- 05/10/2014 02:00
Como un político en campaña. Así llega Estivenson Girón, el nuevo director de la Caja del Seguro Social, al complejo Arnulfo Arias Madrid. Se baja del carro y comienza a saludar a la gente. En medio de los flashes de las cámaras, se le nota desconcertado, como si no supiera bien qué hacer. Ingresa al edificio y mira hacia todos lados. Su primera parada es la dirección general del Complejo, ubicada en el octavo piso. La fila para ingresar a los elevadores es interminable, así que, deciden llevarlo a los otros ascensores, que están en la parte de atrás, para transportarlo.
Girón parece un león enjaulado. Se mueve de un lado a otro, hasta que uno de sus tantos asesores le explica a dónde ir. Mientras camina a ‘Medicina Física’, Girón va saludando a la gente. ‘¿Cómo está? ¿Lo han atendido bien?’ Son las preguntas de cajón .
Las reacciones son diversas. Hay unos que lo ven con incredulidad; otros, con sorpresa; uno más, se notan inciertos, pues no entienden quién es ese tipo que es seguido por séquito de cámaras y periodistas. A diferencia de su antecesor, Guillermo Sanz Llorens, la gente todavía no reconoce a Estivenson Girón. Pero también hay rostros de incomodidad y temor. Quizás, ese temor es el que hace que algunos respondan con un tímido ‘bien’ cuando les pregunta cómo se encuentran.
Pero siempre hay alguien más envalentonado que los demás. Un anciano que se acercó a Girón le reclamó por todo el tiempo que lleva esperando para que lo atiendan. ‘¡¿Está aquí desde las 6 de la mañana?!’ es lo único que contesta el nuevo director. Ante la afirmación del viejo y todo un rosario de quejas que empiezan a emitir quienes están al rededor, el funcionario responde ‘Solo llevo 3 días en el cargo, denme chance’.
PREGUNTAS Y RESPUESTAS
Los medios aprovechan esta pausa en el recorrido para interceptar al director general.
Girón (G.) : – Venimos a visitar las instalaciones del complejo, tres días lleva la administración. Queremos conocer el sitio y la realidad, para poder evaluar la situación actual y poder preparar los correctivos necesarios, inmediatamente– comenta Girón.
Periodistas (P.) :–Sin duda alguna que antes de ingresar, se habrán evaluado cuáles son las falencias del sistema...
G. : –Ok. Toda la información que recibimos antes de llegar a la institución es información que debemos constatar. Recuerde que es información que se nos suministró. Queremos ver la realidad nosotros mismos para poder tomar los correctivos necesarios.
P. : – ¿Cuál ha sido su primera impresión ahora que conversó con los pacientes?
G. : –Algunos dicen que son bien atendidos, otros se quejan. Lo importante es que, al final, tengamos en promedio un mejor servicio, y vamos a trabajar en eso. Estamos claros en que las cosas no son fáciles, tenemos toda una historia y eso hay que irlo corrigiendo en la medida de lo posible.
P. : –La falta de medicamentos es una de las principales quejas...
G. : – Es el principal problema, estamos revisando eso. Vamos a ver los niveles de abastecimiento, vamos a ver qué medicamentos están faltando y vamos a ver dónde están los cuellos de botella para que no se repita eso.
P. : –¿Cómo está la situación con su subdirector?
G. : –Se evalúa. Es todo un proceso que no ha sido fácil y desde antes de asumir la dirección hemos estado evaluando eso. Esperemos unos días, lo importante es tomar decisiones correctas.
P. : –Se habla que usted nombró a 500 perredistas como parte de un pacto de gobernabilidad.
G. : –Insisto, no nombro ni panameñistas ni PRD ni de ningún partido. Nombro panameños. Este país es de los panameños y la Caja del Seguro Social es de los asegurados panameños. Los funcionarios que tiene la Caja del Seguro Social son panameños.
P. : –¿Pero nombró?
G. : –¡Yo no he nombrado a nadie! Estoy tratando de conformar mi equipo de trabajo. He nombrado nueve directores ejecutivos, únicamente.
P. :–¿Hay alguna presión porque nombre de algún partido en especial?
G. : – ¿Por qué van a haber presiones? Si esta es la institución del pueblo. Nos merecemos a los asegurados, nadie tiene que presionar nada.
