• 11/09/2013 02:00

Los famosos tuits

En la actualidad, la tecnología ha logrado una forma más cómoda de comunicarnos. Hay quienes no duermen tranquilos si no revisan su ‘e-m...

En la actualidad, la tecnología ha logrado una forma más cómoda de comunicarnos. Hay quienes no duermen tranquilos si no revisan su ‘e-mail’, o se la pasa chateando el día completo, porque puede ser que en algún momento reciba una llamada o un chat que considere ‘importante’. Todas estas cosas nos permiten una comunicación más eficiente y cómoda, pero no mejor. Aunque se tengan más formas de comunicarnos, la calidad de nuestra intención de relacionarnos, pareciera degradarse, puesto que no tenemos un trato directo con la persona, y no se requiere de afectividad, receptividad y en ocasiones ni siquiera de delicadeza. En otras palabras, los avances tecnológicos nos facilitan la vida, pero nunca van a sustituir los sentimientos afectivos entre una y otra persona.

Deberías grabarte alguna vez cuando estás leyendo desde cualquier dispositivo electrónico: sonríes, cantas, lloras, te enojas y lo cuidas más que a tu ser amado, como si la máquina estuviera poseída por algún espíritu y tuviera vida propia. Y, si lo apagas sientes la necesidad de estar acompañado de estos aparatos: ‘Yo y mi ordenador y mi teléfono móvil, y nada ni nadie más’.

Hay una diversidad de métodos de manipulación mental y social. Y, las redes sociales no escapan de este tipo de conducta. Un buen recurso son los ataques de tipo personal y, el que empieza atacando en las redes sociales, así como, el que responde a esos ataques, en su mayoría, lo hace para impresionar a todo aquel que usa estos servicios, en su desesperada búsqueda de notoriedad y aprobación, para mostrar que tiene la razón en todo, o por creerse el más fuerte. Y, el que no lo quiera ver, es un riesgo. Más aún, cuando no se sabe si un desequilibrado se pueda disparar haciendo daño a la integridad física del que ataca o hacia el que responde. Y, si hay riesgos, pensemos que la culpa no es del medio de comunicación, sino del que la utiliza para ensuciarla y hacer que otros usuarios se sientan incómodos.

Las personas amantes de los principios morales, éticos, del respeto a la dignidad humana y de la tolerancia repudian este tipo de imprudencias. Regular estas actitudes nada edificantes no es un tema sencillo y las medidas que se sugiere adoptar pueden afectar a conceptos como: la libertad de expresión, la transparencia, la accesibilidad y el derecho al anonimato. Y, ellos lo saben y, por eso el abuso. No es la confusión de ideas, o de quién tiene la razón, o de conflictos personales y familiares; el problema, es la intolerancia de algunos cuantos. El intolerante jamás tolera en los demás lo que él no aguanta.

En este tiempo de proceso electoral, los tuits entre políticos, vienen y van, y se han hecho famosos y habrá quienes les genera adrenalina, emoción e interés y hasta cause una placentera sensación ver la tortura de dos o más personas y se vea como algo normal. Igualmente, se ha hecho costumbre en los distintos medios de comunicación, la violencia verbal entre adversarios políticos. Son personas que se divierten al sacarle defectos a su contraparte y tienen una necesidad de atención muy grande.

Es muy difícil que la persona enojada y que ofende abiertamente, despierte simpatía, identificación, o confianza. Solo que tú seas tan ofensivo e iracundo como esa persona. Una persona enojada y ofensiva despierta tres reacciones emocionales: exasperación, resentimiento y miedo. Aun cuando tenga razones válidas para estar enojado, no tiene por qué ser ofensivo. Muchos creen que con esa actitud, van a despertar ecos favorables en el público. Pues no. Lo que despiertan son ecos negativos. Y levantan una barrera psicológica entre él y la gente. Porque lo que queda en el cerebro de quien lo escucha y ve ‘no son sus razones’. Lo que queda grabado son sus gritos, su enojo y sus ofensas y una personalidad conflictiva. Lo peor de todo esto, es que, muchas veces detrás del insulto se esconde la autoculpa por haber fracasado en su intento de satisfacerse en su absolutismo. La persona sufre de una amargura habitual, padece de autocompasión y su contrariedad se va tornando en una agonía emocional crónica.

Lo apasionado, lo impulsivo, y lo colérico nos encierra emocionalmente y está sobre la cordura, la tolerancia y el respeto. Para insultar no es necesario destruir a los demás. La persona que tiene sentimientos saludables de dignidad humana no utiliza esa actitud como herramienta de sometimiento y abuso.

No permitas que el mal uso de la tecnología te absorba. Es por ello, que se hace necesario que toda persona que sufra de este mal, aprenda a ser más cautelosa en su modo de dirigir su descontento y disgusto. Las redes sociales no deben ser usadas para dirimir frustraciones, decepciones y odios. El mal uso de esta herramienta de comunicación, te encadena mentalmente. El buen uso, te beneficia enormemente.

En estos tiempos en los que los actos violentos parecen llevar la delantera, lo que falta es que los políticos aprendan a mantenerse serenos en el uso de cualquier herramienta de comunicación. Deben aprender que la vida humana es un don único y que hay que respetar sin importar condición social, creencias religiosas, sociales y políticas, ideas y opiniones. Todavía estamos a tiempo de cambiar para mejorar. Si tan solo lo intentaras, nos evitaremos dolores de cabeza innecesarios.

ESPECIALISTA DE LA CONDUCTA HUMANA.

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