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Del Darién al Pacífico: la travesía de Vasco Nuñez de Balboa que marcó a Panamá


- 21/09/2025 00:00
El 25 de septiembre de 1513, en medio de la densa selva del istmo panameño, Vasco Núñez de Balboa protagonizó uno de los episodios más trascendentes de la historia continental: el descubrimiento del océano Pacífico para los europeos, al que llamó ‘Mar del Sur’.
Este hecho, considerado por muchos como el acontecimiento más significativo después del descubrimiento de América, selló a Panamá como punto estratégico en el mapa mundial y transformó la historia de la conquista española, destaca ‘Balboa llega al Océano Pacífico’ (Balboa Reaches the Pacific Ocean) de Gerhard Petersmann.
La expedición de Núñez de Balboa había partido semanas antes desde Santa María la Antigua del Darién, la primera ciudad fundada en tierra firme del continente. Con un grupo reducido de hombres y el apoyo de comunidades indígenas aliadas, el explorador buscaba confirmar los relatos que hablaban de un mar inmenso al otro lado del istmo.
La travesía no fue fácil. El grupo debió internarse en terrenos abruptos, abrirse paso entre montañas, ríos y espesas selvas tropicales.
El 25 de septiembre, Balboa decidió adelantarse al resto de sus hombres. Con un esfuerzo solitario y decidido, alcanzó la cima de la cordillera del río Chucunaque.
Allí, antes del mediodía, ante un horizonte despejado, contempló por primera vez la inmensidad del nuevo mar. La visión confirmó lo que hasta entonces solo eran rumores y marcó el inicio de un capítulo trascendental en la historia global.
Días después, la expedición descendió hacia las playas del golfo que hoy conocemos como San Miguel, en el litoral pacífico panameño.
Según relatan las crónicas, Balboa se adentró en el mar con un gesto cargado de simbolismo: con la espada en una mano y un estandarte de la Virgen María en la otra, entró en las aguas hasta las rodillas y, en nombre de los Reyes Católicos de Castilla, tomó posesión solemne del Mar del Sur y de todas las tierras que en él desembocaran, señala ‘El descubrimiento del Pacífico por Balboa’ del biógrafo Manuel José Quintana, en el libro Vidas de Españoles célebres, publicado en 1807.
Este acto fue más que una ceremonia protocolaria. Representó la extensión del dominio español a territorios aún desconocidos, sellando la ambición imperial de abrir nuevas rutas de comercio y conquistar nuevas riquezas.
El 29 de septiembre, día de San Miguel Arcángel, Balboa decidió bautizar con ese nombre al golfo donde la expedición había llegado. Al océano lo llamó “Mar del Sur”, debido a que había accedido a él caminando hacia el sur desde las montañas del istmo. Con el tiempo, ese mar recibiría el nombre con que lo conocemos hoy: océano Pacífico, tras la denominación posterior de Fernando de Magallanes.
El descubrimiento no solo confirmó la existencia de un océano inmenso al otro lado del continente, sino que abrió el camino para las grandes expediciones marítimas que conectarían Europa con Asia a través de América.
Para Panamá, el hecho es recordado como el capítulo más importante de la conquista, después del descubrimiento de América por Cristóbal Colón en 1492.
La visión del Mar del Sur situó al istmo como el punto de unión entre dos océanos, una condición geográfica que siglos después justificaría la construcción del Canal de Panamá y consolidaría al país como un centro estratégico para el comercio mundial.
En el plano histórico, el descubrimiento del Pacífico amplió la visión europea sobre el planeta. Hasta ese momento, los mapas del mundo eran incompletos.
El hallazgo de Balboa no solo mostró la existencia de un nuevo océano, sino que planteó la posibilidad de rutas comerciales hacia las lejanas y codiciadas tierras de Asia, llenas de especias, sedas y tesoros.
Más de cinco siglos después, el gesto de Balboa continúa siendo un símbolo de la identidad panameña.
Su figura, aunque envuelta en las contradicciones propias de la conquista, representa el coraje y la visión de quien logró conectar dos mundos a través del istmo.
Monumentos, plazas y avenidas en Panamá y en otros países de América llevan su nombre, como recordatorio de aquella hazaña que cambió el rumbo de la historia.
El descubrimiento del Mar del Sur no fue un hecho aislado, sino el inicio de un proceso que transformaría la geografía política y económica del continente.
Las expediciones posteriores, las colonias que se establecieron en la costa del Pacífico y la consolidación de rutas marítimas globales se originaron en ese momento de septiembre de 1513, cuando un hombre divisó un horizonte desconocido y se atrevió a reclamarlo en nombre de su reino.
Así como lo explica ‘Panamá, de Balboa a Bolívar: una construcción nacional entre hispanismo y panamericanismo’ de David Marcilhacy, la historia de Panamá no puede entenderse sin el recuerdo de Núñez de Balboa y su encuentro con el océano Pacífico.
El 25 de septiembre de 1513, en las montañas del Darién, se selló el destino del istmo como el puente natural entre dos mares y como un territorio clave para la interconexión de civilizaciones.
Aquella primera mirada al Mar del Sur fue más que un descubrimiento: fue el inicio de una nueva era en la historia universal.