• 28/08/2013 02:00

Negocios por cuenta propia en Cuba

La primera vez que visité Cuba en la década de los años 80, llamó mi atención la ausencia de algunos quehaceres personalizados como la j...

La primera vez que visité Cuba en la década de los años 80, llamó mi atención la ausencia de algunos quehaceres personalizados como la joyería, relojería y habituales negocios del tipo de salones de belleza y lavanderías. Descubrí un anciano que confeccionaba esculturas en madera, a la entrada del edificio de un barrio popular y me vendió algunas a precios irrisorios. Fue lo único que encontré en artesanías locales.

Luego en pleno ‘periodo especial’ (la caída del campo socialista y la pérdida de los principales aliados ideológicos), aparecieron ciertas iniciativas como ‘paladares’ (restaurantes caseros) y actividades artesanales que tenían espacio en una calle del municipio de Habana Vieja, que llega a la plaza de la catedral. Estos pequeños puestos de venta cobraban en dólares y su lógica respondía a nuevos conceptos económicos.

Precisamente a finales del siglo XX, el gobierno cubano empezó a aprobar medidas para involucrar de manera creciente a la población en la faceta productiva con la creación de oportunidades diferentes a la obra del Estado y las cooperativas. Estos ‘lineamientos’ definieron dichas opciones como cuenta propia y de allí, se llamó a sus ejecutantes como ‘cuentapropistas’; en nuestro lenguaje, pequeños empresarios.

Estas transformaciones que se han generado de manera muy lenta, han configurado un nuevo panorama en la ciudad de La Habana con negocios de toda naturaleza, desde minúsculas instalaciones callejeras con oficios, el clásico vendedor de cucuruchos de maní, ‘fogueteros’ que recargan encendedores, hasta los más lujosos restaurantes con una exquisita variedad de platos internacionales para el gusto de los turistas.

La economía informal ha adquirido tal dimensión, que en 2011, suma un total de 309 mil 728 personas registradas para ejercer esta clase de actividad; tres veces más de quienes se dedicaban a estos afanes antes de 2010, cuando la cifra ascendía a casi 88 mil comerciantes menores, según apunta Zulema Escalante Lara en un estudio especializado.

Las medidas gubernamentales de permitir la propiedad privada de tierras y bienes inmuebles, ha disparado el interés de ciudadanos en refaccionar sus viviendas para participar en un mercado inmobiliario y pasar de la figura de permuta (intercambio) a la venta directa de propiedades.

En el contexto de estos cambios está el factor del uso de dos formas de monedas, (la tradicional moneda nacional cubana) y el peso convertible, llamado CUC con un valor de .87 centavos de dólar por unidad. Un CUC equivale a 25 pesos cubanos. Los funcionarios reciben sus salarios en esta última denominación, pero la mayoría de los objetos suntuarios se vende en divisas.

Casi todas las actividades destinadas al turismo se realizan en pesos convertibles, incluso el pasaje de autobuses interprovinciales de lujo y la alimentación en paladares. El nuevo mercado de artesanías, situado en un extenso hangar de la zona portuaria habanera, es escenario para la venta de sus productos en CUC, incluso el multifacético sector de las artes plásticas.

Según expertos se trata de una descentralización del sistema productivo, cuyas características son la vigorización de los esquemas tributarios y la valorización del trabajo no gubernamental como estrategia, que apunta más que a la modificación del esquema socialista, a la ‘actualización’ económica en función de transformaciones profundas, simultáneas a las crisis internacionales en los modelos hegemónicos.

El conjunto de disposiciones que discute el gobierno central de la isla sobre dejar paulatinamente en manos de los ‘cuentapropistas’ parte de la realidad productiva de Cuba, es una propuesta que despierta la inventiva para generar novedosas opciones y construir un moderno proyecto que constituya en enorme salto en la responsabilidad socioeconómica de sus ciudadanos.

PERIODISTA Y DOCENTE UNIVERSITARIO.

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