Tiempos 'modernos', entre la ficción y la realidad del consumo

Actualizado
  • 25/10/2019 00:00
Creado
  • 25/10/2019 00:00
De a poco y sin resistencia, nos vamos convirtiendo en personajes virtuales como la reportera Andrea Caracortada en la película 'Kika', de Almodóvar

Llegó el día más esperado del mes, primero de octubre. El dinero de la quincena ya está acreditado en la cuenta. Es el momento de organizar los gastos y pagos para que no se detenga la máquina de consumo. Son las 7:55 de la mañana. Hago fila para entrar al Banitsmo. Los empleados nos reciben con aplausos como si fuésemos los protagonistas de una obra de teatro, pero en realidad somos simples actores sociales cumpliendo con los pagos de préstamos y tarjetas de crédito, en tres horas de vueltas para funcionar en esta sociedad de locos y de consumo.

En el centro de la ciudad, son las 6:00 p.m. y el tráfico ahoga más que nunca.

Llega el 2 de octubre, otro miércoles de cine con algún superhéroe. Una salida que los chicos de la casa programaron hace un mes. La hora programada para la película es a las 5:45 p.m. Como siempre, ese día tan especial todos hacemos arreglos para llegar rápido a la casa y prepararnos. Las tareas del colegio como nunca ya están listas. La casa, ordenada, todos bañados, peinados y vestidos para salir a tiempo rumbo al mall. Nos transportamos en el carro, tomamos el Corredor Sur para llegar a tiempo, pero parece que todos tenemos el mismo hábito este miércoles de quincena. Recuerdo la película 'Metrópolis', de Fritz Lang en 1927. Una ficción futurista ambientada en 2026, una ciudad con grandes rascacielos similares a los nuestros y que funciona a la perfección, donde una minoría se desplaza en automóviles y trenes que circulan por cintas elevadas. En contraste, la ciudad subterránea avanza con la complejidad de máquinas operadas por obreros invisibilizados que trabajan hasta el cansancio.

Son las 6:00 p.m. El tráfico ahoga más que nunca. Al llegar a nuestro destino, la demora nos imposibilita alcanzar el filme. Entramos por el acceso más parisino del mall. Todo es lindo, diseñado cuidadosamente y el ambiente está impregnado de un exquisito perfume que invade hasta nuestras almas. La entrada opuesta es menos glamorosa, allí muchos de los visitantes llegan desde el trasporte público. Me transporto fugazmente al París de los años 20 como el protagonista y escritor de 'Medianoche en París' de Woody Allen, pero en este caso, sin la compañía de Hemingway, ni Adriana, ni Dalí. Caminamos unos metros por el pasillo 'Luxury' hasta las boleterías del cine.

En las pantallas, vemos todas las posibilidades de salas e idiomas para disfrutar de la película del superhéroe, pero la versión que buscamos y al precio que queremos comienza en tres horas.

—¿Qué hacemos? —pregunto.

—Ya que estamos aquí la vemos en inglés en la sala vip —contesta el resto de la familia.

Es un momento en el que hay que tomar decisiones rápidas. La presión de la familia, de la cajera, de los personajes que están detrás en la fila, comprar el combo para comer, ir al baño y llegar a tiempo a la sala. Me convencieron rápido.

Toda esta línea de producción o de consumo me recuerda a la película de Chaplin, 'Tiempos Modernos', proyectada en 1936. Nos movemos como mercancías por cintas mecanizadas hasta la boletería, una persona robotizada nos ayuda a gestionar la compra de las entradas.

No hay que pensar demasiado. Se elige rápido, se pasa nuevamente una tarjeta y a disfrutar.

Mientras esperamos la película vemos avances fragmentados de los próximos estrenos, de las normas de conducta en la sala y de cómo deshacernos de las bandejas con residuos que no colaboran ni con el medio ambiente, ni los alimentos con nuestra salud.

Siempre repetimos hábitos. ¿Por qué ir el miércoles de quincena al cine? Muchas veces hay otras opciones de cine no comercial en el Museo de Arte Contemporáneo, en el Centro Cultural España, en la Alianza Francesa o en el Cine Universitario. Generalmente con entrada gratis.

Según la Asociación de Distribuidoras de Películas en Panamá, en 2015 la asistencia anual fue de 5,750,000 espectadores.

De a poco y sin resistencia nos vamos convirtiendo en personajes virtuales como la reportera Andrea Caracortada en la película 'Kika', de Almodóvar. Con una cámara filmadora en la cabeza y trasmisión en tiempo real va registrando todo sin filtros para un reality show.

Hoy cargamos un smartphone para registrar nuestras propias intimidades y compartirlas en las redes sociales. Como en el film '1984' del libro de Orwell, donde el “gran hermano” todo lo ve. Cámaras de seguridad y diferentes dispositivos electrónicos saben más de nuestra realidad que nosotros mismos en tiempo presente.

Son las 10:22 p.m. Ya comienzo a mirar el calendario para la próxima quincena y de seguro en “San Google” encontraré nuevas promociones para las próximas salidas y el entretenimiento familiar del mes, en una sociedad de consumo que es, indudablemente, un auto que viaja a gran velocidad, de manera indetenible.

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