• 15/02/2013 01:00

¡La admonición heroica del maestro!

F ueron innumerables los llamados (después de hacer una confrontación entre democracia y tiranía), de Octavio Méndez Pereira, fundador y...

F ueron innumerables los llamados (después de hacer una confrontación entre democracia y tiranía), de Octavio Méndez Pereira, fundador y primer rector de la Universidad de Panamá. Sabía que los estudiantes de la Universidad de Panamá, que habían estudiando en un ambiente de libre y responsable crecimiento, que estaban en el deber de tener claridad en los conceptos y firme voluntad, no podrían mostrar negligencia, ni vacilación, en el momento de definir su actitud. Que no podrían abandonar el ideal de su propia libertad y simplificar con entelequias que amenacen destruirlo.

Han pasado seis décadas de aquella admonición heroica del Maestro, cuando la juventud que escuchaba al rector de la Universidad de Panamá, fue llamada a definir su actitud (era la época de José Antonio Remón en el poder (1952-1955). Felizmente, en la Asamblea Nacional (aunque el régimen remonista contaba con la mayoría), entre sus diputados se encontraba un joven egresado de la Universidad de Panamá, el Licdo. Jorge E. Illueca, diputado principal, y su suplente, Licdo. Carlos Iván Zúñiga Guardia.

Jorge E. Illueca, en el acontecer republicano, además de legislador digno y ejemplar, fue figura cimera en cuanto a la concepción de la nacionalidad panameña, la libertad, la justicia y el respeto a los derechos humanos (el único panameño que, en las Naciones Unidas, alcanzó el honroso cargo de ser presidente de la XXXVIII Asamblea General de las Naciones Unidas (1983).

El barrio capitalino-panameño en donde habita la mayoría de los estudiantes de la Universidad de Panamá y en donde está situada la sede principal, ha sido el epicentro de la actividad estudiantil en procura de las reivindicaciones sociales, económicas y políticas de la Nación panameña, desde hace 77 años, luego de su fundación en 1935.

Para Méndez Pereira, la Universidad de Panamá intentaba la formación de hombres rectos y viriles, de ideales altos, de mentalidad cultivada, capaces de impulsar el naciente progreso del país... Intentaba salvar las almas de los futuros ciudadanos de la vulgaridad, de la pedantería, de la superficialidad... Todo lo que expande la vida y le da noble sentido (sentimientos morales y éticos, religión, emoción artística), se encontrase latente en el programa de educación completa. Señalaba que es preciso dar a la educación un carácter de eficacia social; desarrollar plenamente al individuo, no como unidad aislada que ha de brillar por su superioridad, sino como miembro de una comunidad a la que ha de enaltecer. ¡El individuo pasa; solo la colectividad permanece!

Ahora bien: ni un solo momento es posible olvidar que estamos educando panameños. No podemos desvincularnos de las raíces propias de nuestro propio ser, sino queremos perder la vida de nuestra personalidad... Estas son bellas e intensas palabras. Es posible que antes y después de la fundación de la Universidad de Panamá, otros educadores la hayan dicho.

Lo interesante de anotar aquí, es que ellas se han hecho una realidad que ahora cuenta 77 años; y que un hilo conductor jamás interrumpido va de las palabras que encarecieron la importancia de la colocación de unos cimientos, a las palabras siempre bienvenidas del rector de una Universidad célebre más allá de Panamá y de la América Latina.

Octavio Méndez Pereira fue uno de aquellos hombres para quienes la ciudadanía tenía más sentido que la vida misma; y que ejercían, como se puede ejercer cualquier profesión, la calidad de ciudadano. A esa calidad sacrificó su formación cultural y educativa, su tranquilidad, todas las horas de su existencia, todos los latidos de su corazón. Pero aún más que un maestro de juventud, fue un maestro de ciudadanos.

Méndez Pereira tiene también realizada una obra de pensamiento vigoroso y coherente, tan importante como la más sustantiva y vasta que en nuestra América Latina se haya realizado. En verdad, ninguna colección de volúmenes sería, en último términos, más útil para la construcción de Panamá del futuro, que la obra pensada y vivida de su más grande educador: Octavio Méndez Pereira.

Sirvan estas líneas nuestras, como un incentivo para que el país recoja la obra dispersa de Octavio Méndez Pereira, y con ella eleve los mejores ideales de la nacionalidad.

PEDAGOGO, ESCRITOR, DIPLOMÁTICO.

Lo Nuevo
comments powered by Disqus