• 23/01/2013 01:00

El acto intimidatorio

La intimidación es la generación o provocación de miedo. El miedo viene a ser esa sensación de alerta y angustia por la presencia de un ...

La intimidación es la generación o provocación de miedo. El miedo viene a ser esa sensación de alerta y angustia por la presencia de un peligro o mal, sea real o imaginario. Toda persona es propensa a ser intimidada en virtud de sus miedos, de ahí que el intimidador debe tener a su disposición elementos, que exponiéndolos, generen o provoquen en la víctima inestabilidad emocional por el perjuicio que pueda causarle.

Todo aquello que sea producto de una intimidación es ilegal, en cualquier ámbito, político, jurídico, social, dado que el consentimiento de hacer o no hacer no se reviste de ese poder de elegir o tomar las propias decisiones, sino que se caracteriza por ser una voluntad obtenida a través de un dominio psicológico o físico externo.

En materia penal la intimidación es asumida también como amenaza grave, coerción, coacción, en fin toda violencia física, psíquica o moral para obligar a una persona a decir o hacer algo contra su voluntad, en algunas figuras punitivas constituye un motivo legal para aumentar la pena correspondiente al delito, es decir una agravante.

La Corte Suprema de Justicia de Panamá haciendo referencia a este concepto plantea que la intimidación como acto intimidatorio ‘... es la realización de un mal presente, con la finalidad de doblegar la voluntad del perjudicado, para que éste, movido por el temor o miedo, realice el acto perjudicial para sí mismo o para un tercero.’.

La realización de un mal presente implica que la conducta desplegada por el intimidador es asumida como dañina por el intimidado en su presente inmediato o bien un presente futuro, el temor nace de recibir el mal en cualquier momento, siendo que este perjuicio presente o futuro, conmina su voluntad a hacer algo perjudicial para sí o para un tercero, lo que puede constituirse igualmente en un hecho punible, aclaramos, la intimidación no puede asumirse como una causa de justificación o un estado de necesidad con respecto a un tercero perjudicado. Sin embargo, sí como una eximente de culpabilidad, la ley penal considera que no es imputable quien, al momento de cometer un hecho punible, no tenga la capacidad de autodeterminarse de acuerdo con la comprensión del hecho que comete, lo que bien da paso a argumentar, que la intimidación puede apreciarse como una doblegación de la autodeterminación, todo depende de la modalidad delictiva donde se dé la circunstancia intimidante, por lo que hay que resaltar también que no es lo mismo ser víctima que victimario, aún bajo intimidación. Por otra parte, si se comete un hecho por coacción o amenaza grave, insuperable, actual, inminente, ejercida por un tercero, o impulsado por miedo insuperable, serio, real e inminente de un mal mayor o igual al causado, no se puede tener como culpable a quien actúe bajo estas condiciones.

Lo importante es actuar de tal manera que nuestro proceder configure lo menos posible circunstancias que permitan a terceros utilizarlas como condicionantes de nuestra voluntad o nos hagan vulnerables a aquellos acostumbrados a obtener beneficios por intimidación o conseguir sus deseos perjudicando a terceros.

*ABOGADO, MIEMBRO DEL TRIBUNAL DE DISCIPLINA DEL PRD.

Lo Nuevo
comments powered by Disqus