Más de 5.000 personas, según la policía, y alrededor de 10.000, según los sindicatos, se manifestaron este lunes en Bruselas para pedir a las autoridades...
- 13/10/2018 02:00
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En la lucha contra la pobreza tiene la juventud otra bandera de indudable aceptación. La miseria, el hambre, la desocupación, no tiene color político, tampoco tiene una nacionalidad específica, están huérfanas de asistencia social pública y privada.
Es una fatalidad el aumento constante de la pobreza y de la mortalidad infantil por ese motivo. Entiendo que la lucha contra la pobreza más que una batalla de los clubes juveniles es una empresa internacional, capitaneada por los países ricos, y a lo interno de cada país debe constituir un plan de gobierno vigoroso, realista y serio. No puede ser un plan que se pierde en la retórica de la burocracia, sino que debe concitar el interés de la sociedad en su conjunto. Ese plan debe racionalizar el gasto público, alentar proyectos sociales y conmover al sector privado.
En este país los funcionarios que devengan un salario de diez mil balboas mensuales deben saber que un jornalero, según el salario mínimo, tiene que trabajar cinco años, de sol a sol, para lograr esa cifra astronómica. Es decir que para ganar lo que esos burócratas perciben en un año, el jornalero panameño tiene que trabajar sesenta años. Estas realidades indican cómo la distribución de la riqueza en estos países responde a una concepción draconiana de los privilegios y de las igualdades.
Las juventudes deben recabar todos los estudios sociales y económicos existentes para que su participación en todos los debates no sea el fruto de la improvisación y de la demagogia, sino de la sensatez, del estudio y del más sano patriotismo.
Recuerdo cuando el Papa Juan Pablo II regaló a los pobres de Bogotá su anillo. Fue un gesto simbólico producido hace como quince años, dirigido al desprendimiento para conjurar las explosiones sociales; fue un mensaje a los poderosos de Colombia para compartir o para profundizar políticas sociales garantes de un mayor equilibrio entre los colombianos.
Jóvenes: Los que tenemos más pasado que futuro decimos a quienes tienen más futuro que pasado que el mundo de hoy no puede caminar airoso sin el concurso protagónico de todos y en particular de las juventudes que por su energía, pasión y amor, desean que la tierra sea un baluarte de paz y de progreso y no un permanente campo de terribles conflictos sociales.
Felizmente en mi país cada día toman más fuerza los organismos que luchan por el imperio de los valores. La sociedad civil generalmente apagada porque creía que su misión era delegar sus responsabilidades atendiendo la normativa constitucional, viene adoptando día a día nuevas líneas en el campo de los deberes ciudadanos. Reclama mayor participación y es más contestataria, más polémica, más exigente. Su reclamo fundamental es vivir en una sociedad de transparencias, en una sociedad decente, con un Estado que responda a normas de probidad y con un sector privado que se someta a patrones morales.
Siendo así, las juventudes deben luchar por los valores esenciales del ser humano y deben contar para ellos con la docencia. Hacerlo es un acto misericordioso de asistencia social. Solo con la educación de los pueblos se erradicar los vicios del juega vivo, del enriquecimiento fácil, del tráfico de influencias y de la explotación de todos los vicios que arrastran la miseria humana.
El flagelo de la corrupción como el del maltrato familiar, otra de las plagas actuales, solo se vence con la denuncia viril y responsable. Sin denuncia, la corrupción se ampara en la impunidad que otorga la complicidad del silencio. Flagelo duro de vencer, este de la corrupción.
Dios en un momento de impaciencia o de obstinación quiso acabar de raíz con la corrupción y mandó el diluvio universal. Así lo informa la Biblia. En los días que corren Dios le dejó al hombre, para ver si tenía mayor suerte, el diluvio de la denuncia. Por la naturaleza del flagelo, por la estructura anatómica de la hidra, por sus ramificaciones, solo una juventud incontaminada, sin compromisos con el pasado, aliada con los viejos que cruzaron el pantano sin manchar su plumaje, puede librar otra batalla histórica, la de erradicar de su suelo ese mal que también es mundial.
Existen dos asignaturas pendientes en esta conferencia. Una, explicar adecuadamente cuáles son los límites de la gestión cívica y cuáles son los de la política. Inicio por decir que la política y sus brazos de comunicación y de realización, que son los partidos, constituyen una necesidad en una democracia. Pero primero debe definirse lo que es la política. Se le conoce como el conjunto de programas, de ideales que determinan la administración del Estado. Los partidos son un conglomerado humano identificado por una vocación de servicio público. Así de simple y de verdad sabida es la definición.
Pero también ha sido muy simple el modo como la política y los partidos adulteraron estos conceptos. Es lo que se llama la crisis de los valores que repercutió en las estructuras de los partidos y de la política. El desiderátum es depurar el organismo enfermo y retornar a las concepciones originales. Lo que no puede hacerse es asesinar al enfermo porque no existe el reemplazo que responda a un ideario político, a una estructura y a una maquinaria nacional. Además, porque ese asesinato es lo que procura siempre en primera instancia el totalitarismo.
