• 03/10/2012 02:00

Pagaremos mañana lo que unos gastan hoy

Me da mala espina cada vez que veo, oigo o leo sobre obras que este gobierno financia con dinero prestado, con el aumento de la deuda pú...

Me da mala espina cada vez que veo, oigo o leo sobre obras que este gobierno financia con dinero prestado, con el aumento de la deuda pública y con el descomunal endeudamiento que dejará a las próximas generaciones. Aunque no quisiera ser ave de mal agüero, creo que la prudencia debe guiar acciones de hoy que repercutirán en el mañana de todos nosotros. Se están confiando en que el Canal ampliado lo pagará todo. ¿Y si no resultara así, entonces qué?

Para comprender mejor lo que sucede, he imaginado una situación doméstica. Un padre de familia decide, por sí sólo, hacer modificaciones a su vivienda, agrandar las terrazas, construir nuevas habitaciones más confortables con aires acondicionados para sus hijos. Lo veríamos como un buen padre de familia, preocupado por los suyos. Pero si todas esas mejoras son posibles por un préstamo bancario que lo obliga a abonar un fuerte pago mensual por los próximos veinte años, su riesgo —y de su familia— es que no se produzcan ingresos necesarios para enfrentar esa obligación mensual, o que él mismo no sobreviva hasta cancelar la deuda.

Cabe la posibilidad de que ese padre llegue a faltar a destiempo o que pierda su salario de hoy. En cualquier caso la obligación subsiste y si no hubiese ingresos mensuales para cubrir el saldo pendiente de la deuda o el buen señor no hubiese dejado suficientes fondos, los herederos tendrán que producir el dinero necesario para evitar que los acreedores los despojen, con todo derecho, de su cómoda vivienda.

No veo, en principio, diferencia alguna ante el riesgo a que nos someten los gobernantes actuales. Las cifras son públicas. El total de la deuda pública en el 2009 es una fracción de lo que es hoy y, a la vertiginosa velocidad que lleva, será aún peor en julio del 2014 cuando los actuales funcionarios entreguen el poder al próximo gobierno. Pero —se justifican— el Canal podrá pagar.

Es más: no me extrañaría que en la primera mitad del 2014, que cubre la campaña electoral de enero a mayo y el período de transición hasta el 30 de junio, el gobierno saliente se gaste todos los fondos del presupuesto de ese año y deje las arcas vacías. Ya imagino las denuncias inmediatas, de acuerdo con el plan urdido desde ahora, de que el nuevo gobierno es inoperante e ineficiente. Se repetirá la historia que hemos oído anteriormente, pero sospecho que esta vez será peor.

Consecuente con su estrategia, el gobierno ha estirado varias veces la Ley de Responsabilidad Fiscal, cuyo aumento de deuda anual habíamos limitado en la Asamblea desde 2008 al 1% del PIB. Así han podido zafarse de esos límites fijados por ley para lograr endeudarse más cada año. Como quien se sirve con cuchara grande o se hace un vestido más holgado, rompieron con un estricto régimen diseñado para controlar el aumento anual de préstamos nuevos.

Pero, además de estos compromisos que se registran en la contabilidad oficial, hay otros que no se registran y que igualmente se tienen que pagar en el futuro. Se apodan contratos ‘llave en mano’, que no son otra cosa que aquello que algunos recordamos como ‘vuele hoy y pague después’.

Como los herederos de aquel buen padre de familia, que ya no está, nos tocará a los panameños pagar todas estas facturas cuando los actuales gobernantes no estén. Nadie puede garantizarnos los ingresos, como jura el gobierno. Preguntemos a griegos y españoles si les agradan los despidos y los nuevos impuestos para pagar sus fiestas de ayer.

EXDIPUTADA DE LA REPÚBLICA.

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