• 11/07/2012 02:00

‘Sin dinero eres un don nadie’

H ace un par de años vi una película en que el protagonista, hijo de un inmigrante italiano, se ve implicado en un incidente que le hace...

H ace un par de años vi una película en que el protagonista, hijo de un inmigrante italiano, se ve implicado en un incidente que le hace ganarse el favor de un mafioso, y nace entre ambos una amistad a la que se opone su padre, un hombre trabajador y honesto. El joven se introduce en un mundo en el que se consigue dinero fácil, mucho más de lo que hubiera podido ganar de otro modo. Su libertad quedó encadenada a la pandilla del barrio. El padre, siempre fiel a sus principios morales y cuya fidelidad giraba en torno a las buenas costumbres de su familia, empieza en ese momento a tratar de ganarse la confianza de su hijo. Un poco tarde. Más fue el poder de convencimiento del bajo mundo de la mafia. La ambición desmedida de su primogénito hace que ambos se distancien. Y, se produce entre su padre y el jefe de la mafia, una lucha infructuosa por el control del muchacho.

El análisis de esta película me hizo reflexionar sobre diversos afectos, lealtades, deseos y anhelos que facilitan el bien moral. En ella se plantean razones morales entre el hijo y su padre. A veces no basta el apellido ni siquiera el aristocrático, ni las buenas costumbres familiares, ni cuánto tienes ni de dónde vienes, ni la honradez de tus padres. ¿Ímpetu, curiosidad, búsqueda de afecto, falta de confianza entre padres e hijos, la pobreza? El poder de persuasión de los mafiosos a través del dinero fácil a costa del dolor de otros, hace que los muchachos, hasta sin necesidades apremiantes, se pongan en manos de organizaciones delictivas.

Adolescentes y jóvenes, suelen ser víctimas de la acelerada sociedad de consumo y de un estilo de vida, que los agobia a tal punto que quieren más y más sin importarles el cómo obtenerlo. Se hacen adictos al dinero mal habido. Y, no solo por medio del narcotráfico o de la mafia, también robándole al pueblo por medio de actos y actividades ligadas a la corrupción.

Enfrentarse a este mundo frenético, que te dice: ‘sin dinero eres un don nadie’, requiere de un mayor control sobre nuestra vida. Se dedica mucho tiempo a conseguir y conservar cosas que el consumismo hace creer que son necesarias para vivir sin preocuparse y lograr ser feliz sin mayor esfuerzo. Es importante saber que la calidad de vida no depende de las riquezas materiales que a menudo intensifican las tensiones y preocupaciones diarias. El ‘tener-tener’ tiene sus complicaciones, así es, porque si no tienes, pueda que lo tengas sin importarte a quién o a quiénes perviertes o lastimas. Cuántos muchachos, sin importar su status económico, ingresan a la filas del narcotráfico o del bajo mundo de la mafia, para luego vivir sus mejores años en una cárcel o caer muertos. Definitivamente, no miden las consecuencias.

Muchos expertos nos plantean la importancia de la ‘inteligencia académica’ y de la muy propagada ‘inteligencia emocional’, pero muy poco se ha escrito sobre la ‘inteligencia moral’. Para educar integralmente no basta saber cómo funciona el cerebro ni cuál es la estructura y la dinámica de las emociones. También es preciso conocer dónde está el bien y tratar de ponerlo en práctica. Así de simple. Muchas veces se pretenden poner remedios psicológicos y psiquiátricos a lo que son problemas netamente morales. La importancia de la inteligencia va mucho más allá de lo que se suele reflejar en un ‘coeficiente intelectual’. La ‘inteligencia moral’ deberá servirnos ante todo para conocer, asimilar y hacer el bien. Se adquiere cuando asimilas o entiendas que el conocimiento del bien se plantea como camino hacia la libertad, porque una vez que se cede a los planteamientos embaucadores se está atrapado. ‘Esta es la diferencia, si dejas que la gente te compre, pierdes el respeto por ti mismo. Si te mantienes firme en lo que crees, puedes mirarte en el espejo y no necesitas huir ni esconderte’. Aunque esto es relativo. Hoy día ni huyen ni se esconden, ya los ves tú en todas partes. Y, la gente haciéndoles la reverencia. ¡Vaya cinismo!

Si queremos facilitar a los niños y jóvenes el camino que les hará ‘moralmente inteligentes’ habrá que empezar aclarando el concepto de la importancia del mensaje moral: esos cuentos contados a la hora de dormir; los comentarios informales y respetuosos durante la comida y paseos familiares; esas observaciones escuchadas en una buena conversación entre amistades; un simple y agradable tono de voz, etc. Por eso es tan fundamental la coherencia de los adultos. La inteligencia moral les lleva a comprobar el valor en la práctica. De ahí la confusión que se puede crear cuando se encuentran ante mensajes morales cruzados o contradictorios.

La modestia y la espiritualidad son dos valiosas cualidades que pueden ayudar a llevar una vida feliz y equilibrada. La modestia enseña a no aceptar cargas y responsabilidades de trabajo poco realistas. La espiritualidad ayuda a ser más perspicaces, tener criterio y ser prudentes.

Para los educadores y padres, es importante estar orientados en buena dirección y saber qué virtudes se quiere desarrollar en estas criaturas. Así se evita que piensen que ‘sin dinero soy un don nadie’. Se enseña por medio del buen ejemplo. Inténtalo y verás... estoy segura de que seríamos mejores personas y ciudadanos.

ESPECIALISTA DE LA CONDUCTA HUMANA.

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