• 20/11/2013 01:00

Paraguas políticos

Las pasadas celebraciones patrióticas tuvieron sus repercusiones políticas y demostraron que candidatos y partidos no pierden oportunida...

Las pasadas celebraciones patrióticas tuvieron sus repercusiones políticas y demostraron que candidatos y partidos no pierden oportunidad de promover sus aspiraciones, ganar un caudal humano y buscar el triunfo a como dé lugar.

En algunas fechas, por ejemplo el 10 de Noviembre en la ciudad capital, hubo desfiles con carretas, patrocinadas por colectivos y quienes optan a puestos de elección. La tónica fue dada por las comparsas de entusiastas seguidores, beneficiados con sendos paraguas portadores de textos alusivos a la campaña y ellos, en una mañana soleada, danzaban al compás de murgas, bandas, combos o cualquier aflautado conjunto contratado para la fiesta.

Los alegres parroquianos, que bajo los quitasoles transitaban al compás de los ritmos electoreros, quizás no eran conscientes de que el discurso de la contienda está desinflado. No se ha logrado aún organizar un conjunto de ideas sobre las que el público pueda dialogar con los postulantes y sobre este debate, construir la línea base para brindar un bosquejo del plan de trabajo de la próxima administración.

El escritor José Saramago dijo en algún momento que ‘el poder lo contamina todo’. Uno de los principales instrumentos de que éste se vale es la contienda, donde los sueños que han de cristalizar en la acción gubernamental, emergen y adquieren fortaleza, contextura y se forja el calor que estimulará a los votantes. La política toma esos anhelos y los convierte en un plan de gobierno o los desvirtúa para dar solo una noción de dominio.

El novelista portugués agregó que ‘es posible mantener la pureza de los principios mientras esté alejado del poder. Pero necesitamos llegar a él para poner en práctica nuestras convicciones’. Por esa razón exploró en Ensayo sobre la lucidez, la relación entre el gobierno, los partidos políticos y la población. En este vínculo rescata la idea de una toma de conciencia de esta última frente a la insensatez de quienes le deberían representar.

La práctica de entregar sombrillas propagandísticas a los hatajos de correligionarios o adeptos, es como reducir la belleza del lenguaje retórico en que se expresa esta acción, que busca el voto, a un intercambio de consignas, efectivo recurso emotivo que reduce las posibilidades de reflexión sobre las implicaciones de la contienda y sobre todo, de un proyecto que ha de encarar la próxima generación gubernamental que surja de los comicios.

El tiempo de la campaña es donde se conoce las preocupaciones de la ciudadanía, a través de un amplio esquema de consultas. En un país existen múltiples intereses y necesidades sociales. Por ejemplo, debemos saber cómo estamos en el cumplimiento de las metas del milenio que es un criterio para diagnosticar el estado nacional en atención a indicadores socioeconómicos y culturales. ¿Alcanzaremos a sobrepasar estas demandas?

Hay que preguntarse ¿qué nos falta? Y la condición de la gente en sus comunidades, la gestión local, el desarrollo rural y el fallido esquema productivo con paradojas de que mientras más se trabaja, menos se produce y a quienes les compete esta iniciativa, solo esperan las importaciones para una satisfacción del mercado. Por otro lado, una planta industrial donde la inversión local tiene cada vez menos participación.

La canasta básica es llevada y traída sin una explicación coherente sobre su situación y cuyo peso se hace crecientemente insostenible.

La nación espera un profundo intercambio de proposiciones en estos meses, un mensaje inspirador de acciones que alimenten sólidas tareas en el próximo quinquenio para ayudar a asentar un futuro promisorio y no paraguas —que ni siquiera suceden a una explicación sobre el cambio climático— y solo salvaguardan de un chaparrón intrascendente.

PERIODISTA Y DOCENTE UNIVERSITARIO.

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