• 06/11/2013 01:00

Reflexiones en el Mes de la Patria

Es Noviembre. Mes de la Patria, qué mejor momento para tomar tiempo y reflexionar sobre el rumbo que lleva nuestro país y preguntarnos: ...

Es Noviembre. Mes de la Patria, qué mejor momento para tomar tiempo y reflexionar sobre el rumbo que lleva nuestro país y preguntarnos: ¿Hacia dónde vamos, Panamá? Vale la pena empezar por contar nuestras ventajas competitivas y elementos positivos de desarrollo material. Sin dudas, somos una de las economías más florecientes del Hemisferio Occidental en términos de tasa de crecimiento económico que se vaticina continuará en el próximo año.

Los panameños hemos sabido aprovechar nuestra incomparable posición geográfica y convertido las riberas del Canal en una eficaz plataforma logística, donde se complementan puertos, aeropuertos, parques de contenedores carreteras, Zona Franca en el Atlántico y Zona de Desarrollo Especial en el Pacífico, además de hoteles y áreas turísticas.

Se realizan grandes obras de ingeniera, un nuevo Canal, que permitirá el tránsito de los enormes barcos de contenedores, los llamados Post-Panamax y Post-Canal Suez, cuyos tamaños impiden su tránsito por el actual Canal. De esta manera se capturan nuevos mercados. Se construye un Metro y se mejora la circulación en la Ciudad Capital.

Además, nuestro territorio lo atraviesan los más importantes cables de telecomunicaciones que nos da la misma conectividad de comunicaciones modernas que la Ciudad de New York.

Ningún otro lugar en este Pueblo de América ofrece tantas ventajas para el comercio mundial que nuestra privilegiada posición geográfica.

A lo anterior se une un sistema monetario sin igual, que ha facilitado el desarrollo de un importante Centro Bancario Internacional y la continua evolución del Mercado de Valores y de Seguros y Reaseguros. No es coincidental que internacionalmente se distinga a nuestro país entre los mejores, en términos de competitividad y ambiente para realizar negocios y que Panamá reciba más inversión directa extranjera que todos los otros países del Istmo Centroamericano.

Realmente existen suficientes elementos para sentir orgullo de nuestro desarrollo económico. Todo esfuerzo futuro debe ser orientado a mantener y mejorar ese momentum de desarrollo.

Lo anterior significa concentrarnos en resolver los serios contrastes sociales que nos aquejan y que hemos descuidado por darle prioridad al desarrollo material. Hay que darle un giro dramático a nuestras prioridades de desarrollo, antes que estos graves problemas sociales den al traste los alcances en la parte económica. De no hacerlo, estaremos sembrando las semillas de la destrucción de la hasta ahora relativa estabilidad social.

Nuestro Panamá es un país lleno de contrastes y riesgos sociales. Nada ilustra mejor esta situación que la Ciudad de Panamá. Una ciudad que es la décimo quinta en número de rascacielos, pero construidos sobre estructuras que datan de los años 60, que se inundan, causando caos en el ya endemoniado tráfico vehicular.

Igual los cimientos de nuestro bienestar económico descansa sobre bases sociales vulnerables. La riqueza que genera nuestra dinámica economía no filtra hacia abajo, hacia las clases más necesitadas. Estamos entre los peores países en términos de distribución de riqueza. El resultado de este contraste lo vemos reflejado en problemas en salud y educación pública; crimen, narcotráfico, inseguridad física, deficiencias en suministro de agua y servicios públicos y constantes quejas de las poblaciones por falta de atención a sus necesidades con tendencias hacia la confrontación en vez de diálogo.

Hemos abandonado el agro, aumentando nuestra dependencia en la importación de alimentos al desmedro de la producción nacional y consecuente aumento en el costo de la canasta básica. Confío que la buena administración de la cadena de frío contribuya a mejorar esa situación, pero no será lo suficiente. Hay que realizar una ardua y constante labor para devolverle la confianza al productor agrícola nacional, ayudarlo, estimularlo a aumentar la producción nacional. La situación particular del arroz, nuestro alimento vital, es patética.

Para complicar las cosas, ha aumentando el clientelismo y masiva dependencia popular en los subsidios del Estado. Igual preocupante es el creciente aumento en los juegos de azar y otras ‘soluciones mágicas’, lo cual es clara evidencia de degradación social.

Nada de lo anterior es revelador. Son temas de continua discusión. Sin embargo, aún sin medidas concretas de búsqueda de soluciones. Urge cambiar actitudes. No va a ser fácil reversar todas esas tendencias sociales negativas, se requiere un genuino cambio de mentalidad y actitudes de nuestros gobernantes y políticos. Precisamente porque existe un vasto reconocimiento en la necesidad de cambio de rumbo, soy optimista en que las próximas elecciones nos ofrecen esa oportunidad, al ser cuidadosos en escoger como próximos gobernantes a aquellos candidatos que demuestren ser más estadistas que políticos. Al final, las soluciones obligan a la participación de todos los panameños.

BANQUERO Y EXDIPLOMÁTICO.

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