• 09/10/2011 02:00

La disciplina partidaria y el transfuguismo

*ABOGADO. H ablar de este tema sin afectar susceptibilidades en las personas que se ven involucradas, por decisiones muy propios o por ...

*ABOGADO

H ablar de este tema sin afectar susceptibilidades en las personas que se ven involucradas, por decisiones muy propios o por deporte de tanto hacerlo, es algo que se tiene que hacer por igual a la hora de juzgar la actitud de quienes se someten a la disciplina partidaria, que adquieren cuando se afilian a un grupo, colectivo o asociación.

Por significado se refiere a la persona que huye de un lugar, o hablando de político, para aquel que se cambia de partido. Normalmente este tipo de acciones se da cuando salen de un partido en oposición al partido en gobierno; son raros y muy esporádicos los casos donde una persona afiliada al gobierno se cambia hacia a la oposición, que en estos casos cómo se podría definir, si no va en búsqueda de un supuesto interés personal de recibir prebendas gubernamentales.

La práctica de ser tránsfuga no es algo exclusivo de Panamá, por el contrario, se da en muchos países y cada uno con sus propias características, los cuales al final llevan a una conclusión; el que se cambia lo hace por un interés netamente personal, más allá del interés de la colectividad que los eligió; pues, en muchos países existen las listas cerradas, donde se vota por el partido y no por los candidatos. Caso Panamá, en donde existen los circuitos plurinominales, donde se votan selectivo o en plancha por todos los candidatos.

Se dice que la corrupción y el transfuguismo son los dos comportamientos que más desprestigian a la clase política. Los corruptos saquean el erario público, para beneficiar a sus amigos o enriquecerse ellos mismos. Los tránsfugas, prostituyen la voluntad popular, al alterar la decisión expresada en las urnas, puesto que los votantes eligen en algunos casos a partidos o alianzas y pocas veces a personas.

Lo cierto, es que igualmente el marketing que hacen algunos candidatos les permite venderse por encima de la afiliación partidaria, lo cual le deja moverse hacia el colectivo que desean, sin sufrir menoscabo en su popularidad, ya sea porque los ciudadanos los siguen donde vayan o bien porque saben manejar los recursos del Estado que les asignan.

Los electores en Panamá votan por imágenes, no votan por ideologías ni por posiciones partidarias, Panamá no se identifica ni de izquierda, ni de derecha, somos más centristas y acomodistas; pues, al panameño no le gusta perder y siempre quiere estar con el que gana, pocos migran a partidos perdedores. Entonces, conforme lo anterior, ¿por qué habría que sancionar a los tránsfugas, si el mismo pueblo migra su voto, según la elecciones?, de ahí la alternancia en el poder los últimos años.

No vamos a defender la práctica, que en lo personal deja un mal sabor de boca, pero lo cierto es que esta práctica se da por el desgaste de los partidos tradicionales caciquistas, que no se renuevan y cuando lo hacen para abrir sus puertas, es demasiado tarde; pues, el elector y los candidatos, se manejan con agendas propias y solo entran a los partidos para obtener una postulación por vía directa.

La disciplina partidaria y militancia se ha perdido, porque quedamos convertidos en partidos electoreros, que se activan solo en los periodos de elecciones; no capacitan a su membresía y mucho menos escrutan a sus miembros antes de aceptarlos como tal. Al final de todo, son los electores los que tienen el poder de castigo, al no reelegir a quienes practican esta actividad o seguir favoreciéndolos.

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