La tragedia que conmovió a Panamá y otros países

Actualizado
  • 25/09/2011 02:00
Creado
  • 25/09/2011 02:00
PANAMÁ. El puesto de reparación y venta de celular de José Alcibiades Méndez, el asesino confeso de La Chorrera, estaba estratégicamente...

PANAMÁ. El puesto de reparación y venta de celular de José Alcibiades Méndez, el asesino confeso de La Chorrera, estaba estratégicamente ubicado. En el centro de la arteria comercial del distrito y desde el local se ve el almacén Casa Internacional del asiático Omar Lou, separado por la avenida de Las Américas y unos 50 metros de distancia.

Lou conocía a Méndez como lo conocían la mayoría de las personas de La Chorrera: un vecino amable que compraba accesorios para celulares en la Casa Internacional.

Esa relación comercial que los ligó durante varios años convirtiéndose en amistad, terminó en una historia propia del mundo cinematográfico. Una tragedia que empezó el 24 de octubre de 2010. Ese día a las 8:00 de la mañana, Lou recibió una llamada que lo dejó preocupado. Su hija, Yessenia Lou Kam, que había salido de su casa con destino a la Universidad Tecnológica, donde realizaba su primer año universitario, había sido secuestrada. Desde el otro lado del auricular Lou escuchó ‘papá estoy bien’. Inmediatamente después, la propuesta del plagiador solicitando 200 mil dólares por la liberación de la joven chorrerana de ascendencia asiática.

Lou puso la denuncia ante las autoridades y, al día siguiente, volvió a recibir la llamada del plagiador de su hija. No hubo negociación.

Después de la segunda llamada, Lou no volvió a saber más de su hija, ni del plagiador.

El puesto de Méndez está cerrado y en la puerta hay un letrero que dice ‘asesino’. En Casa Internacional el movimiento comercial se mantiene vivo, los clientes llegan, compran y se van.

Omar Lou atiende su local e intenta olvidarse de la tragedia que conmovió a La Chorrera y al país. Yessenia Lou fue la primera víctima de Méndez, mejor conocido como José Celular, un dominicano que entre octubre del año pasado y septiembre de este año, secuestró y asesinó, además de Lou, a otros cuatro jóvenes chorreranos de ascendencia asiática.

Young Wu Ken de 27 años, la segunda víctima, fue secuetrado el diciembre de 2010. Desde allí la ola de secuestros paró hasta el pasado 7 de septiembre, cuando Sammy Zenq Chen, Yoel Liu Wung, de 19 años y Georgina Lee Chen, de 18, desaparecieron. Sus secuestros marcaron el inicio de la captura de Méndez, el pasado martes 13 de septiembre.

LA SEÑAL

Los padres de Sammy, Yoel y Georgina entraron en contacto con el plagiador, que solicitaba 2 millones de dólares, según contó Mi Diario.

El domingo 11 de septiembre se inició el proceso para la entrega del dinero en un sector de El Espino de La Chorrera. Los padres de los jóvenes chorreranos se debían guiar por unos cartuchos rojos que habían sido colocados en distintos puntos del lugar de la entrega del dinero.

Ese domingo la entrega del dinero no fue posible, pues los padres de los jóvenes desistieron de la medida al llegar a una zona que consideraron peligrosa.

Dos días después, en Arraijan, se da una nueva negociación y se le entrega 160 mil dólares a los plagiadores.

Los padres empiezan a investigar entre los comerciantes de origen asiático, quién había comprado tantos cartuchos rojos y en un minisúper observan en un vídeo de las cámaras de vigilancia al dominicano Méndez haciendo las compras.

Los asiáticos avisan a la Policía Nacional y los operativos de la captura de Méndez inician ese mismo día.

Dos días después, el dominicano guiaba a las autoridades judiciales, encabezadas por el procurador José Ayu Prado, a una casa en El Trapichito. Allí yacían los cuerpos de sus cinco víctimas.

Yessenia Lou y Young Ken fueron sepultados debajo de la sala de la casa, sus cuerpos ya calcificados habían perdido cualquier rasgo de vida. Sammy, Yoel y Georgina, estaban en uno de los cuartos.

