• 05/04/2013 02:00

Recuperar el valor de los vínculos sociales

El cuarto y último desafío que nos manifiesta Alejandro Landero, Doctor en Gobierno y Administración Pública, en su artículo ‘FUENTES DE...

El cuarto y último desafío que nos manifiesta Alejandro Landero, Doctor en Gobierno y Administración Pública, en su artículo ‘FUENTES DEL CENTRO HUMANISTA Y REFORMISTA’, es el de recuperar el valor de los vínculos sociales.

Destaca el autor que dentro de las fuentes del centro humanista y reformista, norte de pensamiento que siguen los partidos demócratas cristianos, populares y de centro, están las teorías alternativas a la sociedad de la desvinculación.

Los demócratas cristianos somos personalistas, pues el eje de nuestra acción política es la persona, entiéndase aquél quien tiene y a quien se debe respetar su dignidad, por el solo hecho de ser humano, y además una capacidad de realización plena, o potencialidad, para así satisfacer sus necesidades físico-materiales, intelectuales y espirituales.

Pero este personalismo no debe ser confundido con egoísmo, pues también creemos en la solidaridad, por lo que no podemos estar desvinculados de las responsabilidades ante nosotros mismos y ante los demás. Josep Miró nos aporta el concepto de la ‘sociedad de la desvinculación’, donde explica cómo en aras de afirmar una autonomía absoluta del hombre, muchas ideologías proponen quitarle al sujeto todos los vínculos valiosos, vaciando su existencia. Miró nos afirma: ‘la ideología de la desvinculación considera que la realización personal se encuentra exclusivamente en la satisfacción del propio deseo y sus pulsiones. La realización del deseo es el hiperbien al que tienen que supeditarse todos los demás, y se impone a todo compromiso sea formal o personal, a toda tradición, normal, religión y vínculo entre las personas’.

Recuperar los vínculos sociales tiene como objetivo ser solidarios, pero a su vez subsidiarios con nuestro prójimo. El papa Juan Pablo II nos dice que ‘en virtud del principio de solidaridad la enseñanza social de la iglesia se opone tanto a las diversas formas del individualismo social o político —en contraste con el pensamiento económico hoy más difundido— como a las diversas formas del colectivismo’.

A su vez, Roman Herzog nos explica el significado de subsidiariedad como aquél donde ‘la sociedad existe para ayudar al individuo a desplegar sus fuerzas y a lograr sus propósitos, no para subyugarlo o tutelarlo’. Aplicar la política de la dependencia coarta la potencialidad de las personas, pues hacer lo que ellas pueden hacer por sí mismas, impide su realización plena. Por otro lado, aplicar la política del egoísmo solo conlleva a la desigualdad social. La primera puede resultar en la distribución equitativa de la miseria y, la segunda, en la distribución desigual de la riqueza.

Landero concluye que ‘el futuro de la sociedad se juega en buena parte en la capacidad que se tenga para fortalecer los vínculos o sucumbir ante el individualismo fragmentario’.

A pesar de que Landero es miembro del Partido Acción Nacional (Méjico), estos desafíos que él mismo plantea y que hemos escrito en estos cuatro artículos, son compromisos que traerán un futuro próspero y mucha felicidad a los panameños. Estos compromisos no los olvidemos: Recuperar el valor de los vínculos sociales, la importancia de la ética en la política, el sentido de la justicia en la economía, y el significado de la educación en la cultura.

ABOGADO, SUBSECRETARIO NACIONAL DEL PARTIDO POPULAR.

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