• 31/10/2012 01:00

Nos queda la incertidumbre

R especto a la situación psicosocial y económica de la provincia de Colón, que por décadas ha estado en el olvido, abandono y marginalid...

R especto a la situación psicosocial y económica de la provincia de Colón, que por décadas ha estado en el olvido, abandono y marginalidad, y ahora con los acontecimientos últimos pasados, experiencia traumática que nos debe llamar a la reflexión que si bien se tiene la mejor de las intenciones de las partes involucradas por mejorar las situaciones adversas, aún queda la incertidumbre de lo que realmente va a pasar. Esta incertidumbre económica, política y social que vive la provincia nos afecta a todos, cuando lo desconocido genera inseguridad, miedo, ansiedad y estrés.

La incertidumbre es la falta de certeza sobre algo que va a ocurrir aunque sea bueno, o no. Si una sociedad se encuentra por un largo período, arrinconada en una crisis psicosocial, económica y política provocará un enorme escepticismo, si de cambios, aunque favorables se trate. En el ínterin de no saber ‘qué va a pasar’ y aunque no se quiera, es causa de desgaste emocional ‘hasta ver qué acontece’. Los procesos de cambios políticos generan situaciones de expectativas muchas veces negativas que producen aún mayores dudas, porque se esperan que ocurran cosas que algunos pueden percibir como muy buenas o altamente peligrosas, generando estados de ánimo de extrema zozobra e intranquilidad.

Para enfrentar este problema, lo primero es darnos cuenta que la incertidumbre es un mecanismo saludable para mantenernos alerta y hacer las decisiones adecuadas. Nos ayuda a no quedarnos de brazos cruzados, ayuda a pensar en alternativas y en las medidas correctas. Si la razón de la incertidumbre es consecuencia de la situación política del país, entonces habrá que buscar la mayor información posible acerca de la situación que se vive y de situaciones similares que hayan sucedido. De esta manera se puede calcular los riesgos y corregirlos. Con esta primera actitud uno se prepara mentalmente creando el escenario de lo que pueda sobrevenir. Aunque siempre es conveniente prepararse para el peor de los escenarios. Así se disminuye, el miedo, la ansiedad y el estrés. El hablar con personas o grupo de personas que comparten el problema ayuda mucho. Siempre hay nuevas y buenas opciones y marcos de referencia para la solución de los problemas.

Después de los acontecimientos desagradables y patéticos ocurridos, no se puede soslayar el estrés postraumático, un trastorno psicológico que suele aparecer luego de incidentes, muchas veces no esperados, que ponen en peligro a una persona o a la comunidad donde se reside.

Se utiliza la palabra estrés dándole un significado de preocupación, ansiedad, desasosiego, intranquilidad, nerviosismo o de preocupación, cuando se pierde algo y cuando ocurren cambios inesperados y la mente no está preparada para esos cambios. El trastorno postraumático se presenta después y puede durar por largo tiempo. Eventos como los de impacto social, alteran la respuesta del organismo al estrés normal y se perturba el funcionamiento de las hormonas, provocando una típica sintomatología y variaciones en el comportamiento de las personas, tales como irritación, estados depresivos, ataques de ira, sobresaltos, insomnio, desórdenes del sueño, pesadillas, entre otros. Físicamente se altera el pulso, pueden aparecer taquicardias, mareos, sensaciones de indisposición, cefaleas e hiperactividad. Una característica común de este trastorno es estar obsesivamente recordando el episodio traumático con desesperación y pena. Algunos muestran apatía, hipersensibilidad y una supuesta falta de interés por lo que hace.

Otra consecuencia que hay que tener en consideración, cuando de hechos traumáticos se trata, es el miedo. Gran parte de la población mundial siente miedo. Se temen ataques terroristas, enfermedades mortales, asaltos y secuestros, escasez económica, falta de empleo, robo de identidad, etc. Igualmente se tiene pavor a los ladrones, criminales, a los abusos policiales, a funcionarios corruptos, a la inseguridad jurídica; y, hasta fobia a la muerte, el hablar en público, el hacer el ridículo. Todo esto sin contar con el ‘miedo de Estado’ en países donde expresarse tiene consecuencias arriesgadas. En sociedades sin cohesión social y solidaridad entre sus ciudadanos se percibe el miedo en todo lugar y en todo momento. Si se vive en permanente estado de miedo, de alguna manera se reciben interferencias y referencias interesadas que traen consigo sustanciales dosis de dudas, indecisión y desconfianza.

El miedo, en sí mismo es natural y vital para la vida. Sin miedo, la Humanidad no hubiese sobrevivido. Aparece al manifestarse un riesgo o daño. En presencia de peligro, el sistema segrega adrenalina, epinefrina, y norepinefrina y prepara al organismo para enfrentar el hecho con una respuesta de huida, de ataque, o de preservar la vida. La respuesta de Colón no fue de huida. Colón se enfrentó de manera pacífica. Los ataques sobrevinieron después y de fuerzas extrañas entrometidas para hacer daño al llamado cívico y valiente de los buenos colonenses.

Es necesario que los dirigentes de este país comprendan que los sectores más frágiles de la sociedad deben ser protegidos por la oportuna generación de leyes y mecanismos sociales correspondientes. Es urgente educar con los valores de la libertad y el emprendimiento, para que se desarrolle un espíritu independiente y se pueda entender y perfeccionar la democracia, en vez de destruirla. No se pueden reprimir los derechos humanos fundamentales y terminar sacrificando el desarrollo y agravando los problemas de la sociedad. La educación es la base para el desarrollo integral de los marginados por la pobreza y la ignorancia.

ESPECIALISTA DE LA CONDUCTA HUMANA.

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