• 29/08/2013 02:00

La importancia de la compasión

Últimamente, y tal vez porque me elude, la felicidad ocupa un lugar importante en mis pensamientos. En el afán de entenderla, he buscado...

Últimamente, y tal vez porque me elude, la felicidad ocupa un lugar importante en mis pensamientos. En el afán de entenderla, he buscado información sobre ella y me he decidido a actuar. Así encontré la organización Action for Happiness (de la que estoy organizando el capítulo de Panamá), la cual en su texto sobre las 10 llaves para la vida feliz, me hizo notar el valor de la compasión (hacia uno mismo y hacia los demás) para ser feliz.

Reflexionando y buscando acciones a tomar para propagar la compasión en la sociedad panameña, encontré dos iniciativas, una denominada ‘Carta por la Compasión’ (en adelante la Carta) y la otra que impulsa la Campaña Internacional por Ciudades Compasivas (en adelante la Campaña).

Aquella es la que propicia la firma de la Carta por la Compasión, texto que nos recuerda que la compasión es el principio que permanece en el corazón de las tradiciones éticas y espirituales, partiendo de la regla de oro que nos pide tratar a los otros como nos gustaría ser tratados.

La Carta invita a trabajar sin cansancio para aliviar el sufrimiento de nuestros semejantes, a dejar de lado el egoísmo, aprender a compartir, honrar la dignidad de cada ser humano tratando a todos sin excepción con absoluta justicia, equidad y respeto.

Asimismo nos recuerda que en la vida pública y privada es necesario abstenerse de causar dolor de manera sistemática y categórica, actuar o hablar de manera violenta, obrar de mala intención, manejarse priorizando el interés personal, explotar o denegar derechos, incitar al odio a los otros (aunque sean enemigos), porque ese tipo de actuaciones implican una negación misma de nuestra humanidad.

La Carta reconoce que todos fallamos en vivir la compasión, y por eso nos invita a todas (os) a restaurar el compromiso por la compasión cultivando una empatía consecuente con el sufrimiento de los seres humanos, incluso de los que consideramos como enemigos.

La Carta nos hace notar que en un mundo cada vez más polarizado hay una necesidad urgente de transformar la compasión en una fuerza clara, luminosa y dinámica. Arraigada en la determinación de trascender el egoísmo, la compasión puede romper las fronteras políticas, dogmáticas, ideológicas y religiosas.

Nacida de nuestra profunda interdependencia, la compasión es esencial para las relaciones humanas y para la realización de la humanidad, por ello la Carta nos recuerda que la compasión es el camino indispensable para la creación de una economía justa y de una comunidad global pacífica.

La Carta de la Compasión ha sido firmada por intelectuales como Isabel Allende, motivadores como Deepak Chopra, empresarios como Kenneth Cole, Premios Nobel de la Paz y líderes religiosos como el Dalai Lama o el Arzobispo de Sudáfrica Desmond Tutu, artistas como Peter Gabriel y personalidades como el príncipe Nikolaos de Grecia y Dinamarca, el rey y la reina de Jordania y el príncipe Pavlos de Grecia.

Por otra parte existe la Campaña Internacional por ciudades compasivas, la cual busca concienciar respecto de los beneficios del actuar compasivamente. El propósito de esta campaña es impulsar liderazgos en ciudades de todo el mundo para que todas sumen esfuerzos, a fin de incrementar la compasión a través de iniciativas locales, políticas y proyectos.

La Campaña coadyuva compartiendo historias, investigaciones y herramientas alrededor del mundo las cuales reflejan los beneficios de la compasión para el bienestar de las ciudades. También apoya a los gobiernos y ciudadanos a planear y realizar iniciativas para propiciar las acciones compasivas. Se enfocan en áreas como innovación de acciones compasivas en las ciudades, responsabilidad social empresarial, desarrollo sostenible y participación y gestión comunitaria y cívica.

Así surge la pregunta obligada: ¿qué hay que hacer para que una ciudad se una a la Campaña de Ciudades Compasivas?

Para ello hay que lograr que el Gobierno o Consejo de la Ciudad firme la Carta y haga una declaración o acto público al respecto.

En función de estas consideraciones invito a los lectoras (es), y a las instituciones que deben tomar este artículo como una petición, y por tanto, pueden dar pasos en la dirección acá sugerida, para que incorporemos la práctica de la compasión en nuestras vidas, que suscribamos la Carta por la Compasión, y que abracemos la iniciativa de unir a la ciudad de Panamá al Movimiento Internacional de Ciudades Compasivas.

Hoy, sin duda, creo que esa es la senda que se debe transitar, con el propósito de elaborar políticas públicas que nos permitan a todas (os) vivir en un Panamá más feliz.

Ello porque intuyo que estas iniciativas son necesarias para lograr el fortalecimiento de la confianza interpersonal necesaria en la democracia, para impulsar la seguridad humana con medidas que favorecen la prevención del delito, y sobre todo para fortalecer el respeto de la regla áurea de la compasión, la cual ya el lector intuirá, subyace detrás de fines y medios republicanos como el gobierno de la ley, la igualdad, la justicia y, por supuesto, el respeto de los derechos humanos.

Respecto de esto último, confió que la compasión juegue un papel fundamental en momentos que nos abocamos a la elección del nuevo defensor (a) del Pueblo. Considero que si la Defensoría es la perla de la democracia, esta joya debe estar montada sobre la base de la compasión para poder brillar en el cumplimiento su amable misión.

Por ello espero que quien resulte electo como defensor (a) dé muestras de su compromiso con la compasión y que sepa aprovechar la Institución a efectos de impulsar la educación ciudadana en asuntos que, como la compasión, no solo propician la promoción y defensa de los derechos humanos, sino que puede ser su fuente misma.

Asimismo espero que en el tiempo que queda de mandato al defensor (a) que resulte electo, se transite por la senda que permita fortalecer y consolidar a esta Institución últimamente tan maltrecha. Ello, porque no quiero suponer que las crisis a las que se ha sometido a la Defensoría sean el reflejo de que vivimos en una sociedad no compasiva.

Ojalá, en fuerte sentido etimológico, así no sea.

ABOGADO, ACTIVISTA DE DERECHOS HUMANOS, ANALISTA POLÍTICO.

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