• 07/03/2014 01:00

Las personas son regalos

Estamos viviendo en un mundo convulsionado, egoísta, individualista, por lo que presentar a las personas como un regalo, tal vez les par...

Estamos viviendo en un mundo convulsionado, egoísta, individualista, por lo que presentar a las personas como un regalo, tal vez les parecerá chocante, algo fuera de lugar, una pérdida de tiempo. Porque las personas de hoy son más bien una calamidad, un estorbo. Por ejemplo, ver lo que sucede a diario en nuestra ciudad, tranques, atropellos, falta de respeto al ciudadano, cuántos sentimientos de frustración, rabia e impotencia brotan al ver tanta incomprensión; cuando actúas con cortesía, amabilidad y respeto, la respuesta que se recibe es gritos y groserías.

Aceptar como normal este comportamiento y responder de la misma manera, es generar más violencia, que no conduce a nada. Se me ocurre que veamos a las personas como regalos que la vida nos ofrece. Y como todo regalo tiene envolturas, probablemente algunas agradables, otras ordinarias, quizá bellas, u horribles.

No juzguemos, no sabemos cómo ha tratado la vida a esa persona, si el regalo ha sido maltratado antes de llegar a nuestras manos; aceptémoslo y descubramos qué esconde, tal vez sea una persona rígida, con envoltura muy hermética, que cuesta abrir y conocer lo que encierra. Si solo nos quedamos en la envoltura, perdemos la riqueza que va dentro.

Si el regalo es duro de abrir, pidamos ayuda de otras personas. Si se es prudente, y se respeta su dignidad, sus temores, sus heridas; lo aconsejable es solo escuchar, mirar su rostro, su mirada, porque los ojos son el espejo del alma, solo así podremos ver el tesoro que tal vez esconde.

Cada ser humano es un mundo, es diferente, por lo que hay que respetar, no juzgar, y criticar; no se logrará empatía cuando se es consciente de que el otro siente y piensa distinto que yo; podré entonces alcanzar su interioridad, su necesidades básicas humanas, que ama, y desea ser amado, que busca ser valorado, y desea ser libre. Cuando se logra captar al hombre en toda su dignidad, dejamos de considerarlo ‘una cosa’, que se puede comprar o vender.

Cada ser humano es único, y por tanto un regalo, aunque haya optado por una envoltura rígida, producto de exagerar comportamientos para ocultar sus grandes miedos e inseguridades. Esta manera individualista de actuar aisla, endurece, y lleva a juzgar a los demás como que ellos son culpables de todo lo que les sucede, se inclinan a pensar que no son comprendidos. Esta actitud lleva a desconfiar de los demás, y de sí mismo, aumentando el alejamiento de los demás, llevando a una vida apática, vacía y sin sentido. En realidad no se acepta el regalo que se es como persona.

Cada día hay la oportunidad de encontrar a diferentes personas, amables, hoscas, aburridas, ‘sinvergüenzas’; juzgarlas no las hará cambiar, pero si se les respeta, ama y estimula sus cualidades y dones, entonces crecerá en ellos la bondad que hay en su corazón.

Vencer el egoísmo que anida en cada uno, conlleva esfuerzos, pero para poder convivir en un ambiente de fraternidad y respeto mutuo, vale la pena. Al final de esta vida, todo aquello material que se ha adquirido, vale según el valor que ocupa en tu vida.

Ninguna pertenencia es eterna, pero los regalos que hemos podido ofrecer a los demás, como el cariño, respeto, bondad, etc., son lo que enriquece la existencia, le dan sentido a los que dejamos, le proveemos un legado de obras buenas y un recuerdo que perdurará en los corazones de quienes hemos tocado. Estos pequeños detalles dan sentido a la existencia, un gozo increíble de conocer que somos capaces de amar y ser un regalo para los demás.

MÉDICO-ROTARIO.

—COMISIÓN DE VALORES DEL CLUB ROTARIO PANAMÁ.

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