, orgánica de la CSS, no solo lo ubicaría como un servidor público obediente a las responsabilidades propias de su competencia, sino que además sus sueños o ideales, vendrían por añadidura. Un SGC se constituye en una especie de imán que atrae todo lo bueno y loable para la organización.

Para quienes lo desconocen, el Artículo 135 de la Ley 51 plantea lo siguiente: ‘Gestión de Calidad. La Caja de Seguro Social desarrollará e implementará un sistema de gestión y de evaluación de la calidad de los servicios de salud, a través de auditorías, de mejoramiento continuo y de la garantía de calidad de la gestión y en la provisión de servicios. En dicho sistema, entre otros, se establecerán protocolos, procedimientos, estándares e indicadores de productividad, rendimiento, costos de los servicios y satisfacción del usuario que serán evaluados de manera continua...’.

Si don Billy omite por alguna razón el cumplimiento de este Artículo 135, bien le podría ocurrir lo que a René Luciani. En 1983 cuando Luciani fungía de director nacional de Asuntos Administrativos convocó a los mejores talentos de la institución, nos concentró un fin de semana en un hotel de Tocumen, allá por donde finaliza el Corredor Sur, para que determináramos lo procedente con las instalaciones del Almacén Central de la CSS. Iniciamos las sesiones de estudio un viernes a las 5 p.m., si mal no recuerdo, en el mes de junio y las concluimos avanzadas las horas del día domingo. Algunas conclusiones surgieron como consecuencia de las agotadoras sesiones de trabajo:

1. El edificio que albergaba las instalaciones del Almacén Central para 1983 ya manifestaba indicios de enfermedad.

2. El área donde operaba el Laboratorio de Producción de Medicamentos estaba mal ubicado y por lo tanto representaba un riesgo para la salud. La presencia de químicos de la imprenta, que funcionaba en las mismas instalaciones, más los equipos, productos y repuestos del taller de transporte, lo hacían altamente vulnerable.

3. En medio de esas inconveniencias se seguían produciendo medicamentos para combatir las enfermedades de los asegurados y derechohabientes de la CSS.

4. Como recomendación, se solicitó el inmediato traslado del Laboratorio de Producción de Medicamentos para un sitio más sano y seguro.

El tiempo pasó, no se hizo nada, Luciani se fue de la institución, pero regresó en 2004, esta vez como director general con su mismo grupo de asesores y explotó la bomba del Dietilenglicol. No lo culpo por lo sucedido, pero si hubiese retomado lo que quedó truncado a su salida, a lo mejor otra suerte hubiesen corrido los miles de panameños afectados por el mortal veneno.

Don Billy, no corra usted la misma suerte y corone su ‘apetecible copa de helado’ con la cereza que representa un SGC. Si así lo hace, dentro de algunos años usted será reconocido como sabio y prudente.

*DOCENTE UNIVERSITARIO.

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