La tragedia de la familia Ramos

Actualizado
  • 14/01/2014 01:00
Creado
  • 14/01/2014 01:00
ARRAIJÁN. Para limpiarle las úlceras a Rogelio hay que introducirle los dedos unos dos centímetros adentro de la carne. Él no siente, po...

ARRAIJÁN. Para limpiarle las úlceras a Rogelio hay que introducirle los dedos unos dos centímetros adentro de la carne. Él no siente, porque está paralítico del pecho hacia abajo, pero quienes le hacen de ‘enfermeros’ lo sienten en carne viva.

Rogelio era un reforzador de 27 años que laboraba en los primeros edificios que se levantaron en Loma La Pava, entre la avenida Ricardo J. Alfaro y la vía Transístmica. Un domingo, sus compañeros acordaron irse de paseo a un río de la zona este.

Que se cayó, que se resbaló, que se tiró al agua son las tres versiones del accidente de Rogelio, que después de permanecer tres meses en el Complejo Hospitalario Arnulfo Arias Madrid de la Caja de Seguro Social (CSS) regresó a la casa de sus padres, en Cáceres, Arraiján.

Estaba paralizado porque tenía una o dos vértebras quebradas, recuerda Rogelio. ‘En ese tiempo estaba recto, no estaba así. En la medida en que pasaba el tiempo se me fue llenado el cuerpo de úlceras por estar acostado’.

En ese entonces, Rogelio tenía esposa y un hijo de dos años. Hace diez años solo tiene a Rogelín, el hijo.

Con una silla de ruedas podía llevar una vida casi normal, aún con el cuerpo casi paralizado. Con la ayuda de una vecina fue a la playa de Veracruz. La silla está colgada en la parte de atrás de la casa.

Antes y después del accidente Rogelio, de 43 años, ha visto morir a sus hermanos. Al hermano Ovidio lo mató un camión que se salió de la vía, en Cáceres. A César, que conducía un taxi, un equipo pesado le chocó por esquivar un hueco de la carretera.

UNA CADENA DE MUERTES

Esas dos tragedias ocurrieron cuando Rogelio estaba sano y ambas pérdidas las sufrieron cuando se celebraba el Día del Padre. Luego, cuando ya estaba en cama, hace seis años, el hermano Hermenildo ‘Mere’ escaló el arco del Puente de las Américas una mañana lluviosa.

El hermano estuvo tres horas en lo alto de la estructura. Entre vecinos y autoridades lo habían convencido de que no se lanzara. Entonces, ‘Mere’ fue arrastrado por la tragedia: cuando bajaba, lo hacía en chancletas y resbaló, pegó contra la malla ciclón y rebotó al agua.

Rogelio cuenta que del asunto de su último hermano fallecido hay versiones, al igual que se su accidente: unos dicen que fue por deudas y otros que fue porque la mujer le dijo que le hiciera la casa y ella regresaba, él construyó y ella no quiso volver.

LA MADRE QUE NO RECONOCE A LOS HIJOS

En los primeros años de recuperación de Rogelio su madre Margarita era quien se ocupada de todos sus asuntos. Hoy, la mamá de 83 años no puede ocuparse siquiera de ella misma, pierde la memoria y no reconoce.

Para Rogelio las noches son iguales que los días, por la ausencia de sueño.

‘Cuando no hay las pastillas en el CSS o en la farmacia me paso sin pegar los ojos hasta que me las consigan. Tampoco puedo ver televisión, me pongo imperativo’.

En el cuarto del paciente están sus artículos de diario: pañales desechables que le cambia su hijo, que ya tiene 18 años, cuando vuelve del trabajo y la bolsa de la sonda sobre una silla de plástico.

Rogelio ha sido atendido por los ortopedas, que asegura le han dicho ‘para qué te vamos a operar si tu no vas a volver a caminar’. Su impedimento para movilizarse lo supo desde que le dieron de alta hace 16 años. Ahora, lo que le pide a los médicos es que le den algún medicamento para el dolor de cabeza. Esta petición se la hace cada mes a los médicos de la CSS que le van a cambiar la sonda a la casa.

Brenda es una de las vecinas que conoció a Rogelio antes de la caída en el río. ‘Él tiene un hermano que nos venía a ayudar a moverlo de un lado a otro de la cama para curarle las úlceras, pero ya no viene porque no tiene fuerzas, ha sufrido siete accidentes de moto y tiene tornillos en los brazos’.

Aunque el mundo de Rogelio está entre cuatro paredes, en las horas de insomnio se pone a imaginar los cambios de la ciudad, del país. ‘Yo no pensé que iba a vivir tanto, pienso que la vida es bonita porque me ha permitido ver crecer a mi hijo’.

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