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- 09/09/2013 02:00
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CHIRIQUÍ. Resulta irónico. Mientras en la Comarca Ngäbe Buglé, los índices de desnutrición infantil superan el 70%, por la falta de alimentos, en las tierras altas de Chiriquí, región que conserva el 50% de la producción agrícola nacional, cada día son más los agricultores que pierden quintales de alimentos ante los problemas de comercialización.
Así encontramos a Domingo Montenegro, contando cuántos quintales de zanahorias dañadas dejó de vender este mes, pues dice que ‘la gente sólo visita el pueblo para hacer turismo, pocos son los que compran vegetales’. Esta es la realidad de una región que es promovida en el extranjero por la Autoridad de Turismo como la ‘ruta agroturística por excelencia’ del país.
LA PROMESA DEL GOBIERNO
Como una alternativa para dar a los productores un hálito de esperanza, ante la pérdida de su producto, desde el 2010 el gobierno impulsó la idea de crear una Cadena de Frío. Un proyecto valorado en $287 millones que está custodiado por la Secretaria de Cadena de Frío, adjunta a la Presidencia de la República.
Las obras se dividen en dos componentes; el primero lo constituyen 4 centros de acopio (Volcán, Cerro Punta, Dolega y El Ejido), y el otro es la creación de una red de mercados minoristas y una unidad alimentaria en la ciudad capital.
Los centros de acopio se encargarán de almacenar, preservar y comercializar 24 rubros; los más sensibles a los cambios de temperatura y humedad.
Pero de las promesas del gobierno vuelven a saltar más ironías: el proyecto, ha despertado más escepticismo que otra cosa en los productores. ‘Nadie entiende de qué se trata, ni a quienes beneficiará.
Esa es la percepción que hay en la zona’, explica Ante Fistonic Beros, uno de los pocos grandes productores que hay en tierras altas.
A pesar de la impresión de sus amigos productores, el empresario trata de mirar el proyecto con optimismo: ‘Vamos a esperar a ver cómo funciona para saber si será o no viable’, afirma.
Justamente es la viabilidad y la poca información que se maneja lo que ha despertado la preocupación de la Cámara Comercio de Chiriquí. Su presidente, Abdel Torres, lo dice sin temor: ‘No entendemos cómo se están construyendo este tipo de infraestructuras cuando los beneficiados directos, que serán los productores, no saben ni para qué servirán’.
LAS DUDAS DE UNA PROMESA
Y es aquí donde salta la primera interrogante: ¿habrá suficiente producción agrícola para almacenar en estos centros de acopio? La semana pasada se inauguró el primer centro de acopio ubicado en Volcán.
El secretario de la Cadena de Frío, Fernando Duque, explicó que este centro se encargará de almacenar productos perecederos tales como la lechuga, repollo, y, sobre todo, cebolla; un rubro que según los productores ha disminuído su producción en más de un 50%.
La afirmación de los agricultores se confirma con las cifras que reposan en el Frente Pro Rescate del Sector Agrícola de la Cámara de Comercio de Chiriquí.
En el 2003 se habían sembrado 733 hectáreas de cebolla y hasta diciembre del año pasado la superficie sembrada alcanzó las 376 hectáreas.
La merma en la producción se ha traducido en un efecto búmeran en la cantidad de agricultores que se dedican a esta actividad: en el 2003 había 309 registrados, y el año pasado sólo 83 productores apostaban por seguir cultivando cebolla.
Según informes de la Cadena de Frío, el Centro Postcosecha de Volcán tendrá una capacidad para almacenar cebolla mes y medio de lo que se produce en la región. Una cifra que no se precisó, pero que en la Asociación de Tierras Altas explican la producción de cebolla en Chiriquí cayó de 50 mil quintales mensuales; a 15 mil quintales por hectárea.
En la Cadena de Frío el proyecto es defendido a capa y espada. Este centro que comenzará a funcionar este miércoles tiene como finalidad crear una reserva de cebolla que evitará ‘su desabastecimiento, potencializará el mercado regional, protegerá al productor y hasta impulsará la exportación’.
Víctor Watts, del Frente Pro Rescate del Sector Agrícola, cree que el gobierno ha construído estructuras que no se sabe si habrá la suficiente capacidad de producción agrícola para llenarlas, pues ‘la producción en Chiriquí disminuye’.
Su planteamiento lo sustenta con unas cifras para nada alentadoras. En los últimos 9 años, unos 2 mil 139 productores han abandonado la actividad agrícola y se han dejado de cultivar 73 mil 146 hectáreas —solo en Chiriquí—. Los rubros que más han caído son el arroz, la cebolla, Este es un dato que a simple vista es perceptible al echar un vistazo a las tierras altas. Después de Bambito, en Volcán, se observan quioscos de venta de rubros con baja comercialización a la par de hectáreas de terreno sin trabajar. Donde antes había víveros y extensos cultivos de papa, zanahoria, lechuga y cebolla, hoy no queda nada. Extensos campos sin cultivar están ocupados por ganado y caballos de alta genética que se han convertido en los mudos testigos de este panorama.
¿Cuál es la solución? Watts dice que quien tiene la varita mágica es el presidente de la República, para impulsar políticas de Estado más equitativas a favor del productor asegurando la seguridad alimentaria del país’.
En Cerro Punta, los productores creen que la equidad en ese eslabón de comercialización es un sueño muy lejos de convertirse en realidad. Uno de ellos, Domingo Montenegro, intenta mirar el panorama con optimismo pero es difícil: cada 15-30 días bota quintales de rubros perecederos (lechuga, cebolla erc).
Al finalizar el mes pasado, la pérdida fue de 5 quintales de zanahoria. Una cifra que supera los 150 dólares que sabe no recuperará.
Busque mañana la siguiente entrega: Arroz nacional se desvanece a cuentagotas.