El alcalde de la ciudad de Chilpancingo, en el sur de México, Alejandro Arcos, fue asesinado el domingo, tras apenas seis días en el cargo, un crimen que...
- 14/02/2019 01:00
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Desde hace ocho siglos, por lo menos, en Occidente, las universidades han establecido particulares relaciones con la sociedad que reflejan sobre todo relaciones de poder.
El papado y los reyes ejercieron un mecenazgo destinado a controlar las instituciones que licenciaban a los eruditos para proseguir la reproducción del conocimiento. Tras los conventos y los copistas encerrados en los grandes centros monacales de Europa, las universidades fueron las primeras expresiones de extensión del conocimiento fuera del circuito interno del poder. Ciertamente se trataba de un circuito muy cerrado, pero desde entonces, no solo las universidades enseñaban, ejercían la docencia, sino que la extendían socialmente mediante la incorporación de personas ajenas al palacio y a la Iglesia.
El Estado moderno, bajo la guía napoleónica entendió la universidad como la conformación de sus propios cuadros técnicos, en especial de administración y la milicia. Con Humboldt y la necesidad del Estado prusiano de acelerar su carrera científica y tecnológica, las universidades dejaron de ser sólo centros de reproducción del saber, su creación y búsqueda se hizo la tarea esencial a realizar. Serían el pragmatismo anglosajón y la conquista del amplio espacio de la nación estadounidense, en su proceso de consolidación interna, las que inventaran las universidades de extensión agrícola haciendo de la extensión universitaria (la industrialización de los procesos agrícolas y pecuarios), el eje de su actuar formativo.
En América Latina, las universidades de impronta hispánica y lusitana fueron sobretodo dóciles instituciones del poder eclesial y virreinal. La independencia y el imperio significaron cambios como la incorporación de posiciones positivistas a lo largo del siglo XIX. Aparecieron aportes para reforzar el proceso de emancipación intelectual y política. No pocos de los líderes que afincaron la separación del Estado de la Iglesia en Latinoamérica, se formaron en los claustros. A partir de la Revolución mexicana y del posterior movimiento reformista de Córdoba, la institución universitaria en esta parte del mundo buscó tender puentes para el progreso social, para el progreso y la lucha contra la barbarie, para decirlo en clave sarmientiniana El reforzamiento del sistema escolar pre-universitario, la escolarización, las campañas de salubridad y la extensión cultural fueron las manifestaciones más claras.
Hoy, la universidad en los países centrales se ha convertido en un engranaje más del sistema tecno-científico, con la transformación básica del conocimiento en una mercancía, y donde las reglas del desarrollo del conocimiento son fundamentalmente las reglas de la inversión y el comercio, con su sistema de patentes.
En el Sur global las universidades padecen la tensión entre su reconversión al modelo central centrada en la producción de conocimiento patentizable y al servicio del complejo militar-industrial, para decirlo con las antiguas categorías de John Kenneth Galbraith; o convertirse en el instrumento de revolución social, atendiendo de manera prioritaria y privilegiada los problemas de las grandes mayorías que el sistema social deja a su margen con de creación de terribles asimetrías y la concentración de riqueza material e intelectual. Según algunos investigadores del fenómeno, 25 personas en el mundo, individuos particulares, poseen una riqueza equivalente a la de un tercio de la humanidad.
En este sentido, la Universidad Especializada de las Américas, ha creado una cátedra abierta para el estudio e intelección de la realidad panameña, como una forma de ampliar su diálogo con la sociedad panameña, ahíta de ideas e hipótesis para pensarnos y apoyar la transformación de la nación. Como numen de esta cátedra se ha colocado al Maestro Ricarte Soler, recio intelectual panameño que hizo de Panamá el epicentro de sus reflexiones y desvelos, y que el dolor y el oprobio de la invasión norteamericana de 1989 hirieron de muerte. La entereza moral de ese gran maestro, referente de la historia de nuestras ideas, servirá para guiar nuestro trabajo en los temas que urge abordar, sobre todo los de desarrollo nacional y prospectiva de Panamá en el mundo global.
DOCENTE UDELAS