La herencia criminal del ‘Patrón’

PANAMÁ. En los años ochentas, Colombia vivió la peor de sus historias. Una etapa difícil de describir que se resume en cortas frases co...

PANAMÁ. En los años ochentas, Colombia vivió la peor de sus historias. Una etapa difícil de describir que se resume en cortas frases con grandes cicatrices; bombazos que dejaban muertos y heridos por las calles, ministros asesinados, muerte para directores de diarios, aviones que explotaban en pleno vuelo. Era la guerra de Pablo Escobar contra Colombia.

Sus manifestaciones violentas tenían un fin; evitar la extradición de los criminales nacionales hacia los Estados Unidos, para ello el amedrentamiento resultaba ser una de las mejores herramientas para arrodillar al gobierno ante las exigencias de los extraditables.

En aquellos años de terror, cuenta el General Rosso José Serrano, una de las cabezas que ideaba la estrategia para eliminar al cartel de Cali liderado por los hermanos Rodríguez Orejuela y el de Medellîn con Escobar al frente, ‘no sabía qué hacer; me tocaba acudir por día a tres funerales de mis hombres’.

Después de esta amarga experiencia a Rosso le quedó muy claro que no hay narcotráfico sin violencia, ‘a las buenas no existe, sobre todo por la cantidad de dinero que se mueve y la crueldad de los mensajes’, que trata de transmitir un cartel cuando se llena de plomo a una persona. ‘El narcotráfico es una maldición que nos permitió ver cosas parecidas a las que utilizaban los nazis’ dice Serrano.

Una lección que deben tomar en cuenta el resto de los países pues los carteles mexicanos en alguna forma son peores a lo que hacía Pablo, dice Rosso; los Zetas, los Arellano Félix son tremendamente agresivos no hay similitud, no hay cómo comparar actitudes tan violentas.

Pasada la ola de violencia, el narcotráfico parece haber migrado hacia otros horizontes; el norte por ejemplo. Los mexicanos no son más los "empleados" de los progenitores de la coca, ahora ellos funcionan como contratistas, son más poderosos. A diferencia de las nuevas generaciones de narcotraficantes en Colombia, en México éstas personas tienen rostros, sus hijos tienen cuentas de twitter donde muestran sus ostentosos automóviles último modelo, lujosas casas, armas cubiertas de oro, et.

Posterior a la muerte de Escobar el gobierno colombiano logró destruir varias estructuras de los carteles, pero según la periodista de El Tiempo de Bogotá, Colombia Marta Soto, el negocio se transformó en un narco-paramilitarismo en vez de los grandes carteles.

Estas nuevas células lograron introducir en el senado a 45 integrantes que lograron una silla en el hemiciclo gracias al apalancamiento económico y/o el apoyo de la estructura de éstos carteles. Hecho denominado como la narcopolítica.

Si bien se ha golpeado el narcotráfico, la periodista Soto señala que la enseñanza gira tal vez no a la desaparición de éste, pero sí a que los gobiernos pueden apostar a controlarlo.

La generación de Pablo escobar se extinguió; Jhon Jairo Velásquez alias "Popeye", lugarteniente de Escobar, purga condena en Estados Unidos, muchos de los que quedaban del cartel de Medellín se extinguieron dice Serrano. Ahora están las ‘Bacrim’, bandas dedicadas no solo al narco sino a la extorsión, narocmenudeo, y otros delitos que ya no sorprenden ni a las autoridades ni al gobierno.

Son los residuos de las organizaciones que tienen muchos de sus jefes extraditados y otros en la cárcel. Para los que están fuera del país es muy complicado manejar a sus seguidores, pero en cambio a otros les es factible.

El gobierno colombiano tiene un mensaje claro para quienes insisten en el crimen; la cárcel o la muerte. No obstante, al ser un fenómeno globalizado hace falta que otros países del continente controlen el consumo, las facilidades para esconder el patrimonio, el trasiego de precursores químicos, se trata de una responsabilidad compartida.

Extinguido Escobar, Colombia logró recuperar sus instituciones que habían quedado muy debilitadas tras la violenta ola de atentados.

La razón principal que motivó la guerra de Escobar hoy es uno de los brazos más fuertes del Estado colombiano. Mas de dos mil criminales han sido extraditados a los Estados Unidos y otros países.

Sin embargo hay retos pendientes; quienes se fueron en los ochentas ya pagaron prisión en el norte y están volviendo a recuperar su negocio en casa. Aunado a ésto, los jefes de éstas células criminales o baby carteles aprendieron que es mejor ‘esconder’ sus rostros como entes anónimos y evitar ser identificados por la ley.

A Colombia le tocó endurecer las leyes de extinción de dominio y de tránsito de precursores químicos, lo que ofreció una plataforma más eficaz al gobierno para la lucha antinarcóticos.

La experiencia ofreció a las fuerzas policiales colombianas una visión amplia sobre los controles, la inteligencia y la cooperación regional con los países vecinos para alertar sobre la expansión del fenómeno.

El consejo para Centroamérica es que la vivencia colombiana sea un ejemplo para adoptar las medidas y ‘no nos echemos la culpa entre unos países a otros’ acotó el General.

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