• 02/10/2012 02:00

La tragedia de los partidos políticos

La Constitución nacional define categóricamente que nuestra República será democrática partidista. Le da a los partidos políticos prácti...

La Constitución nacional define categóricamente que nuestra República será democrática partidista. Le da a los partidos políticos prácticamente el control de la vida política del país, una Asamblea Nacional de Diputados donde la curul no pertenece al diputado sino al partido que lo elige, un régimen presidencial donde invariablemente el presidente nombra a los miembros de su partido, y el que desea permanecer en el puesto al terminar una gestión, mejor que se cambie al partido que ahora gobernará. Todo eso no importaría, si los partidos fueran serios. Pero, ¿lo son?

Las dos instituciones en el mundo que han durado más son la Iglesia y los ejércitos. Ambas tienen en común que el liderazgo no se cuestiona. No duraría mucho un sacerdote, obispo o cardenal, si conspira contra el Papa. Ningún oficial en un ejército permanecería si conspira contra el estado mayor, o bien su comandante en jefe. Ah, pero en los partidos políticos, la conspiración es el orden del día. Los dos partidos más grandes de oposición, panameñismo y PRD, ambos están pasando por una prueba más de luchas internas.

En ambos, la dirección del partido ha sido elegida abrumadoramente, Juan Carlos Varela en uno, Juan Carlos Navarro en otro. Pero en ambos, los rumores, intrigas, conspiraciones, el fuego amigo, abundan. No dudo que este mal endémico de los partidos es lo que debilita cualquier opción electoral y dentro de los propios partidos afectados causa profunda preocupación entre sus militantes. No se trata de una simple competencia por una postulación, es lo que rodea las campañas de los aspirantes. En el caso del PRD, que debía haber aprendido la lección del 2009, las cosas están empezando a verse peor. Son miembros del partido los que están descalificando y desprestigiando a quien lidera las opciones de triunfo. Hoy vemos con frecuencia los artículos de dos columnistas impregnados de todo tipo de contenido para descalificar a Juan Carlos Navarro.

No dudo que ambos responden a alguna campaña de un adversario, pero, ¿comprenden ellos el daño que le hacen al partido?, ¿les importan acaso los efectos negativos? Es una situación curiosa la que plantean, dando pie para que algunos miembros del partido puedan el día de mañana, afectados por sus comentarios negativos, preferir apoyar a un candidato ajeno al propio PRD. Lo mismo le está ocurriendo al panameñismo, donde aspiraciones de adversarios de Juan Carlos Varela inician campañas de descrédito y presagian la derrota de Varela en los comicios de 2014. Una cosa, para mí, es la campaña interna, otra la campaña electoral final. En la interna, los aspirantes deberían presentar su hoja de vida, su trayectoria en el partido, sus logros, su propuesta electoral en caso de ser favorecido. No es ganar la postulación descalificando al adversario, es superar su propuesta, tener mejor historia y militancia, más capacidad de liderazgo.

¿Acaso se busca elegir a quien más denuncie al gobierno? ¿Elegir a quien más insulte a funcionarios? ¿O queremos al más capacitado para gobernarnos? Si el PRD, ahora hablando de mi partido, que espero gane las elecciones, desea triunfar y darle al país un buen gobierno, primero deberíamos todos estar remando en esa dirección, todos unidos en fortalecer la unidad y proyección del partido, escuchando y reuniéndonos con los aspirantes para escuchar su posición, su proyecto, su concepción del próximo gobierno, de forma que en la primaria elijamos al mejor. Pero simultáneamente, el partido tiene que ir creando las diferentes comisiones de trabajo, que independiente de los aspirantes, vaya formando desde ya la posición que habremos de avalar en las áreas sensitivas del electorado, salud, vivienda, costo de vida, seguridad, agro, turismo, régimen municipal, así como revisar todo lo actuado por el presente gobierno para ver qué mantenemos y qué eliminamos en el futuro. ¿Devolvemos aseo al municipio? ¿Aceptamos la Autoridad del Agua? ¿Mantenemos el PAN o volvemos al FIS o simplemente lo eliminamos? ¿Integramos la salud? ¿Abrimos relaciones con la República Popular China? En fin de cuentas, tenemos poco más de un año para que el partido fije posiciones que habrán de ser las que adopte el futuro candidato, posiciones que deben atender lo más importante de lo que espera el electorado y así recibir su apoyo.

Finalmente hemos visto que los verdaderos Caballos de Troya en el partido son los que acusaban a un candidato de serlo, son ellos los que ahora afectan la proyección de unidad del partido, son ellos los que parecen preferir mantener dividido al partido, aunque eso favorezca el triunfo de otro partido en el 2014. Parte del problema es producto del sistema de rosca que ha caracterizado al poder político en todos los partidos. A los excluidos no les queda más que atentar contra el dirigente. Solo con un dirigente incluyente, la gran enseñanza de Omar, que incluía o sumaba y no restaba como decía él, lograremos acabar con esta enfermedad divisoria. Y muchas veces el dirigente lo trata, pero su primer anillo, sus allegados, son los que excluyen.

A Varela la mayor acusación es de excluir, de manejarse con ‘su gente’ únicamente. Navarro no puede caer en ese error, Ambos deben crecerse por encima de sus sentimientos y sensibilidades, convertirse en verdaderos líderes donde el pasado queda atrás y el futuro es lo que interesa. Los dos partidos saben que para ganar se necesitará el voto independiente, un voto que irá por percepción, más que conocimiento, donde proyecciones negativas solo lo eliminarán.

ARQUITECTO Y ANALISTA POLÍTICO.

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