La ciudad, a ras del río

Actualizado
  • 17/09/2016 02:00
Creado
  • 17/09/2016 02:00
A pesar de que existen normas que protegen la servidumbre de las fuentes hídricas, la industria inmobiliaria ha ocupado estos espacios

Ocho ríos atraviesan el distrito capital. Pero, más que un atractivo turístico, estos se han convertido en un monumento a la mala planificación y a la falta de cumplimiento de las normas ambientales. La industria inmobiliaria se ha tomado la servidumbre de los ocho ríos hasta el punto de que, en algunas áreas, la corriente de agua corre, canalizada, por debajo de las edificaciones.

A esto se suman la contaminación que, en teoría, se solucionará con el proyecto de Saneamiento de la Bahía de Panamá.

En el plan de acción de la Alcaldía de Panamá se contempla la recuperación de los ríos, sin embargo, la propia vicealcaldesa Raisa Banfield reconoce que hay zonas, donde es ‘casi imposible' el rescate de la servidumbre.

Banfield es clara en señalar que las servidumbres de los ríos que aún permanecen libres no serán ocupadas. Al mismo tiempo acepta que, por el momento, no se tiene planificado ordenar la demolición de edificios que ocupan la servidumbre.

Sin embargo, agregó, se ha ordenado demoler obras que estaban en construcción y que ocupaban servidumbres fluviales. Citó los ejemplos de dos obras que se construían sobre la servidumbre del río Juan Díaz, que fueron demolidas debido a los constantes problemas de inundaciones que provocaban en este sector. La Alcaldía, incluso, ordenó un estudio, que fue realizado por una misión del Gobierno de Holanda, sobre las condiciones de esta cuenca y las posibles soluciones para mitigar las inundaciones.

La vicealcaldesa informó que entre las reformas que busca implementar esta administración figura la unificación de la norma sobre el uso de servidumbre.

Dos normas hacen referencia al tema: el Código Civil y la Ley 1 de 3 de febrero de 1994, por la cual se establece la legislación forestal en la República de Panamá.

‘Los constructores históricamente han usado la que establece los tres metros porque les conviene por ser más pequeña', señaló Banfield.

El plan busca establecer que se cumpla con la que establece la Ley forestal, que es mucho más amplia.

Sin embargo, no son las únicas normas que se han creado para proteger los recursos naturales. Hace cincuenta años se promulgó el Decreto Ley N° 35 de 22 de septiembre de 1966, que creó la Comisión Nacional del Agua.

‘La Comisión tiene poder para obligar a los propietarios a preservar la cobertura vegetal o adoptar medidas de lucha contra la erosión mediante disposiciones adecuadas.

La Comisión podrá también prohibir instalaciones y explotaciones que puedan crear peligros como consecuencia de modificaciones provocadas por ellas en el movimiento natural de las aguas, tal como es el caso de obstáculos que provocan inundaciones, explotaciones de materiales que desencadenan fenómenos de erosión, etc., señala parte del artículo 31 del Decreto Ley, firmado por el entonces presidente de la República Marco Robles.

El abogado ambientalista Donaldo Sousa recuerda que a finales de la década de 1950, la gente podía bañarse en el río Matías Hernández. Ahora, dice, los proyectos urbanísticos lo han tapado y su contaminación parece imparable.

‘Quizás nadie sabe que ese rió pasa por el área de Vista Hermosa', dijo.

Las consecuencias de la mala planificación son palpables cada vez que llueve fuertemente en la ciudad.

El último aguacero se cobró una joven vida, un menor de cinco años que se cayó en una alcantarilla pluvial y fue arrastrado por las fuertes corrientes hasta llegar al mar, recorriendo parte de río Abajo, uno de los ocho afluentes capitalinos.

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