P. : –¿Qué impresión tiene de lo que ha visto ahora que se acerca al complejo que tiene infinitas quejas en cuanto a infraestructura y en cuanto al servicio?
G. : –He recorrido 50 metros. Al final del camino podré dar observaciones más precisas. Está todo limpio y la gente bien y no hay conglomeración, hasta ahora.
P. : –¿Qué aspectos puntuales se están evaluando en cuanto al subdirector?
G. : –Que tenga el perfil adecuado. ¿ Ok ? Eso es lo que se quiere. Queremos tener un equipo integral para poder brindar mejor servicio. Lo importante aquí es que, al final, el equipo esté conformado de tal manera que el asegurado tenga un servicio de calidad y de seguridad. Eso es lo que nos interesa.
Solo llevo 3 días en el cargo, denme chance.
EL ELEVADOR
‘Es de mecha corta’, comenta una de las periodistas luego de las reacciones del director.
Una serie de saludos más y, finalmente el también profesor universitario llega con su comitiva a los elevadores. ‘¿A qué piso?’, pregunta la ascensorita, mientras algunos periodistas intentamos meternos en el elevador. Además de los funcionarios, terminarían adentro un par de fotógrafos y algunos reporteros.
–¿Quién limpia aquí?, ¿Cuánto tiempo tienen acá?– Le pregunta Girón a Óscar Madrigales, un empleado de la CSS que ha sido su guía durante la ruta. Madrigales le explica que es una empresa extranjera. ‘Es cuento que tienen que contratar extranjeros’, exclama el economista. Al parecer, Girón es advertido de que no están solos y, tanto él como Madrigales, siguen la conversación en voz baja. Sin embargo, el director vuelve a alzar el tono cuando, pareciera, se molesta por una contestación de su subalterno a quien reprende y le dice: ‘¡No me digas ‘yo creo’, quiero que me pongas las cosas como son!’.
–Piso 8– anuncia la ascensorista.
–Ahí dice piso seis– señala alguien al ver el letrero que anuncia dónde están.
–Nosotros vamos al piso 8, a la dirección general, reclama Girón.
–Este es el piso 8– reitera, sin inmutarse, la ascensorista– lo que pasa es que está dañado – explica, señalando el letrero luminoso que advierte en qué planta están.
–¡Ni el foco sirve!– lamenta Girón mientras sale al pasillo.
PISO 8
Girón y sus acompañantes llegan a la dirección general. En el camino, el nuevo director señala una puerta y comenta, curioso: ‘Mira, ahí estaba mi oficina’. Estivenson Girón fue analista financiero en la Dirección de Administración Financiera de la CSS durante nueve años.
En la dirección general lo estaría esperando Ahmed Vielgo, director médico del Complejo. En esta parte, el acceso fue restringido a los medios; sin embargo, no hubo que esperar mucho: en menos de 5 minutos Girón y Vielgo salen por otra puerta rumbo al quinto piso, en donde está Cuidado intensivos de medicina. En esta ocasión, prefieren utilizar las escaleras.
Vielgo y Girón van a la cabeza del grupo, y toda la fila de asesores y periodistas atrás. La gente se para en los marcos de las puertas para estrecharle la mano o lograr el saludo del nuevo director general de la CSS. Girón los saluda a todos e intercambia unas cuantas frases de cortesía con los funcionarios que le presentan.
Aunque van conversando entre sí, en algunos momentos se escuchan detalles de la charla:
–Aquí tenemos una sala con 19 camas nuevas, pero solo utilizamos 8– comenta el director médico del Complejo.
–¿Por qué solo 8? ¿Por qué no funcionan o por qué no tienen a quién meter?– cuestiona inmediatamente Girón.
Nuevamente el paso es restringido a los medios cuando se arriba a Cuidado intensivos de medicina. Ahí permanecen cerca de 10 minutos, conociendo la unidad. Hasta ahora, el recorrido es rápido. Dos pisos en menos de media hora. Y, al parecer, todo está dentro del presupuesto mental que tenía Girón, quien no se nota muy sorprendido por lo que ve.
PISO 3
Mientras van hasta Cuidados intensivos y a Cirugía, el Dr. Vielgo le advierte a Girón: ‘No se crea que esto está del todo bien’.
