‘Los Inocentes', teatro para conocer nuestra historia

Actualizado
  • 07/04/2019 03:15
Creado
  • 07/04/2019 03:15
La obra de Isabel Burgos, premiada en el Miró en 2018, explora la convivencia de los panameños y estadounidenses en la Zona del Canal en la década del sesenta

Hace unos días, me tocó escuchar una animada conversación que tenía lugar entre dos parientes residentes en Puerto Rico, desconcertadas ante la controversia que se había suscitado alrededor del estreno del musical Hamilton en esta isla caribeña, a principios de 2019.

Como explicaron, Lin Manuel Miranda, de menos de cuarenta años y criado en Nueva York pero de padres puertorriqueños, compuso la obra inspirado en la lectura del libro homónimo de Ron Chernow, de 400 páginas.

Se trata de una biografía de Alexander Hamilton, un inmigrante nacido en una pequeñísima isla caribeña, que luchó en las guerras de independencia de Estados Unidos y posteriormente se convirtió en el gestor de las políticas económicas del gobierno de George Washington, por lo que es considerado el ‘padre del sistema financiero estadounidense'.

Miranda, fascinado por este personaje que en su momento escandalizó e inspiró a su patria de adopción, se sintió impelido a llevar el tema a las grandes audiencias, sobre todo a aquellos que no tienen la paciencia o disposición para dar lectura a un libro tan monumental, pero que con agrado acuden a un espectáculo entretenido de una hora de duración.

La conversación sobre esta obra estrenada en Broadway en 2015 y premiada con un Tony al mejor musical me llevó a preguntarme sobre la disposición de los panameños a aprovechar este maravilloso medio que es el teatro para dar a conocer y reflexionar sobre la historia del país.

Como pude comprobar en días recientes, son muchos los dramas históricos que en los últimos años han ganado el Concurso Nacional de Literatura Ricardo Miró: Implicados (Arturo Wong, 2016), inspirado en el incendio de las instalaciones del Centro de Cumplimiento de Tocumen; Gaughin y el canal (Frank Spano, 2006); Desaparecidos (Alex Mariscal, 2015), que trata sobre la invasión de Estados Unidos en 1989.

Precisamente, se encuentra ahora en cartelera una de estas obras que de forma entretenida nos permite conocer el pasado y reflexionar sobre él: Los Inocentes , que se presenta en el Teatro La Estación.

LA ZONA DEL CANAL

Los Inocentes está basado en una historia que la dramaturga y productora Isabel Pérez Burgos escuchó en muchas ocasiones de boca de su suegro, quien en la década de los sesenta trabajó como cajero en la sucursal del Chase Manhattan Bank ubicada en La Boca, dentro de los límites de la antigua Zona del Canal.

La Zona, como se le conocía, era todavía en los sesenta una sociedad organizada bajo el sistema de ‘apartheid', jerarquizada en una pirámide de castas, en cuya cúspide se encontraba el gringo blanco, que decidía el destino de los panameños que quisieran trabajar en el Canal y de los zonians de color, descendientes de los constructores de la vía acuática.

Este sistema de claras separaciones, que favorecía a los zonians blancos, estaba a punto de hacer su primer ‘crack' con el movimiento a favor de los derechos civiles (1955-1969) que tenía lugar en Estados Unidos.

Los sucesos que narra Burgos comenzaron a desencadenarse al momento en que el Chase Manhattan Bank, controlado por la poderosa familiar Rockefeller, y entonces el segundo banco más poderoso del mundo, fue puesto bajo la mirilla de los activistas de los derechos civiles por su relación con el gobierno racista de Suráfrica.

Primero se organizaron protestas frente a sus oficinas en Nueva York. Después los mismos empleados afrodescendientes se presentaron en masa a los tribunales a interponer demandas contra las prácticas y políticas discriminatorias del banco. Por último, se organizaba un boicot y llamado a retirar los depósitos.

Probablemente, fue ese el momento (entre 1965 y 1967) cuando la directiva consideraró que era el momento de cambiar de política. Así, desde casa matriz, en Nueva York, salió una orden para todas las sucursales del Chase en el mundo. Ascender a los empleados negros a posiciones que pudieran ocupar en razón de sus conocimientos y habilidades.

En la aldea mundial, la orden repercutió rápidamente en la Zona del Canal, donde un cajero panameño, de apellido Burgos, fue llamado un día a la oficina del gerente gringo del banco. Se trataba de un acontecimiento extraordinario. Algo serio debía ocurrir. Y así fue. El gerente quería hacerle una pregunta: ¿estaba dispuesto a entrenar y trabajar con un colega negro?

