El presidente Mulino cuestiona lo poco enérgicas que son las medidas cautelares de los jueces de garantías
- 14/07/2011 02:00
PANAMÁ. Es una propiedad en el corazón de una de las áreas más exclusivas del país que por su evidente abandono capta la mirada.
Se trata de la casa de Noriega. Está rodeada de lujosos edificios, mansiones impresionantes, edificaciones vecinas adornadas con exuberantes vehículos; pero ahí en la casa donde hace más de 20 años se controlaba el país, no hay nada.
La propiedad ha sobrevivido al abandono, a la ocupación militar, a la expropiación y a dos subastas públicas.
Confiscada por el Estado en los años 90, la casa de Noriega no está abandonada por un mito ni es protagonista de una leyenda maldita. El fracaso en las dos subastas en las que se intentó venderla está anclado en una disputa legal.
El abogado de Noriega, Julio Berríos, explica que el desinterés vendría de la posibilidad de que cualquier transacción tenga que ser revertida y termine generando pérdidas al comprador.
La razón es que él (Berríos) presentó ante la Corte Suprema un recurso de Revisión del fallo que ordenó la confiscación como pena accesoria en el caso de Noriega.
‘Esa casa no es producto de los delitos por los que se le condenó’, dice el abogado del ex dictador. Cuenta que él la compró en unos 68 mil dólares, ‘antes de controlar el país. Un amigo le prestó un dinero, hicieron un casa-shower y otra parte del dinero la pidió a la Caja de Seguro Social’, relata.
Berrío espera la decisión judicial de la Corte mientras insiste, ‘la gente quería congraciarse con los militares y le regalaban cosas, le hacían traspasos y donaciones’, al insistir en que no hay relación entre los delitos y las propiedades.
LAS SUBASTAS
La casa de Noriega ha sido ofrecida en subasta dos veces. El Ministerio de Economía y Finanzas se prepara para una tercera.
El precio base será de 2 millones 564 mil 110 dólares, que incluyen una superficie de 3,245.00 m², el destartalado edificio, todas las mejoras en el terreno y el mobiliario que sobreviva dentro, además de los ornamentos en el patio de la antigua mansión.
Berríos vaticina otro fracaso. ‘Nadie quiere comprar un problema’.