• 18/06/2011 02:00

¿Los comunicadores al poder?

La verdad, tenía año y medio que no redactaba ningún artículo en la sección de opinión de algún medio impreso. Quizás en primera instanc...

La verdad, tenía año y medio que no redactaba ningún artículo en la sección de opinión de algún medio impreso. Quizás en primera instancia por el desánimo producto de factores que inciden indirectamente en la profesión de todo comunicador social; sin embargo, existe un tema que llama poderosamente mi atención y es la razón por la cual me reactivo formalmente, con el objeto de exteriorizar mis pensamientos en torno a temas de relevancia del acontecer nacional.

El rol que viene ejerciendo el comunicador social en la sociedad panameña es incuestionable desde cualquier punto de vista. Los hechos más relevantes de índole comunitario, político y judicial son canalizados a través de los profesionales que se desempeñan en la comunicación escrita, televisiva, radial y digital. Lo anterior trae serias interrogantes para los entendidos en el aspecto de que guarda relación si el comunicador social debe trascender de los límites inherentes a sus respectivas funciones o adherirse a otros roles que no precisamente son de su competencia.

En los últimos años observamos a toda clase de comunicadores incursionando en el difícil mundo de la política y en la mayoría de los casos el resultado ha sido poco alentador, tanto para la expectativa ciudadana como para los colegas de la comunicación que han recibido el beneplácito de una determinada población. Una cosa es ver desde afuera y otra distinta estar en ‘las entrañas del monstruo’.

La política y la comunicación guardan un estrecho vínculo, pero a la vez marcadas diferencias. La fama y la buena credibilidad en cualquiera de los diversos medios existentes no garantizan en lo absoluto un triunfo electoral. En otro escenario, tampoco garantiza una sostenibilidad en la aceptación colectiva, si no se desempeña un buen trabajo en el cargo asignado de una determinada gestión gubernamental. Antes, el comunicador señalaba con el dedo y hoy es señalado con ese mismo dedo conocido como ‘opinión pública’.

El comunicador que toma la arriesgada decisión de formar parte de una gestión gubernamental o de someterse al escrutinio para un puesto de elección, debe estar plenamente consciente de que la expectativa será aún mayor y que sus actuaciones repercutirán positiva o negativamente en la percepción que la población puede formarse de los profesionales de la comunicación. Por los desaciertos de algunos cuantos se puede perder la buena fe de la población, al percibir incapacidad de los comunicadores sociales en la gestión pública.

En lo personal puedo asegurar que el escenario político—social actual demanda una mayor participación de los comunicadores, pero también estoy consciente de que muchos no están preparados para incursionar en el difícil mundo partidista—electoral. La política implica un manejo especial que no se aprende en las aulas universitarias ni en el set televisivo, la cabina radial ni en la redacción de un periódico. Se aprende percibiendo la esperanza en el rostro de la gente en las veredas, las comarcas, en las barracas, en el sudor del obrero, la opinión del taxista, la fe de la billetera, entre muchos otros escenarios que nos ilustran esa cultura de sobrevivencia a la que lastimosamente están expuestos.

Es allí donde nosotros los comunicadores debemos integrar voluntades y capacidades para construir una verdadera fuerza que represente una alternativa viable y coherente, con el propósito de acceder a la toma de decisiones de un verdadero proyecto de Estado.

Recientemente Juan Carlos Tapia hizo un buen amague y movimiento de cintura —como se conoce en el argot boxístico— que tuvo una reacción positiva en la población, y que muchos traducen como el inicio de una nueva dinámica en el acontecer electoral panameño. ¿Estaremos preparados los comunicadores para llevar las riendas de este país? En lo personal coincido en que sí, pero dependerá en gran medida de abandonar paulatinamente el aire acondicionado, el saco y la corbata, y comencemos a fortalecer estructuras comunitarias como pilar de una verdadera plataforma política de fondo, con ideología y mística de trabajo que sustente ante la opinión pública la esencia de una alternativa electoral encabezada por un comunicador social. Los comunicadores somos la llave, el pueblo es la puerta que decide abrir o cerrar tal posibilidad.

*DIRECTOR DE VOCES DE PANAMÁ.

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