• 06/11/2012 01:00

Negación de Rufina Alfaro, ¿simplemente por ser mujer?

L legamos nuevamente a nuestras fiestas patrias, y una vez más renacen las remembranzas históricas de lo que aconteció en aquella primer...

L legamos nuevamente a nuestras fiestas patrias, y una vez más renacen las remembranzas históricas de lo que aconteció en aquella primera etapa de la lucha istmeña por tener bien claro nuestro futuro como nación libre y soberana. Sumergida en esa cantidad de fechas de honor patrio que, sin saber por qué se apretujan todas en un solo mes, está la conmemoración del 10 de Noviembre de 1821, acción sobresaliente entre todas ellas.

Si se hace un análisis de lo acontecido en esa fecha, podemos decir que el sello final de libertad de la Villa de Los Santos lo puso una mujer. Los hombres confabularon durante buen tiempo y se fajaron bravíamente en aquella desigual batalla de machetes, picos y palos contra los arcabuces españoles, exponiendo sus vidas y las de sus esposas e hijos; cierto es también que en esa historia tienen que brillar de manera destacada las figuras de Segundo de Villarreal, Francisco Gómez Miró, Julián Chávez y muchos otros más. Pero, ¿por qué de igual manera y con el mismo énfasis no se destaca la figura de Rufina Alfaro?

Su gesto heroico de mojar la pólvora de los soldados dentro de su Cuartel para hacer más parejo el combate que se planteaba entre ambas fuerzas, solamente recibió como recompensa el que su nombre fuese borrado de todo registro histórico e igualmente vilipendiado. Sus senos al aire y su basquiña destrozada al escapar de la soldadesca que le perseguía, solamente sirvieron para el desprecio e insulto proferido en el Acta firmada en la ciudad capital, la cual después de declarar la independencia en el artículo 1, gaznatea la dignidad de la ya Villa Heroica al decidir inmediatamente la unión a la Gran Colombia en su artículo 2. ¡Cuánto desprecio por la libertad lograda! Un largo sueño que simplemente lo redujeron a la palabra NADA. Hoy la Heroica Villa sigue sufriendo más desprecios al continuar siendo apartada de y por la civilización, así como por el mejoramiento económico y cultural.

De igual forma ha sido pisoteada la figura y el nombre de Rufina Alfaro, a quienes muchos les ofende que haya sido una mujer la que dio el primer machetazo que inició la ruptura nuestra del yugo español, y hacen leña del árbol caído, porque era una humilde y simple fritanguera de muy baja clase social, a la cual se le ha acusado insistentemente y con muy mala intención de ser una mujer que sostenía su medio de vida con el sudor de sus entrepiernas.

Con el grito de Rufina en la claridad de la aurora de aquel 10 de Noviembre, resonó también el grito de honor a los vencedores y el ejemplo de ese pueblo nacido entre los cerros Juan Díaz y El Barco, y en los campos y llanuras cercanas al río Cúbita o de los Maizales, hoy río La Villa, se regó rápidamente por los poblados cercanos y a él se unieron enseguida Las Tablas y Pocrí, Macaracas, Pesé y Las Minas, Parita, Ocú y otros más.

Sin demeritar en nada la acción de los varones en ese movimiento, fue el grito de Rufina Alfaro indicándoles a los insurrectos santeños que ‘había llegado la hora’, la que desató además el primer registro de democracia en nuestro istmo.

Dos veces el pueblo santeño fue consultado en reunión pública para que decidiera si quería seguir siendo libre o se inclinaba ante las amenazas españolas, convirtiendo así a este rincón campesino en el ‘útero jurídico’ de la democracia panameña.

En su frenética carrera para huir de la soldadesca española, Rufina quedó desnuda de la cintura para arriba mientras escapaba de una segura muerte, y corría para avisarle al contingente libertario que esperaba al doblez de una esquina que ella había cumplido con la misión encomendada de mojar la pólvora. Fue ese el momento preciso en que su noble figura se erguía ante la historia. Y mientras sus senos en libertad se estremecían por la huida, sus ojos pequeños brillaban con la mirada del águila que desde su trono de nubes adivina que la presa está herida y se lanza, veloz como el rayo, a asentarle su poderosa garra.

¿Por qué la inquina contra esta humilde mujer? Da la impresión que en el período difícil de los pueblos de América que luchaban por salir del oscurantismo esclavo y alcanzar su libertad existe acción conjunta, aunque no planificada, por demeritar la acción de las mujeres que se entrometían en las cuestiones públicas y sus nombres eran borrados de la historia y, por qué no, posiblemente también de los registros públicos en donde se anotaban los nacimientos, porque muchas participaron directamente en los combates libertarios o sirvieron como ojos y oídos silenciosos que veían y escuchaban, y como brillantes espías lo llevaba a su centro revolucionario. Quizás era también porque de ellas solo se aceptaba que fueran mujeres sumisas, actoras en solo cosas del hogar y madres santificadas.

Comenzando por Manuelita Sáenz, compañera sentimental del Libertador Simón Bolívar, quien luchó denodadamente por la libertad y murió en la total pobreza después de haber luchado en la batalla de Ayacucho como cualquier soldado. Ella fue rebajada y hostigada por aquella sociedad; la Marquesa Petronila Carrillo de Albornoz, quien era una fiel informadora de todos los comentarios que recogía en las fiestas con los españoles, fue llevada a la guillotina; Eulalia Buroz fue prácticamente tasajeada con espadas, Margarita Tejeira de ochenta años fue flagelada y degollada y Simona Duque, quien con dolor perdió varios hijos en la gesta libertaria, y una vez en el poder el nuevo gobierno le asignó una suma de dinero para su existencia, el cual fue rechazado porque ella consideraba que ese dinero se requería para la subsistencia de la nueva república.

Por su sacrificio y gran civismo, no demeritemos la tan noble, trascendental e histórica figura de Rufina Alfaro, por el simple hecho de que ella haya sido una muy pobre y humilde mujer. Rufina Alfaro, tú humilde, pero heroica.

PERIODISTA.

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