• 02/01/2013 01:00

El asesinato de aquel hombre fuerte

S e rememora en esta fecha el quincuagésimo octavo aniversario del primer magnicidio perpetrado en nuestro país cuando el presidente de ...

S e rememora en esta fecha el quincuagésimo octavo aniversario del primer magnicidio perpetrado en nuestro país cuando el presidente de la República fue baleado por una ráfaga disparada en la penumbra de un atardecer hípico por un desconocido oculto. A las 7:30 de aquella noche, hace 58 años, mientras departía con un grupo de allegados en un espacio abierto alumbrado en la parte posterior del hipódromo Juan Franco, ubicado en el área que hoy constituye la urbanización Obarrio, resultó herido de muerte y falleció dos horas después en el Hospital Santo Tomás. Así terminó —todavía sin aclarar— una carrera militar y política del hombre que, sin ser un déspota sanguinario como sus contemporáneos Somoza y Trujillo, llegó a controlar a su antojo la vida política y los destinos del país, al tiempo que profesionalizó y politizó la Policía Nacional de entonces, iniciando también el camino hacia la posterior militarización de la fuerza pública.

Los historiadores cuentan que José Antonio Remón Cantera fue, al parecer, un hombre interesante: ambicioso, perseverante, simpático, amigable, de excelente labia, político sagaz con evidente capacidad de persuasión y convencimiento, pronorteamericano. Supo aprovechar su posición en la Policía para tejer lucrativas relaciones personales con grupos económicos importantes y con miembros de la sociedad civil, de suerte que le resultó natural convertirse en el árbitro solucionador de permanentes rivalidades entre miembros de la clase política. Tuvo poder para poner y quitar presidentes, representando la quintaesencia del ‘hombre fuerte’ de la fauna política latinoamericana.

Con formación militar en México, se inició como capitán de la Policía Nacional en 1936 y dieciséis años más tarde llegó a ocupar la silla presidencial, gracias al apoyo de una poderosa coalición política que logró concertar.

Contó con la ayuda y beneplácito de Estados Unidos para convertir una policía débil, sin espíritu de cuerpo ni objetivos claros, carente del respeto ciudadano y muchas veces dirigida por ciudadanos extranjeros, en un cuerpo profesional, disciplinado, bien equipado. Acorde con esa estrategia se alineó con los intereses norteamericanos, tanto contra la penetración del fascismo, nazismo o imperialismo japonés durante la Segunda Guerra Mundial, como contra la expansión del comunismo durante la posterior Guerra Fría. Una fuerza capacitada y equipada resultaba esencial para contener a los enemigos extranjeros de la democracia y con ese propósito se transformó la Policía en Guardia Nacional, un cuerpo semi-militar. Pero como también se desconfiaba de enemigos internos de la democracia, Remón se vio forzado a reprimir manifestaciones ciudadanas movidas por un clamor nacionalista pero que eran censuradas como de izquierda.

Remón politizó la fuerza pública haciéndola intervenir en rejuegos políticos, a favor o en contra de bandos políticos. En 1948, por ejemplo, se manifestó en favor del candidato oficialista y posteriormente, en medio de una crisis política, cuando el presidente de la república ordenó su destitución, fue él quien destituyó al presidente.

Su mayor logro en política exterior fue la firma del Tratado Remón-Eisenhower que aumentó la anualidad del Canal y algunos beneficios económicos para el comercio local pero dejó insatisfechas otras reivindicaciones sociales y nacionalistas.

Al revisar la trayectoria política y profesional de Remón Cantera y las vicisitudes de su tiempo, cabe preguntarse si hemos cambiado poco, mucho o nada. Mucha historia se repite: rivalidades malsanas de políticos que buscan el poder para beneficio propio; ‘hombres fuertes’ con tendencias autoritarias; presidente que destituye comandante, comandante que destituye presidente; grupos económicos que pululan alrededor del poder; militares contra el comunismo ayer, contra el narcotráfico hoy; justicia incapaz de dar con los responsables de los magnicidios de Juan Franco y Cerro Marta. ¿No avanzamos?

EXDIPUTADA DE LA REPÚBLICA.

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