• 24/12/2025 00:00

El legado de la Dra. Etilvia Arjona Chang en la investigación educativa en Panamá

Panamá es un país de contrastes profundos. Suele ocupar titulares por su canal interoceánico, su crecimiento económico, y su dinamismo turístico. Pero hay un dato que incomoda: mientras la economía avanza, los estudiantes del sistema público —que representan la inmensa mayoría (85 %) del país— se quedan atrás, obtienen resultados muy por debajo de los promedios regionales e internacionales.

Especialistas coinciden en que mejorar esta realidad no depende solo de invertir más dinero, sino de gestionar mejor y tomar decisiones basadas en evidencia. Ahí entra en escena un campo esencial todavía poco conocido para muchos panameños: la investigación educativa. Antes de que el país contara con centros especializados y financiamiento dedicado, una mujer ya estaba trabajando para llenar ese vacío. Era la Dra. Etilvia María Arjona Chang y su influencia es más profunda de lo que la mayoría imagina.

De una carrera internacional a una misión nacional

Antes de convertirse en una figura clave para la educación panameña, la Dra. Arjona brillaba globalmente durante las décadas de 1970 y 1980 en otro ámbito: la Traducción e Interpretación (TeI). Formó institutos y programas en varios países, recibió premios mundiales y reconocimientos de la Unesco, de estados como California y Hawái, y del gobierno de Taiwán. Completó un doctorado en Educación en la Universidad de Stanford y era entre las primeras de profesionalizar el campo de la TeI y llevarla en la dirección de una disciplina académica reconocida.

Decidió regresar a Panamá en 1993 y vino con una visión clara: utilizar lo que había aprendido en el resto del mundo para fortalecer la educación panameña desde la ciencia, usando datos, análisis, y evaluaciones rigurosas. A su llegada, comenzó a asesorar proyectos nacionales de alto nivel con el Despacho de la Primera Dama, la Cámara Americana de Comercio de Panamá, la Autoridad de la Región Interoceánica, y la Fundación de la Ciudad del Saber, entre otros. Sin embargo, su impacto más duradero surgió en el mundo académico.

Regreso a la escuela

Llegó a la Universidad Católica Santa María la Antigua (USMA) como profesora y creó el Centro para el Estudio de la Educación Superior (Cedusma), el primer centro de investigación educativa del país. Desde allí lideró los primeros proyectos de las ciencias sociales financiados por Senacyt, igual que proyectos de la Unión Europea y de múltiples universidades y organizaciones internacionales. Sus estudios ayudaron a modernizar universidades panameñas, mejorar la calidad de programas académicos, y sentar las bases de los sistemas de evaluación y acreditación que Panamá utiliza hoy en día. También participó en la creación del Consejo Centroamericano de Acreditación y en el diseño del Consejo Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria de Panamá (Coneaupa).

Quienes trabajaron con ella describen a la Dra. Arjona como una académica exigente, apasionada y profundamente comprometida. No solo producía estudios; formaba personas. Enseñaba a preguntar, a investigar, a no conformarse con respuestas fáciles e incompletas. La autora de este artículo, una de sus estudiantes y colaboradoras, es apenas una de las muchas profesionales que ella preparó y que hoy continúan su labor investigativa en el país y en el mundo.

El eco de su trabajo hoy

En 2018, el año en que falleció Etilvia, se creó el Centro de Investigación (Ciedu AIP) en la Ciudad del Saber, una institución que busca producir estudios independientes para medir y mejorar la educación nacional, unir los distintos profesionales trabajando en la investigación educativa, y divulgar los resultados obtenidos de una manera que facilite la incorporación de la evidencia en el tomar de decisiones nacionales. Aunque el centro es nuevo, está cambiando el escenario educativo panameño y su espíritu es heredero directo del trabajo que la Dra. Arjona inició décadas atrás. Tres de los cuatro co-fundadores del Ciedu AIP son estudiantes y colegas de ella.

Hasta su fallecimiento, la Dra. Etilvia Arjona Chang fue la académica panameña con mayor trayectoria y experiencia en investigación educativa. Tocó instituciones públicas, privadas y multilaterales; asesoró decisiones nacionales; formó generaciones de estudiantes; y construyó la infraestructura intelectual que el país utiliza hoy para entender su propia educación. La suya fue una vida dedicada a una idea simple pero poderosa: mejorar la educación exige medir y comprenderla. Sin ese paso, ninguna reforma funciona.

Hoy, cuando Panamá intenta cerrar la brecha entre su crecimiento económico y los resultados de aprendizaje de sus jóvenes, la nación recorre un camino que ella empezó a trazar mucho antes. En un país que por décadas dependió casi exclusivamente de datos generados por organismos externos, Etilvia impulsó la capacidad local para entender su propio sistema educativo. Por eso su vida está siendo documentada en los libros Pioneras de la Ciencia en Panamá y Diálogos Intergeneracionales de Científicas Sociales Panameñas. Su papel como fundadora de la investigación educativa en el país está cobrando el reconocimiento público que durante años se mantuvo principalmente en círculos académicos. Su legado no es solo histórico: sigue vivo en cada investigación, cada diagnóstico, y cada esfuerzo por hacer de la educación panameña una herramienta real de progreso.

Este artículo se basa en el capítulo titulado “Etilvia María Arjona Chang: madrina de la investigación educativa en Panamá” del libro “Diálogos Intergeneracionales de Científicas Sociales Panameñas” (Cieps y Clacso), del proyecto Pioneras de la Ciencia en Panamá, financiado por la Senacyt.

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