• 14/08/2011 02:00

Vargas Llosa y Torrijos

En reciente artículo, el Sr. Roberto Díaz Herrera cuestiona la forma de expresarse sobre Omar Torrijos, de ‘un estadounidense que se fir...

En reciente artículo, el Sr. Roberto Díaz Herrera cuestiona la forma de expresarse sobre Omar Torrijos, de ‘un estadounidense que se firma como R. M. Koster’, apoyando la defensa de su primo en citas de personalidades que lo conocieron.

Me llamó la atención la cita de Mario Vargas Llosa, quien supuestamente lo caracteriza como ‘el tipo de conductor carismático, hombre providencial, caudillo epónimo, fuerza de la naturaleza, héroe ciclónico que está por encima de todo y de todos —hombres, leyes, instituciones— y que dado el caso se lleva de encuentro lo que se pone por delante para cumplir lo que consideraba su misión histórica’.

No sé dónde se publicó esta opinión, pero contrasta notablemente con lo que escribiera el mismo Vargas Llosa en el Capítulo VI de su obra ‘El Hablador’, donde señala: ‘Estuvimos en Coclesito, en Panamá, en la casa que tenía allí el general Omar Torrijos, quien, aunque en teoría estaba apartado del gobierno, seguía siendo el amo y señor del país. Pasamos todo el día con él, y, aunque se mostró muy amable conmigo, no me dejó esa impresión tan grata que ha dejado a otros escritores que fueron sus huéspedes. Me pareció el típico caudillo latinoamericano de ingrata memoria, el hombre fuerte providencial, autoritario y machista, al que toda una corte de civiles y militares (que, en el curso del día, fueron desfilando por el lugar) adulaba con un servilismo que daba náuseas. El personaje más llamativo, en la casa de Coclesito, era una de las amantes del general, una rubia curvilínea a la que descubrimos tumbada en una hamaca. Estaba allí como un objeto más del mobiliario, porque el general ni le dirigía la palabra, ni la presentaba a ninguno de los comensales que entraban y salían... Dos días después de haber llegado a Lima, de vuelta de Panamá, Lucho Llosa, Alejandro Pérez y yo nos quedamos fríos: Torrijos acababa de matarse en el avioncito en el que nos mandó llevar de Coclesito a la ciudad de Panamá. El piloto era el mismo con el que habíamos viajado nosotros’.

Siempre se podrá decir que esta no es más que la forma de expresarse de ‘un peruano’. Pero parece evidente que, en algún momento, la opinión que tenía don Mario sobre Torrijos cambió radicalmente.

*MÉDICO CARDIÓLOGO.

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