Para Burgos, como panameño al fin, no se trataba de nada especial, pero para los zonians, en su mayoría provenientes del Sur de Estados Unidos, la cosa era diferente.

De acuerdo con el relato transmitido por el entonces cajero a su hoy nuera, la presencia del nuevo colega de color suscitó las más aireadas protestas de parte de los zonians, que organizaron prontamente una manifestación frente al banco. Allí llegaron los policías, pero no a disolver la protesta, sino a proteger a los manifestantes, que portaban letreros con los más sorprendentes mensajes: la Biblia defendía la separación de razas. La integración era producto de la infiltración comunista. La raza blanca estaba en peligro.

Los zonians amenazaban con no acudir al banco si se mantenía la presencia del cajero, pero en realidad no tenían opción. El Chase manejaba todos los dineros de la Zona del Canal. Y la decisión venía de casa matriz. Tuvieron que acostumbrarse.

Lo que hicieron fue negarse a ser atendidos por él. Burgos recuerda que durante los primeros meses de la presencia del nuevo cajero (llamado Thomas en la obra) eran muy pocos los que optaban por hacer fila en la caja que él atendía. Sus clientes eran sobre todo los mensajeros panameños a quienes el color de la piel del cajero no era un asunto que les incumbiera y, al ver la caja vacía, preferían el servicio más rápido.

‘Era como la fila de los jubilados de hoy, una fila exprés', dice Isabel, riéndose al comparar la reacción de su suegro a los acontecimientos que vivió, con la postura de las presentes generaciones confrontadas a la historia. Burgos padre, dice, aceptaba los sucesos como si se tratara de ‘realismo mágico', mientras que hoy, los jóvenes se sorprenden de que este tipo de sucesos hayan tenido lugar.

LOS INOCENTES

El increíble suceso vivido por Burgos no es más que el principio de una obra teatral que presenta de forma jocosa los diversos sectores de la sociedad panameña, y las ricas y complejas relaciones que se establecían entre ellos y los zonians, relaciones basadas en la autoridad de los segundos, la rebeldía o sumisión de los primeros, pero también la creación amistades verdaderas y profundas y amor entre representantes de los dos grupos.

Allí está la rabiblanca que busca marido en la Zona del Canal; el ‘juega vivo' que sin más capacidades que la ventaja de no ser negro se camaleoniza para sacar provecho del sistema sin que lo perturben los valores de ningún tipo; el residente de Rainbow City a quien sus padres han insistido en que sea más limpio, amable y educado que ningún otro con el fin de contrarrestar el handicap que le imponía su raza.

Pero la obra no se queda allí, sino que avanza hasta la realidad de hoy. ¿Quiénes somos? ¿Como estamos jerarquizados nosotros mismos? ¿Por qué se separa y se discrimina? ¿Se trata de prácticas basadas en realidades objetivas o en costumbres ancestrales y prejuicios infundados?

Los panameños que hemos protestado contra las injusticias que se cometían en la Zona del Canal y los agravios que recibíamos en un territorio que nos pertenecía somos invitados a reflexionar: ¿eran solo ellos los racistas, los discriminadores, los sesgados?

Para el montaje, Isabel, una dramaturga premiada con el Miró en 2014 y que volvió a repetir con esta obra en 2018, pasó largas horas con su suegro, intentando expurgar hasta el último detalle de la época. Qué preocupaciones tenía la gente en los sesenta; cuáles eran las costumbres; de qué se hablaba, cómo utilizaban el tiempo libre, cuáles eran las rutinas de los empleados del banco, cómo se relacionaban en sus tiempo libre.

La autora se siente muy satisfecha con los resultados de su esfuerzo. La obra no solo ha encantado a los jurados del Miró que la premiaron en el año 2018, sino a quienes acuden a verla, desde principios del mes de abril.

‘Yo viví esta época y puedo testificar que lo que se ha contado aquí es la realidad tal y como yo la conocí', dijo uno de los espectadores de mayor edad que acudieron este miércoles a ver el drama.

También me hablaron de otro espectador que volvió al teatro al día siguiente de ver la obra para comprar cien boletos para distribuir a los estudiantes de una escuela con la que estaba relacionado. ‘Todos los panameños tenían que verla', fue su comentario. Lo mismo pienso yo.

Los inocentes estará en cartelera hasta finales de mes en el Teatro La Estación, de Vía España, de miércoles a domingo, a las 8 pm.

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