• 20/11/2012 01:00

Cuando no es permitido rendirse

Días atrás escuché de un portavoz de nuestro gobierno que era común que existieran discrepancias entre representantes oficiales; estaba ...

Días atrás escuché de un portavoz de nuestro gobierno que era común que existieran discrepancias entre representantes oficiales; estaba en los medios la disputa pública sostenida entre dos miembros del Gabinete. En base a este principio manifiesto mi preocupación por un asunto que me ha afectado.

No es un secreto que durante el tiempo —más de tres años— que he representado a la República de Panamá ante la Organización de los Estados Americanos (OEA) he establecido puntos muy claros en la defensa de la democracia y el respeto de los derechos humanos en el continente. He sido constante en ese esfuerzo en forma igual al de lograr mayor transparencia en los asuntos internos de la organización donde representó a mi país.

He sostenido la tesis que defender la protección de los derechos humanos en otras latitudes no significa entrometerse en los asuntos internos de otros países ni mucho menos atentar contra su soberanía; los derechos humanos carecen de fronteras. Son universales y por eso es nuestro deber estar al tanto de sus violaciones provengan de donde provengan.

Sé que a algunos no les han gustado mis posiciones y por ello han presentado quejas por algunas de mis intervenciones en el Consejo Permanente de la OEA, las cuales he hecho siempre en forma respetuosa y propio de la dignidad de un luchador de la democracia y los derechos humanos. Hubo molestias cuando en 2010 Colombia acusó a Venezuela de permitir en su territorio campamentos de las FARC; señalé que, como no había acuerdo, lo que procedía era nombrar una comisión investigadora de la OEA. Eso simplemente provocó una reacción negativa.

Cuando en 2010 aspiré a ser miembro en representación de Panamá en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y Venezuela hizo todo lo posible para impedir que mi país lograra esa aspiración por primera vez en la historia de la CIDH entendí que era el precio a pagar por mi apoyo incondicional a la libertad de expresión, al respeto a los derechos humanos y a la democracia continental. Por eso defendí a Honduras y al Paraguay, cuando algunos quisieron imponer toda clase de cortapisas a sus sistemas políticos, que ignoraban en sus respectivos países. Por eso defendí a Costa Rica en el diferendo limítrofe que tuvo con Nicaragua. Por eso le contesté al canciller del Ecuador cuando vino a la OEA y tuve la oportunidad de recordarle aquella frase —luego de que Panamá aceptará dar asilo al director del Diario El Universo— de que ‘Panamá ahora sería el lugar preferido de todos los delincuentes ecuatorianos’.

El pasado 12 de noviembre se escogió el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Allí, aunque el voto fue secreto, todo me hace entender que Panamá votó a favor de Venezuela. O sea, que mi país no fue recíproco ni consecuente con quien abiertamente obstaculizó la elección de Panamá en la CIDH. De forma alguna podría estar de acuerdo con ello. Sin embargo, no puedo renunciar a mi compromiso como panameño y demócrata de seguir defendiendo en todos los foros que pueda el derecho que todos los americanos tenemos de vivir en plena democracia y donde se respeten los derechos humanos de todos. En esta lucha de principios, no es permitido rendirse.

EMBAJADOR DE PANAMÁ ANTE LA OEA.

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