La primera acción decapitadora de toda dictadura es disolver los partidos políticos. Se toma esa medida para que entre la nomenclatura totalitaria y el pueblo no exista intermediario alguno para que se rompa la representatividad ideológica del pueblo y para que jamás se llegue a la participación esencialísima de todos los estamentos de la comunidad. La tarea pendiente, por tanto, es depurar la política y depurar a los partidos. Porque si no se depuran, los jóvenes y los honrados se apartaran de las luchas sociales, se deja el campo político a los corruptos. Si los jóvenes y los ciudadanos honorables no hacen la política, los ladrones tendrán un sitio en el quehacer nacional.
Para enfrentar todos los dilemas, la juventud debe asumir la obligación de cultivarse más y más, espiritual y académicamente. Es la segunda asignatura pendiente a la que ha aludido. Una juventud con espíritu marchito es tanto como afirmar que se trata de una juventud envejecida. Una juventud que se margina del aula o del templo académico es porque busca por otros caminos, difíciles o sospechosos, su propio destino. Sobre todo, si todos somos conscientes que en la vida existe un permanente renuevo de altas responsabilidades. González Prada, eminente filósofo peruano, decía: ‘los viejos al panteón, los jóvenes a la acción.' Pero una acción sin educación y sin cultura, es como un potro brioso y altanero, corriendo sin rutas por la llanura de la existencia.
FICHA
Un vencedor en el campo de los ideales de libertad:
Nombre completo: Carlos Iván Zúñiga Guardia.
Nacimiento: 1 de enero de 1926 Penonomé, Coclé.
Fallecimiento: 14 de noviembre de 2008, Ciudad de Panamá.
Ocupación: Abogado, periodista, docente y político
Creencias religiosas: Católico
Viuda: Sydia Candanedo de Zúñiga
Resumen de su carrera: En 1947 inició su vida política como un líder estudiantil que rechazó el Acuerdo de bases Filós-Hines. Ocupó los cargos de ministro, diputado, presidente del Partido Acción Popular en 1981 y dirigente de la Cruzada Civilista Nacional. Fue reconocido por sus múltiples defensas penales y por su excelente oratoria. De 1991 a 1994 fue rector de la Universidad de Panamá. Ha recibido la Orden de Manuel Amador Guerrero, la Justo Arosemena y la Orden del Sol de Perú.
En este sentido los jóvenes de hoy, formados académicamente, deben unirse a los hogares, a la sociedad y al Estado para enfrentar un terrible fenómeno muy enigmático: los varones se ausentan de las carreras universitarias. La coronación de los estudios universitarios, del total, casi el 70% son mujeres esmeradas y triunfadoras. El varón como que no encuentra, como antes, su destino en el aula. Es un probable síntoma de alguna enfermedad moral que debe estudiarse, porque el hecho podría sugerir que la mayoría de los jóvenes varones encuentran en otras alternativas subalternas la solución de su vida e ideales.
Es otra tarea de la juventud de ambos sexos; educarse para la acción fecunda y transformadora de la sociedad. Pero si se aparta del aula entonces el joven masculino no será garantía de mejores días para una sociedad sacudida por crecientes problemas y sorprendida cada instante con las novedades de la ciencia y de la tecnología. Los varones, en el campo de la formación intelectual, deben imitar la positiva conducta de las mujeres cada hora más interesadas por los misterios del mundo y del conocimiento.
Jóvenes: Estas congregaciones de juventudes de distintas nacionalidades, identificados por ideales comunes y por el semejante déficit doméstico de sus naciones, tienen la generosa virtud de lograr el intercambio de experiencias y de informaciones. Deben aceptar sin rubor que todos nuestros pueblos, como decía Simón Rodríguez, el maestro del Libertador, cargan sobre sus espaldas una inmensa lágrima y también arrastran las sandalias del dolor.
No existe tarea más hermosa que la de enjugar las lágrimas y mitigar el dolor ajeno. Es la tarea de los jóvenes de hoy con relación a las desventuras históricas de sus hermanos de América, he aquí la nueva categoría de la asistencia social. Penetrar en todos los conflictos sociales de nuestros tiempos, tomar partido en el campo de las soluciones, regenerar lo que debe ser regenerado y sepultar lo que deber ser sepultado. La asistencia social tiene hoy, repito, un alcance espiritual y ningún personaje más apropiado para incursionar en el mundo de los valores morales que el joven.
Jóvenes de América: La reseña del mundo en crisis que queda expuesta obliga a la juventud a constituirse en lazarillo de los pueblos, en sus ojos y oídos, y sus organizaciones nacionales y mundiales tiene los instrumentos para transformar la sociedad y el Estado y para dar un nuevo rostro a los seres que sufren en la tierra por la falta de pan y libertad. Asistencia social significa hoy pan y libertad. El pan de las oportunidades para que los pueblos salgan de la pobreza creando una sociedad justa y solidaria; y la libertad que libera el espíritu y que hace renacer la grandeza de la igualdad entre los hombres. Para lograrlo bastaría que todos ocupemos un sitio en la cubierta del barco de la República. Es la alternativa de la participación, es el camino de la responsabilidad. Manos a la obra.