Escuchar es parte del proceso democrático del presidente Cortizo Cohen

Actualizado
  • 13/12/2019 00:00
Creado
  • 13/12/2019 00:00
'El mandatario nacional es un hombre equilibrado, creativo y de buen humor'

Noviembre terminó cargado de esperanza. Ante los enormes retos, el presidente de la República, Laurentino Cortizo Cohen, dice ser como “el bambú, que entre más crece, más se inclina” para tomarles el pulso a los panameños, mientras anuncia que ha sellado en su corazón que “el poder es una vocación” de trabajar para los más vulnerables.

“Créanme, créanme”, pide insistentemente. Y si no, “pónganme a prueba” y descubrirán que su propósito, misión y visión es un Panamá libre de corrupción, de desigualdad para dejar una economía competitiva e instituciones fortalecidas.

Busca que la Constitución de la República sea un contrato social que garantice que se combata permanentemente la pobreza multidimensional de 777 mil panameños; y la desesperanza de 200 mil jóvenes que ni trabajan ni estudian.

“Me siento tranquilo ante lo que viene”. Anda en el proceso de escuchar para tomar “una decisión prudente” porque al dialogar descubre lo que quiere el pueblo, que “es el soberano”, afirma el presidente Cortizo Cohen.

Caracterizado por trabajar con lealtad, tolerancia, armonía, disciplina, mística, amor, humildad; por ser positivo, enfocarse en soluciones, convertir las adversidades en oportunidades, apelar a su sabiduría, habilidad para convencer mediante la palabra e insistir que tiene el norte bien claro. No quiere que roben el dinero de los impuestos de los panameños, no quiere sobreprecios, no quiere coimas.

En su intento, cuesta arriba, de conseguir el apoyo mayoritario para reformar la Constitución de la República, pide tener la “cabeza tibia” y saca tiempo para explicar que en la vida hay momentos donde se escoge el camino que lleva a “la luz o a la tiniebla”.

En su peregrinar diario, ha insistido que no quiere “una confrontación de panameño contra panameño. Sostiene que “somos un país de gente buena y noble y eso tenemos que protegerlo”; y, se propone, contra viento y marea, terminar su mandato “con la frente en alto”.

“Soy un creyente. Todas las noches, pongo mi rodilla en el suelo y doy gracias por el día que ha pasado. Tomo el Salmo 91 y digo: Déjame refugiarme en tus alas. Abre el camino, ilumínalo para estar bien clarito”, confesó ante dirigentes.

No improvisa. Prioriza y planifica. Gobierna con lo prometido en el Plan de Acciones Prioritarias al que llama su torre de control, en la que aseguró que al convertirse en presidente tenía dos opciones: permitir que el país siguiera a la deriva o tomar su destino y transformar Panamá”. Y se propone lograrlo.

Mientras esboza una feliz sonrisa a su equipo de ministros, camina con la seguridad de haber hecho lo correcto, alza su pesada mochila negra y la cuelga de su hombro derecho. Acababa de anunciar los nombres de los tres magistrados principales y los seis suplentes para la Corte Suprema de Justicia, advirtiendo que no sería el décimo magistrado.

Este proceso se había convertido en una prueba de credibilidad, imparcialidad, confianza; y recibió reconocimiento favorable, incluso de opositores. Lo llamó “una oportunidad de oro para que el país se sienta tranquilo, un legado para nuestros hijos y nietos”.

Días atrás, sus posiciones en las reuniones con líderes permitieron que públicamente un empresario le dijera: “tiene usted talante de estadista y eso hay que aplaudirlo”.

Ahora, para escoger al Procurador General de la Nación, también siguió un proceso transparente de evaluación para encontrar a un profesional del derecho penal.

Noviembre fue un mes repleto de fuertes pasiones. Aplaudió las protestas pacíficas porque los panameños “tenemos el derecho a decir qué nos gusta y qué no nos gusta”.

Poco a poco, los estridentes repiques de tambores se escucharon al son de melodías patrióticas y bailes de polleras que se tomaron las calles adornadas de rojo, azul y blanco, con una vistosidad en su máximo esplendor.

