Escándalo en la educación

Actualizado
  • 17/03/2023 00:00
Creado
  • 17/03/2023 00:00
Comprendamos que la educación pública se sufraga con nuestro dinero, con los préstamos que el Estado adquiere para financiar el presupuesto –que nuestros hijos van a pagar– y que por lo tanto somos los patronos, no los empleados y mucho menos súbditos
El que sabe y enseña a conciencia no tiene porqué temer que lo evalúen.

Me dio escalofríos leer que, al día de hoy, evaluar a los educadores es un dolor de cabeza en la educación pública.

La colega Adelita Coriat entrevistó en días pasados a uno de los viceministros de Educación, y palabras más, palabras menos, insinuó que estaban analizando un modelo de evaluación.

Me parece que el que sabe y enseña a conciencia no tiene porqué temer que lo evalúen.

También considero que el Estado, obligado a hacer buen uso de los fondos públicos, “como un buen padre de familia”, tiene suficientes argumentos para actuar con contundencia, sin necesidad de violar ningún derecho humano de un educador.

Además, en el caso de la educación primaria y secundaria, los padres de familia o tutores tenemos suficiente autoridad, derecho y deber de exigir una buena educación para nuestros hijos, que no es gratis. Comprendamos que la educación pública se sufraga con nuestro dinero, con los préstamos que el Estado adquiere para financiar el presupuesto –que nuestros hijos van a pagar– y que por lo tanto somos los patronos, no los empleados y mucho menos súbditos.

Pero el sistema está pervertido, es verdad

A mí, cada bimestre o cuatrimestre me evalúa la universidad y cada uno de mis estudiantes, ¿cuál es el temor a ello?

Si tú eres educador y lo haces a conciencia vas a poner todo tu empeño en enseñar bien, con los recursos que tengas a mano.

Si tú aceptaste un salario por tus servicios, sin que te pusieran una pistola en la cabeza, tu deber es dar el cien por ciento de tu esfuerzo, no menos.

Y si tú eres dirigente es para servir, no para servirte, para edificar en pro del país, y el país al que vas a dejar un legado es su juventud.

Entonces, ¿por qué no hacer una evaluación ágil y transparente?

Claro, si estamos capturados por la política partidista y la incompetencia tenemos otro problema que requiere carácter y autoridad, junto con inteligencia emocional y astucia, ¡piensen!...luego existan.

El sábado pasado me referían un caso ejemplarizante.

Un señor campesino, por allá en los años de la dictadura, fue nombrado en un campo para dar clases de agricultura, sin formación pedagógica formal, pero experiencia mata tiempo.

¿Qué pasó? Como ya estaba en el paquidérmico sistema, un buen día lo trasladaron a otra escuela urbana y el hombre quedó como cucaracha en baile de gallinas.

Y se fue acomodando al sistema, sobreviviendo haciendo lo mínimo, pero cobrando cada 15 y 30 de mes, hasta que llegó a la edad de jubilación y... no se jubiló. Con la habilidad típica del hombre que sabe lo que es costo-beneficio lo dejó estar.

Mientras, sus colegas y la directora miraban pasar las oportunidades de tener un nuevo educador...y el hombre allí.

Hasta que un día, la directora del plantel diseñó una estrategia para llevar al ya octogenario “educador” a firmar un documento en el que aceptaba retirarse. No me pregunten cómo lo convenció, pero lo logró.

Y así hay numerosos casos, no lo dudo.

Un sistema de evaluación justo y equitativo es necesario, lo mismo que uno de remuneraciones amarrado a productividad real, y la mejor forma de corroborarlo es con la calidad del producto, o sea los estudiantes.

*periodista independiente y profesor de mercadeo de contenidos y buscadores.

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