• 09/10/2012 02:00

520 años de historia iberoamericana

El próximo viernes (12/10/12), se conmemora el ‘descubrimiento’ de América (el Nuevo Mundo). Nos recuerda, más bien, el centenario encue...

El próximo viernes (12/10/12), se conmemora el ‘descubrimiento’ de América (el Nuevo Mundo). Nos recuerda, más bien, el centenario encuentro de dos mundos: Europa y América. Han transcurrido 520 años de aquel histórico encuentro. Toda historia de Iberoamérica, quiérase o no, y dejando aparte toda otra división académica, se ha de fundamentar en dos hechos básicos: el descubrimiento y la independencia. Así lo comprendemos nosotros, y en torno a ellos gira nuestra nota de hoy. La importancia del descubrimiento se debe a que fue la clave y el punto de arranque de toda la historia posterior de Iberoamérica.

Una gran parte del Continente americano está habitada por un conjunto de pueblos que, bajo específicas diferencias, presentan numerosas características sustanciales, que son comunes a todos ellos y les dan la evidente cualidad de algo homogéneo y unido. En la actual fase de evolución histórica, estos pueblos se encuentran divididos políticamente, constituyendo los Estados de Sudamérica y Centroamérica, México, Cuba, la República Dominicana y, también, Puerto Rico, a pesar de encontrarse asociado bajo un régimen jurídico especial a los Estados Unidos de América, y no disfruta, por lo tanto, plenamente de su soberanía nacional como Estado independiente.

En cambio excluimos a otros pueblos que, a pesar de estar asentados en esta parte del Continente, poseen características que los separan profundamente de los pueblos iberoamericanos. Son ellos, Haití y los países independizados de Inglaterra, Jamaica, Trinidad y Tobago y La Guyana, además de otros territorios que continúan siendo colonias de naciones europeas.

La continuidad del territorio que ocupan los pueblos iberoamericanos, que se extiende desde el Río Grande hasta la Tierra del Fuego, aunque no es determinante para darles unidad, constituye un factor importante, porque permite cimentar sólidamente su aproximación y ésta, a su vez, proporciona la identidad entre ellos.

Desde el punto de vista de las razas que lo forman, lo único que les es relativamente común es la gran variedad étnica que en el seno de cada uno existe. Aunque en muy variada proporción, en términos generales pueden considerarse que los tres elementos raciales básicos son el indígena, el español y el negro, que al mezclarse entre sí han dado origen a una multitud de combinaciones que pueden llamarse en su conjunto mestizaje. A estos componentes debe agregarse la considerable inmigración de muchas otras razas verificadas durante los siglos XIX, XX y el presente.

Para apreciar debidamente el grado de homogeneidad de los pueblos iberoamericanos, debe atenderse, sobre cualquier otro dato, a los factores que los sociólogos consideran como fundamentales para definir la identidad de una comunidad humana, y que son: el idioma, la religión, la cultura y la historia.

El idioma reviste especial importancia, no solo porque permite la comunicación entre todos estos pueblos, sino también porque influye en su configuración intelectual y guarda el acervo de las experiencias comunes. Entre los países de habla española se pueden apreciar diferencias en la entonación y en la pronunciación de algunas letras, lo mismo que en el uso de algunos vocablos regionales, pero esto no constituye en ningún caso dificultad alguna para su mutuo entendimiento. La religión católica es común a todos los pueblos de Iberoamérica. En algunos de ellos está reconocida por el Estado como religión oficial, pero en todos hay libertad de culto.

En el aspecto cultural existe una gran similitud de usos y costumbres, en sus expresiones artísticas, en su actitud frente a la vida y, en general, en todas aquellas manifestaciones que comprenden el concepto de cultura. Sin embargo, se dan grandes diferencias de nivel cultural entre las clases sociales de cada nación, que deben atribuirse a la desigualdad económica que entre ellas existe.

La historia común es el factor principal de unificación en toda comunidad y es la causa determinante de todos los otros factores. La validez de este principio general queda plenamente demostrada en el caso de Iberoamérica. Podemos concluir, pues, que existen elementos sólidos y suficientes para afirmar que la idea de Iberoamérica no es un ente de ficción o una abstracción teórica, sino que se encuentra firmemente apoyada en la realidad.

PEDAGOGO, ESCRITOR Y DIPLOMÁTICO.

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