• 03/10/2013 02:00

Saber perdonar...

El otorgar o no el perdón es parte de nuestra vida cotidiana, en algunas ocasiones por ofensas sencillas otras por afectaciones más seve...

El otorgar o no el perdón es parte de nuestra vida cotidiana, en algunas ocasiones por ofensas sencillas otras por afectaciones más severas. El acto de perdonar es la acción por la cual una persona, ya sea espontáneamente o a solicitud del ofensor, decide renunciar a tomar acciones en contra de este, con el fin de mantener la paz y buenas relaciones entre ambos.

Parece bastante sencillo si lo vemos de esta forma, sin embargo, existe otro elemento indispensable para dar o recibir un perdón pleno, y es saber olvidar. De nada nos sirve decirlo, si en realidad no estamos dispuestos a renunciar de forma permanente al sentimiento de venganza o busca de un castigo al que nos haya ofendido.

Como diría el novelista inglés Laurence Sterne, ‘Solamente aquellos espíritus verdaderamente valerosos saben la manera de perdonar. Un ser vil no perdona nunca, porque no está en su naturaleza’.

El perdón tiene aristas religiosas muy fuertes, las cuales podemos ver claramente en la oración que muchos decimos, a veces ya mecánicamente, a diario y sin embargo no cumplimos lo que se nos pide ‘perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden...’.

No digo que otorgar el perdón sea fácil, pero la acción de perdonar a alguien nos libera de un futuro lleno de dolor, rencor, amargura y aflicción que puede abrirnos las puertas a la amabilidad, compasión, tolerancia y a lo que todos andamos en busca de: el amor, valores que cada día son más difíciles de obtener de nuestra sociedad y que son la clave para una sanación física y mental.

El perdón es un proceso, el cual lastimosamente comienza con la ofensa de otro; es difícil otorgarlo, inclusive a nosotros mismos muchas veces, pero es necesario para reconstruir una relación. En un segundo se puede destruir algo que tomó meses o años construir.

El perdón no se puede exigir. Teórica o técnicamente, el ofendido es libre de perdonar o no al agresor, sin embargo existen factores que pueden facilitar o aumentar las probabilidades de obtener o recibir el anhelado perdón, como lo son, la aceptación por parte del agresor de haber cometido una falta; más valor tiene no solo aceptarlo sino pedir la disculpa públicamente; que la falta cometida no haya sido tan grave; cuando el agresor ha compensado o manifiesta el deseo de hacerlo al ofendido y muy importante es la creencia moral del ofendido en el perdón, ya que de lo contrario, éste buscará venganza y la oportunidad de descargar su ira ocasionalmente.

El ser humano está lejos de la perfección; pero fuimos agraciados con la facultad de razonar, y esta condición es la que nos permite tomar decisiones en nuestras vidas. Cada día, desde que abrimos los ojos al despertar, tenemos la suerte de poder forjar nuestro destino y de crear nuestras oportunidades. Siempre tendremos opciones en nuestras vidas, podemos vivir sobre nuestros defectos y errores con un rencor que nos bloquee la capacidad de amar al prójimo o podemos tomar la opción de crecer en el amor, perdonar no solo a los demás, sino a nosotros mismos por desaciertos que nos pone a prueba la vida misma.

Todos tenemos virtudes y fallos, desde nuestros padres hasta el vecino, los políticos y gobernantes que vemos todos los días en las noticias locales e internacionales. Pero cada error o falla de ellos es una oportunidad que se nos presenta a nosotros de poner en práctica ese don que Dios mismo nos entregó de saber perdonar y ver esas bondades que nos harán vivir con menos frustraciones, siempre recordando que más se beneficia el que mejor sirve...

ARQUITECTO-ROTARIO.

—COMISIÓN DE VALORES DEL CLUB ROTARIO PANAMÁ.

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