La advertencia del director médico del Complejo no es exagerada. En Cuidados intensivos de cirugía, por ejemplo, comenta Vielgo que a veces las puertas corredizas no funcionan. ‘De repente se dañan, y hay que llamar a la empresa, esa es nuestra realidad’. Girón y sus asesores escuchan las explicaciones de Vielgo; pero al director general se le empieza a endurecer el rostro. Vielgo lo nota y llama a un funcionario, al parecer, encargado de la parte de mantenimiento: ‘¿Alfredo, ellos vienen a arreglar cuando hay daños?’.
El economista empieza a hacer preguntas. Quiere saber qué empresa es la encargada de eso, quién dio el visto bueno de las obras, etcétera, etcétera. También pregunta por un problema con los aires acondicionados. Al parecer, no a todas las áreas les llega el aire. ‘Eso es con Dinisa’, le contesta Vielgo.
–En la reunión de transición, nosotros hicimos ese cuestionamiento y Dinisa dice que eso es responsabilidad de mantenimiento.
–Para nada– asegura Vielgo–. ¡Ingeniero Candanedo!– llama el médico–, ingeniero Candanedo respondale al señor director–, ordena Vielgo.
Candanedo empieza a contestar y, entonces, Girón, pregunta: ‘¿Mantenimiento trabaja segregado?’. El Ingeniero tartamudea un poco, pero, finalmente habla. Girón cuestiona otra vez: ‘¿Usted es el responsable de eso o Dinisa?’. El interrogando, Candanedo, le explica que es Dinisa. Ante esto, Girón solo dice ‘gracias’ y se da la vuelta para continuar avanzando.
‘Yo sé que esto es salud, y es delicado, pero hay que hacer las cosas’, reclama Girón en voz alta.
Más adelante, a unos escasos 10 metros, hay unos cubículos a oscuras y vacíos. Le explica Vielgo al director que no se utilizan esas camas porque ahí no llegan los aires acondicionados. El aparato que hay actualmente para distribuir el aire acondicionado, los chiller , no tienen la potencia para suministrar el aire a todos los sectores. Además, comenta Madrigales, ‘la misma manejadora no tiene la capacidad de darles mantenimiento’. El funcionario agrega que chiller nuevos se están instalando en esos momentos. ‘Cuando se instalen, probablemente se solucione’.
El director se ríe con ironía y lo repite, ‘probablemente’.
BASURA Y MÁS BASURA
Cuando el director general sale de los quirófanos, se fija en un hueco que hay en el techo. ‘¡José Miguel!’ le grita Girón al encargado de comunicaciones. El director general le ordena a su subalterno que el camarógrafo de la institución capture la imagen del techo. Luego, mientras le indica qué quiere que se vea, observa un contendor que recoge un gran cerro de bolsas plásticas: ‘¿Esto que es? ¿Basura?’.
Madrigales nuevamente se acerca y le explica que ahí se acumulan los desechos hospitalarios y luego se sacan de ahí. La información no satisface a Girón, que dice a toda voz: ‘¡Esto no puede estar a la mitad del pasillo, esto es un hospital!’. Ante el comentario, el director y su grupo son llevados a otras áreas de ‘Cirugía’. Le piden a los medios que no pasen, y una vocera del Complejo añade: ‘Y por favor apartense de ahí, que esos son puros desechos hospitalarios’.
El recorrido va por la mitad. Sin embargo a Girón ya se le ve algo molesto o, por lo menos, mucho menos sonriente que cuando llegó. El visitante es llevado al primer piso, en donde queda Farmacia. Ahmed Vlieg le dice: ‘Venga, director, pasemos a Farmacia para que vea cómo estamos abastecidos’. Girón duda un momento y le pregunta: ‘¿Esto qué es, la parte de atrás de Farmacia?’. El médico le contesta que sí. A lo que Girón se rehusa a entrar. ‘No, no, no. Vamos a la parte de enfrente, donde está la gente’.
Como le había comentado una de las periodistas que lo interrogó al llegar: ’La falta de medicamentos es una de las principales quejas’. Al llegar al a donde se entregan las medicinas, lo único que cayó sobre Girón fueron quejas, quejas y más quejas de la gente que nunca encontraba los fármacos que les recetan. Quizás por eso Vlieg prefería que su nuevo jefe entrara por la parte de atrás.