El presidente Cortizo Cohen recargó las baterías al tocar el tambor de la alegría en las calles con conjuntos típicos, recibió y dio fuertes abrazos en las calles, tomó chicheme y comió carne en palito en Colón, Los Santos y Chorrera. Desde el alba, bailó con las murgas que llegaron al Palacio de Las Garzas hasta tarde en la noche, cuando abrazó al grupo de hormiguitas (aseadoras) limpiando los desechos de las calles.

Noviembre le permitió soñar con tener una banda de música independiente a la que llamaría Los Comecocos y él marcharía tocando el redoblante. “Me encantan los desfiles coloridos. Me dan energía, entusiasmo. Eso es amor a la Patria”, expresó.

Incansable. Dice que es genético, heredado del sus ancestros españoles, griegos y campesinos panameños.

Llegó diciembre. Ya piensa en un volteado de piña, su dulce preferido, que un pastelero panameño le prometió enviarle para Navidad. Un mes en el que el presidente Cortizo Cohen dedicará, gran parte de su vida, a construir el Panamá que quiere dejar y para alcanzarlo seguirá escuchando, dialogando para encontrar una fórmula de sumar gente a su causa para la conquista de la Sexta Frontera, que es el combate a la pobreza y desigualdad a través del Proyecto Colmena.

Si bien advierte que es una opción dejar la Constitución como está, recuerda que prometió hacer cambios importantes en la educación porque su éxito está sustentado en lo invertido para educarse.

“Nací en Alcalde Díaz y lo digo con orgullo. Mi papá comenzó manejando la primera chivita de bus”, pero a diario le escuchaba: “estudien, estudien, estudien”. Para lograrlo, sus padres, Esther y Laurentino, hipotecaron tres veces la casa donde vivió su juventud.

En noviembre ha escuchado y anotado las observaciones y preocupaciones de jóvenes y adultos. Algunos prefieren que se detenga; otros desean que siga la consulta a nivel nacional con el documento base donde se presentan 20 recomendaciones a 12 artículos y que tiene la Asamblea Nacional.

Ha incluido en las reformas constitucionales dar a la educación el 6% del Producto Interno Bruto (PIB), recomendó otorgar el 6% de los ingresos corrientes para la descentralización que ayudará a 679 corregimientos, 300 en pobreza multidimensional; y para el Órgano Judicial y Ministerio Público se otorgaría el 2% de los ingresos corrientes del Presupuesto General del Estado.

Durante el diálogo, hasta altas horas de la noche en el Salón Paz del Palacio Presidencial, se le escucha al presidente Cortizo Cohen frases como no tengo el monopolio de la verdad, no hay nada perfecto, mi vida la puedo poner en riesgo, pero la de ustedes, no; tienes argumento bueno, los que me conocen saben perfectamente que cumplo mi palabra.

Soy sencillo, les estoy hablando de corazón, me pongo a la orden, qué camino nos conviene como país, las puertas de este edificio están abiertas, cómo podemos ir llegando a consenso, es mejor una verdad amarga que una mentira dulce.

Ese artículo no me gusta, si ese está interesante, el que más consulta, menos se equivoca; si al final se decide que dejemos la cosas como están, el pueblo es soberano; denme la oportunidad, no paremos de dialogar, aunque mi posición no sea la correcta; me estás chifiando, no me contestas las llamadas, voy solo a donde ustedes quieran, voy manejando un Yaris o un Kía, no podemos tener la piel delgadita.

El presidente Cortizo Cohen es un hombre equilibrado, creativo y de buen humor. Rumbo a la reunión con dirigentes del Sindicato Único de Trabajadores de la Construcción y Similares (Suntracs) encontró una docena de niños, y en tono bajo los invitó a entrar a la sala cantando en tono alto: “un pueblo unido, jamás será vencido”.

Noviembre lo cerró con una añoranza personal: “mamá, hace 10 años que no estás conmigo, pero te llevo todos los días en mi mente y en mi corazón. Gracias por enseñarme la importancia de servir a los demás, de querer a mi país, de hacer las cosas bien y como deben ser. Hasta el cielo, un beso”.

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