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- 09/11/2009 01:00
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PANAMÁ. Las actividades cotidianas suelen ser rutinarias y, en algunos casos, aburridas; pero cuando se agrega un elemento adicional, no precisamente agradable, pueden convertirse en una pesadilla.
Esta situación es la que afrontan los pacientes que padecen hemofilia, una enfermedad que se considera de alto impacto social.
La inadecuada capacidad del organismo para coagular la sangre, unida a complicaciones en músculos, articulaciones y el sistema óseo, convierten a los pacientes de esta enfermedad en sujetos de alto riesgo médico.
Ser diagnosticado con Hemofilia A significa que es una persona con una baja capacidad de coagulación de la sangre y se encuentran en riesgo de sufrir sangrados de duración prolongada, que pondrían en peligro su vida.
La pérdida o producción anormal del llamado 'Factor VIII', o de coagulación es característica de la enfermedad.
Los pacientes hemofílicos requieren de una atención médica constante y costosa, que además, involucra la participación de toda la familia del afectado.
En Centroamérica, hay mil 100 pacientes hemofílicos, de los cuales 306 se encuentran en nuestro país.
Aunque la cifra de pacientes parece baja, en comparación con otras afecciones, el hemofílico lleva una pesada carga económica a cuestas.
La especialista Ninotchka Mendoza explicó que en la Caja de Seguro Social se aplica el tratamiento intravenoso con el Factor VIII, de origen plasmático, para los pacientes asegurados, mientras que en el Hospital del Niño se proporciona el tratamiento a pacientes no asegurados.
El costo semanal de este tratamiento supera los dos mil dólares, sin contar con situaciones alternas producto de accidentes.
Los hemofílicos asegurados constituyen el 46% de la cantidad de pacientes existentes en todo el país.
Un paciente hemofílico puede incorporarse a una vida productiva, con el tratamiento temprano y adecuado.
La doctora Mendoza estima que en nuestra región debe existir un mayor números de pacientes con la enfermedad.
“Tratar a un paciente hemofílico permite que mejore sustancialmente su calidad de vida, y aún más, su incorporación al proceso productivo con éxito”, apuntó la especialista en el tema.
Para lograr este propósito, señala la doctora, es preciso detectar las características de bebés y niños, así como sus antecedentes familiares, donde se ubica la historia médica.
“Un paciente adecuadamente tratado evita una serie de situaciones como la destrucción de las articulaciones, huesos y daños musculares, haciendo más frecuente el sangrado y el debilitamiento de la persona”, sostiene la doctora Mendoza.