• 15/10/2011 02:00

Actitud médica: ¿compasión o soberbia?

MÉDICO INTERNISTA.. T rataré de resumir un artículo un tanto extenso que escribí recientemente. Lo hice por mi ascendente preocupación ...

MÉDICO INTERNISTA.

T rataré de resumir un artículo un tanto extenso que escribí recientemente. Lo hice por mi ascendente preocupación de lo que ocurre en el ejercicio de la medicina en nuestro país.

Con frecuencia escucho quejas contra nuestra práctica diaria. Respuestas que algunos colegas dan a sus pacientes: ‘¿Qué viene a hacer aquí?’; ‘¡Usted no tiene nada!’. Muchas veces es producto de un referencia no sustentada, poco legible o el temor del colega ante el reto. Para ello existe la contra—referencia o respuesta aleccionadora que debemos dar al facultativo con ética y respeto. No es culpa del paciente.

Las causas de esta conducta que conllevan algo de soberbia, de la que también somos víctimas los propios médicos, puede tener varias causas.

Resumo algunas. 1— El sobre—trabajo, en donde se exige cantidad de atención versus calidad. 2— Salarios, que comparados a otras profesiones con menos responsabilidades no le permiten al facultativo enfrentarse a un mundo que todo lo encarece, sobre todo los alimentos y la propia educación de ellos y sus familias, agregando la cultura consumista creciente. 3— Escasez de herramientas que faciliten en forma oportuna la mejor toma de decisiones sobre las quejas que presentan el paciente y den al médico una tranquilidad de que lo actuado está basado en la mejor evidencia. 4— Mejores condiciones laborales, en donde se faciliten herramientas de trabajo como estudios de laboratorios, imágenes y medicamentos en forma cotidiana y sin limitaciones carentes de racionalidad.

También creo que es producto de una selección no rígida de quienes deben asumir responsabilidades tan serias como la de ser médico. El cedazo de selección debe basarse en valores humanos que presenten los candidatos y una inteligencia normal. El deseo de estudiar hasta que las facultades mentales lo permitan y acrecentar cada día valores éticos y morales es una exigencia no negociable. No hay que ser genio para ser un buen médico.

Las facultades de medicina tienen profesores. Hay escasez de ‘maestros’. Los primeros aportan conocimientos. Los segundos saberes y enseñan valores. Yo tuve la dicha de tener maestros como Rolando Chanis, Rafael Sabonge, Aristóbulo Álvarez, Gustavo Méndez entre otros. Recibí enseñanzas de excelentes enfermeras y otros profesionales de la salud investidos de grandes virtudes, entre ésas: la compasión.

Nuestras autoridades de salud deben profundizar una renovación en los procesos de la atención médica. Hacer respetar con disciplina los diferentes niveles de atención de acuerdo a su capacidad resolutiva, evitando el hacinamiento de pacientes en consultas externas hospitalaria con niveles más complejos y ocasionando por el mal uso del cupo o citas, largas listas de espera. Crear el ‘médico institucional’ a tiempo completo. Más cercanos al paciente; evitando daños a la seguridad del mismo; educando a jóvenes y despojarlo de algunas preocupaciones en un mundo con inseguridades de todo tipo. Un salario decente, para evitar esa movilidad laboral que aumenta tensiones y enfermedades de la conducta de las que no estamos exentos (depresión, ansiedad, alcoholismo, etc.).

Aportar herramientas de informática en el lugar de trabajo para toma diaria de decisiones basada en la evidencia. Menos riesgos para el médico y el paciente. Son inversiones con un retorno positivo. Un entorno laboral con verdaderos liderazgos.

La respuesta: No hay dinero. ¡Si lo hay! Basta una valiente, decidida y profunda transformación gubernamental que elimine salarios jugosos a quienes no lo ameritan; eliminar entidades que no aportan casi nada al país, solo gastos y sobre todo disminuyendo al máximo prácticas de corrupción. De allí saldría ese dinero.

Se hace necesario un pacto social urgente (sincero), entre todos los actores, a fin de que se lleven a cabo algunas soluciones aquí expuestas, amén de otras que son productos de largos diálogos, cuyos documentos están a la espera de polillas o del olvido. Eduquemos también a nuestro pueblo frente a los pseudocientíficos que los confunden.

Impresión o desesperación. Hay algo de eso. Es otro llamado a la reflexión. A mis 40 años de profesión, con fortalezas y virtudes, es un aporte más a este sistema en crisis.

Mientras mejoramos, que triunfe la compasión sobre la soberbia. Cada día nuestra práctica médica es un encuentro de nuestra conciencia y la confianza de nuestros pacientes. Fortalezcamos ese binomio. Evitemos situaciones que nos lleven a la justicia o que entronicen más la violencia en todas sus formas en nuestras áreas de trabajo o nos hagan más enfermos. No escribo más sobre este tema. Espero soluciones.

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