El jueves 15 de septiembre, las primeras imágenes e informaciones de la tragedia de La Chorrera empezaron a recorrer el país, y como una bola de nieve, la historia trascendió fronteras durante los días siguientes: República Dominicana, México y Honduras. Los diarios hicieron eco, no solo del secuestro y asesinato de estos cinco jóvenes, sino del problema de la inseguridad en Panamá.

El periódico La Jornada de México título el jueves 22 de septiembre: ‘Marcha en Panamá contra la violencia’.

‘Miles de personas piden seguridad en Panamá’, titulaba El Heraldo de Honduras.

Ambos diarios recogían la preocupación del embajador de Taiwán en Panamá, Simón Shen-yeaw Ko.

‘En término general la comunidad china está con mucha preocupación’, dijo el diplomático durante una reunión con la prensa internacional.

SOLIDARIDAD

La preocupación del diplomático también fue expresada por la comunidad china en La Chorrera y los propios panameños en las calles, el pasado miércoles. Unos 20 mil ciudadanos marcharon desde la iglesia San Francisco de Paula hasta el parque Libertador en la avenida de Las Américas de La Chorrera.

La marcha fue presidida por una misa en la iglesia San Francisco. Allí se leyó una resolución de la Asociación china que resumía el sentimiento que se vive en estos momentos en el país.

‘Saldremos todos en una marcha silenciosa por la paz, iremos en un silencio tan fuerte que se escuche en todo el país y que entre a la conciencia de toda la nación para decir un alto a la violencia: un silencio que lo escuchen las autoridades y que les lleve el mensaje: un alto a la violencia’.

Todos pedían un Panamá sin violencia, sin peligro y sin secuestros. Retratos de los cincos jóvenes chorreranos asesinados eran portados por otros jóvenes del distrito.

La acción de la comunidad china en La Chorrera tuvo su repercusión.

‘La colonia Chino-Panameña ha dado muestra de lo que una sociedad civil organizada puede hacer. Un abrazo solidario’, escribió la ex procurador Ana Matilde Gómez en su cuenta de twitter el día siguiente, el pasado jueves.

Desde que salto a la luz pública

el asesinato de los cinco jóvenes chorreranos de ascendencia asiática, en La Chorrera no se habla de otra cosa y siempre surge la misma interrogante: ‘Cómo pudo pasar todo eso, por qué no se pudo evitar’.

EL SEPELIO

Ayer, la comunidad china en La Chorrera, igual que el pasado miércoles, hizo un alto en sus actividades comerciales para recordar a sus víctimas.

A las 7:30 de la mañana en la Parroquia San Fran cisco de Paula se inició la primera misa: la imagen de Yessenia Lou fue observada en una fotografía ubicada al lado del ataúd, a un año de su desaparición. Una hora después, en ese mismo lugar, se dio inicio a la misa de Georgina, Samuel y Joel, cuyas cenizas reposaban en sus respectivas criptas, junto a fotografías que lucían la pureza de sus mentes y la alegría de sus sueños por cumplir.

El arzobispo de Panamá, José Domingo Ulloa, que presidió la ceremonia, reiteró sus condolencias a los familiares de los cinco jóvenes, cuyas vidas fueron cegadas por la muerte violenta y felicitó al pueblo de La Chorrera por la solidaridad demostrada a la comunidad china.

Un poco más tarde, a las 10:00 de la mañana, se dio el último adiós a Young Wu Ken, cuyos restos, igual que los de Yessenia Lou, fueron enterrados en el Campo Santo Colinas de la Paz en Arraiján.

Las cenizas de Georgina, Samuel y Joel, fueron llevadas al Cementerio Chino de Corozal, en la Ciudad Capital, donde, cumpliendo con la tradición, se realizó una ceremonia de quema de piñatas de carros, aviones, casas, saloneros y demás, que simbolizan los objetos que acompañarán a los muchachos en su largo peregrinar.

En medio de este drama surge información de una tierna historia de amor. Georgina y Samy eran novios y pensaban casarse. Un día antes de sus sepelios sus familiares hicieron una ceremonia de unión simbólica.

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