Estivenson Girón retoma fuerzas y se acerca a todo el mundo para saludarlo y preguntarle algunas cosas. Una señora toma la palabra y le reclama que tiene que comprar su medicina para la presión en una farmacia privada, porque en la CSS nunca hay.
Uno de los asistentes del director le pide a la señora el nombre de la medicina. La mujer, en cambio le pregunta a Girón: ‘¿Y usted quién es?’. Algunos rien por la pregunta, él, en cambio, con mucho orgullo , responde: ‘Soy el nuevo director general’. Inmediatamente otra señora se le acerca y le reclama que debe venir desde Chiriquí hasta Panamá porque no consigue morfina. Girón remite a la señora con una funcionaria que le toma sus datos. La anciana que le preguntó quién era, ahora quiere saber cuál es su nombre. El director solo contesta ‘Estivenson’.
Pareciera que esa fue la clave para que se desatara una avalancha de quejas. Otra jubilada inmediatamente le pide a Girón se compadezca de los pensionados y jubilados. ‘A ver si nos dan un aumento, la plata no nos alcanza’. Un señor se para de su puesto y le dice a Girón que cada seis meses debe ser atendido por un cardiólogo y que, para conseguir la cita la debe pedir con ocho meses de anticipación. El director escucha, y acepta que hay una falta de especialistas. Vlieg se acerca y comenta que, además, apenas el jueves había fallecido uno de los pocos cardiólogos que tenían.
Girón sigue avanzando y se acerca a un señor que le dice que no hay medicinas. ‘¿Si no hay medicamentos qué hace aquí?’. El señor le responde que espera una parte de las medicinas y le muestra un papel. Girón llama a Vlieg y éste, a su vez, llama a la encargada de la farmacia, Alma Rivera. Rivera explica que si no hay ciertas medicinas es por problemas con los registros sanitarios o porque los distribuidores no tienen con qué abastecer.
‘Un papel, ¿quién me da un papel?’, solicita el director mientras toma el bolígrafo y empieza a anotar cada una de las drogas que le pide la gente que se le acerca . ‘Yo estoy apuntando acá’, le dice uno de sus asesores, pero él lo ignora.
De ahí hasta que llega al final del pasillo lo único que escucha Girón es ‘falta esto, falta lo otro’. Y él exige a sus subalternos que le expliquen por qué. A los asegurados no les importa los motivos, lo único que quieren saber es cuándo habrá.
Veo la situación desde lejos y solo puedo pensar en aquella escena, basada en los pasajes bíblicos, del musical Jesucristo Superstar en la que Jesús es rodeado por una multitud de leprosos que le piden al Nazareno una cura para su mal y este termina por sucumbir ante la presión.
Igual pasa con Girón, quien, tras ir escuchando a uno por uno, decide, cada que se le acerca alguien, remitirlo directamente a sus colaboradores.
Con la intervención de sus subalternos, Girón logra salir de Farmacia y es llevado al lugar en donde se realizan resonancias magnéticas. El director médico del Complejo, Vielgo, le dice que para instalar el otro resonador, hay que apagar el único que hay. ‘¿Cuánto tiempo? ¿60 días? ¡Tenemos uno y lo vamos a apagar! No, imposible, búsquen otra solución’, reclama mientras va saliendo hacia la última parada: Urgencias.
En el camino hasta allá, se entera de que el complejo no logra abastecerse completamente de agua a pesar de que hay instalados dos tanques de reserva que funcionan. ‘Díganme cómo esto no sirve, denme una prueba concreta’, exige a Madrigales y al Ing. Candanedo.
La explicación, aunque clara, parece que no le cabe en la mente: Se solicitó la instalación de los tanques, pero nunca se licitó la instalación de las bombas que den presión para que el agua llegue a todos los puntos del edificio.
Girón llega a Urgencias y ordena a los que están ahí que ‘primero atiendan y luego pregunten por el carné. No quiero que nos estén ‘asoleando’ en los medios ’. Tras el regaño, Girón entra a la sala de emergencias. Los medios, por salubridad, se quedan afuera. Cuando sale, prefiere no emitir calificativos sobre lo que ha visto.
Cuando los medios se van, Girón es llevado a Consulta externa de Ortopedia. Al llegar un señor le reclama que no hay camilleros. Girón, dice, ‘en Atención al cliente le asignan uno’, ya no sonríe.