• 13/11/2013 01:00

Las mujeres que amaron a Tino Hunter

Esta noche se presentará la primera novela de una conocida periodista panameña, Itzel Velásquez, titulada Las mujeres que amaron a Tino ...

Esta noche se presentará la primera novela de una conocida periodista panameña, Itzel Velásquez, titulada Las mujeres que amaron a Tino Hunter. Recibí de la autora gentil invitación para participar en el acto, la cual decliné por razones que se imbrican una con la otra.

Se trata de una deliciosa novela escrita por una mujer en la que las protagonistas, que son varias, son mujeres que han amado con mucha intensidad, que tuvieron experiencias distintas a lo largo del siglo XX, que desde la abuela maestra a la biznieta estudiante, se asomaron al amanecer de la República no solo en los aspectos políticos cuando la patria era boba, sino también en el ámbito de la higiene pública que fue atendida a machamartillo por los norteamericanos que vinieron a construir el canal.

Pensé entonces que valía la pena que la obra fuese presentada por una mujer, pues así podría penetrar en el alma de los personajes, en sus placeres y sufrimientos, en sus penas y alegrías, en el simple hecho de vivir. Me alegré de que fuese escogida Alondra Badano, experta literata, escritora que acaba de ganar el premio Ricardo Miró en la sección teatro y además catedrática de Literatura en la Universidad de Panamá. Aunque el honroso cometido de presentar la obra le corresponde a ella, no puedo dejar de expresar algunos comentarios que me ha suscitado su lectura.

La trama de la novela se inicia en Chepo, región de llanos, ríos y montañas donde se refugiaron los cimarrones que escapaban de la esclavitud en la época colonial. Marijose es una maestra culta y melancólica que sueña con una vida distinta. La autora describe las lluvias monótonas e incesantes y omite los veranos, así como lo difícil que era matar el aburrimiento en la pequeña villa cabecera del distrito, llena de mosquitos que van a recibir castigo de muerte con los productos que trajeron los gringos para sanear la población y sus alrededores.

Uno de ellos, de apellido Hunter, no enamora sino que adquiere a Marijose y como es previsible, luego la abandona sin que ella ansíe su regreso. Tino adquiere desde niño una enfermedad, la lepra, hoy prácticamente desaparecida, pero cuya incidencia en el istmo justificó la construcción de un hospital especializado en Palo Seco, hermoso sitio junto a la arena y el mar donde residirán por décadas los leprosos.

El eje central de la interesante novela es la vida de cinco mujeres, Marijose, sus hijas Blanca y Estrella, su nieta Irene y su biznieta Sofía. Ellas se casan, son felices e infelices, pero esposos y amantes no ocupan lugar relevante en la narración. A través de ellas vemos la evolución de la mujer, su lenta pero firme lucha por la igualdad y por ocupar el papel que les corresponde en la sociedad. En la suma de sus vidas, desde la época de la construcción del canal hasta la entrega del mismo a los panameños, pasará ante nosotros el siglo XX con sus gestas de soberanía, con los golpes de Estado, con la humillación de país unas veces ocupado y otras intervenido, pero muchas veces sometido a un doloroso destino. En el último tercio del siglo pasado, Sofía presencia y participa con su compañero en las luchas del pueblo chileno contra los militares que traicionaron la democracia que representaba Salvador Allende.

A lo largo de sus trescientas treinta y tres páginas, desde que a los quince años Tino es apresado y encerrado en Palo Seco, hasta su muerte más de cinco décadas después, la novela nos muestra a Tino como poeta, lector infatigable y poseído de una gran curiosidad intelectual, amado por su madre, sus tías, prima y sobrina. Ante ellas, pero fundamentalmente ante sí mismo, hace gala de gran valor y de una actitud filosófica ante la enfermedad y la muerte.

La obra a mi juicio contiene literatura valiosa, un profundo conocimiento del alma femenina y del papel que le corresponde a la mujer contra el machismo y la discriminación.

Como periodista, profesión que le viene en los genes al ser hija de Mario Velásquez, el mejor analista de noticias que tuvo la televisión panameña en los años sesenta y setenta del siglo pasado, Itzel Velásquez hace un magnífico despliegue del acontecer panameño como escenario y telón de fondo de los amores y desamores que contiene su novela.

Llamaron mi atención las reflexiones que entre paréntesis hacen las protagonistas, como si fuese una voz en off que nos proyectase a las partes más recónditas de sus pensamientos. Bravo por esta novela que seguramente contará con una segunda edición y no cabe más que pedirle a Itzel que al margen de la actividad que ejerce que es la del Periodismo, siga regalándonos estas joyas nacidas de la que ahora creo que es su auténtica vocación.

EX PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA Y ACADÉMICO NUMERARIO DE LA ACADEMIA PANAMEÑA DE LA LENGUA.

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