• 14/01/2013 01:00

La juventud y la sociedad

Cada vez que nos referimos a la juventud llega involuntariamente a nuestro pensamiento la música de moda, vestimentas poco usuales, incl...

Cada vez que nos referimos a la juventud llega involuntariamente a nuestro pensamiento la música de moda, vestimentas poco usuales, incluso drogas, actos delictivos y violencia, en fin, al parecer en Panamá decir ‘soy joven’ más que un halago, viéndolo desde este punto, es una ofensa.

Generalmente vemos en los medios de comunicación titulares como: ‘Menor mata a su amigo’, ‘Joven de 18 años capturado con drogas’, o ‘Aumentan cifras de jóvenes asesinos’. Si ven, todas involucran a los jóvenes, los que en unos de años serán los adultos de Panamá, pero ¿cuál será la causa de estas situaciones? ¿Será que han cambiado los tiempos o que hay mucha influencia negativa en el ambiente? No lo creo, como joven y por la constante comunicación que tengo con adolescentes, les propongo una nueva explicación: ¿Será que tenemos a millones de muchachos esperando que ‘la sociedad’ les permita participar activamente dentro de este mundo como personas capaces de realizar cualquier función?

En los años ejerciendo el periodismo he conversado con miles de adultos y de la mayoría escucho frases como: ‘nuestra juventud está perdida’ o ‘no hay futuro en Panamá’, sin duda ustedes lo han escuchado. Esto me llena de mucha tristeza porque al igual que trato con adultos tengo una activa participación entre los jóvenes y con base en esto puedo asegurar que no hay de qué preocuparse.

Antes de descubrir a qué quería dedicarme en la vida, estando todavía en la escuela, las dificultades económicas en mi hogar me llevaron a planear algo para trabajar, ayudar a la gente y ayudarme en mi educación. Llevé una propuesta para un programa radial en una emisora local en La Chorrera que consistía en jóvenes hablando de jóvenes y de las cosas buenas que estos hacen o de lo que pueden alcanzar.

Nuestro programa lo llamamos en forma sarcástica ‘Pandilleros del Bien’ e iniciamos un trabajo arduo, tres grandes amigos me acompañaron en esta faena y mantuvimos el espacio por dos años donde atendimos miles de llamadas, cientos de invitados, todos jóvenes proactivos, cantantes, bailarines, folcloristas, raperos, músicos, en fin, una gama de personas con cualidades específicas que también forman parte de la juventud y todos eran pandilleros del bien, como yo, una agrupación casi antisocial, mejor dicho, una corriente que buscaba ser reconocida como parte de la sociedad.

Traigo este comentario al escrito porque es básicamente lo que hacemos los jóvenes cuando tratamos de hacer cosas innovadoras, cuando tratamos de sobresalir o cuando estamos cansados de escuchar comentarios negativos sobre nosotros, luchamos contra esta sociedad que no sabe qué es una oportunidad, luchamos contra personas que no saben lo difícil que es ser joven en un país como el nuestro, y allí viene la excusa: ‘los tiempos cambiaron, estos son chiquillitos malcriados’.

Los jóvenes siempre sentirán ese llamado a hacer algo por su país, comunidad o familia, pero la enorme barrera social que nos encierra es muy alta y no todos tienen las fuerzas necesarias para cruzarla y cuando tratan de hacerlo se encuentran en medio a la mediocridad, las malas compañías, las drogas, la necesidad; todo esto aumenta si somos de barrios populares y humildes.

La gente se queja por lo que pasa entre los jóvenes, porque no hacen nada por ellos o por el país, pero, ¿por qué nos quejamos sin darle la oportunidad?, ¿de qué nos quejamos si discriminamos a la juventud?, ¿para qué hablamos si no confiamos en ellos?; o es que acaso no han comentado o escuchado a alguien decir que los jóvenes no son capaces de dirigir o administrar algo.

Para escribir este artículo entrevisté a cinco jóvenes entre 18 y 23 años, todos tienen un buen empleo y buena remuneración, una posición social estable y todos provenientes de familias humildes. Les pregunté qué necesitaron para lograr todo esto, todos me respondieron: ‘Una oportunidad’, pero igualmente me dijeron lo difícil que fue demostrar sus capacidades ante los estereotipos y malas voluntades de los ‘profesionales’ en ejercicio.

La participación de los jóvenes en actividades que le ayuden a reforzar su pensamiento crítico es muy importante, quizás los tiempos sí cambiaron, por eso tenemos que actualizarnos y dejar que los que ahora empiezan a conocer el mundo formen parte de él y que no se conviertan en islas del abandono por no sentirse importantes, que no tengan que encontrar en las drogas o la delincuencia el lugar para sobresalir, tener dinero y salir en los periódicos. Demos a los dueños del mundo futuro una verdadera oportunidad, una oportunidad que no consiste en dinero o algo físico, consiste en confianza y apoyo; les prometo que verán los resultados.

Afortunadamente en mi vida pude conocer agrupaciones y personas que me ayudaron a encontrar ese Yo escondido, debo agradecer al grupo escolar juvenil ‘Jóvenes Contra el Delito Panamá’, a las Asambleas Juveniles, mis profesores y amigos incondicionales, pero sobre todo a los que confiaron en mí para demostrar mis capacidades, a todas esas personas que me decían ‘dale que tú puedes’, a todos los que me dieron una oportunidad…

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