Un concierto, dos estrenos

Actualizado
  • 27/01/2019 01:00
Creado
  • 27/01/2019 01:00
El cellista francés Sébastien Hurtaud, acompañado por la Orquesta Funsincopa, ejecutó las obras especialmente escritas para él ‘La alborada de la esperanza' y ‘Ya amaneció'; esta última, inspirada en un tambor norte

A pocos minutos para que den las nueve de la noche, el auditorio del Museo del Canal Interoceánico, en el barrio de San Felipe, rebosa de público. Es una hora poco usual para ofrecer un concierto, pero se trata de una situación especial. Las actividades centrales de la JMJ se extienden hasta primeras horas de la noche.

La Embajada de Francia en Panamá, la Conferencia Episcopal de Francia, la Fundación Sinfonía Concertante de Panamá (Funsincopa) y el Museo del Canal ofrecieron como parte de las actividades de la Jornada Mundial de la Juventud 2019 el concierto ‘La alborada de la esperanza', con el violoncelista francés Sébastien Hurtaud acompañado por un ensemble de cuerdas de la Funsincopa, dirigida por el maestro Víctor Mata.

‘El cellista solista es amigo personal del maestro Isaac Casal, director fundador de Fusincopa. Él invitó al maestro Hurtaud para el Festival Alfredo Saint Malo del año pasado y quedó impresionado con Panamá, le gustó mucho', dice el maestro Mata. ‘La Embajada de Francia se acercó a proponer un concierto de música de cámara para la JMJ y les pareció que el solista ideal sería Sebastián y se organizó este concierto', detalla.

Aunque tanto los chicos de la fundación como los profesores están de vacaciones, se establecieron los ensayos necesarios para tener preparado el repertorio, muy variado, que incluyó un Benedictus de Karl Jenkins, el Concierto en Re mayor de Luigi Boccherini y Souvenir de Spa de Adrien-Francois Servais. Adicional, dos estrenos: ‘La alborada de la esperanza', del mexicano José Elizondo, y ‘Ya amaneció', de Grégoire Igert, secretario del embajador de Francia en Panamá, inspirado en el tambor norte del mismo nombre. Ambas piezas fueron escritas especialmente para Hurtaud.

‘Tuvimos ensayos previos para el montaje, pero con el maestro Hurtaud tuvimos solo cuatro ensayos. El montaje fue corto y muy intenso porque el maestro tiene un nivel muy alto, así es que cada ensayo fue un aprendizaje, cada ensayo era una clase magistral que él nos estaba dictando', comentó Mata.

‘Yo quería escribir una obra para este concierto porque conocí a Sébastien en el Festival Saint Malo, descubrí su sonido, me pareció muy hermoso', dice Grégoire Igert. Más adelante, en una reunión en París, Igert le propuso escribir una obra para este concierto, a lo que Hurtaud aceptó gustoso.

Igert quería hacer una pieza con raíces panameñas, estuve buscando, y Tatiana Ríos, vocalista de Afrodisíaco, le sugirió, entre varias piezas, un tambor norte de Azuero denominado ‘Ya amaneció'.

‘Estábamos cenando y ella cantó esas notas ‘Ya amaneció, ya quiso Dios, moreno… ay ya se ve la luz del día moreno...' me llamó mucho la atención, luego la busqué en Youtube y me gustó mucho', recuerda Igert.

La expresión de la voz, la percusión y la repetición de la melodía fueron elementos que llamaron la atención a Igert. ‘Es una melodía muy sencilla, pero muy abierta y permite hacer muchas cosas. Abre muchas posibilidades armónica, rítmicamente, el hecho de que nunca concluye te lleva a varios acordes a los que se les puede hacer muchas modificaciones', asegura el compositor.

Quería transmitir el sabor panameño, el ritmo y encontrar lugares armónicos en esa melodía simple. En el piano planteó algunos acordes de notas largas ‘que avanzaban y luego retrocedían y luego seguían avanzando. Me pareció un movimiento intenso, amoroso, algo que me recordaba la luz del final del atardecer en Panamá. Quise seguir esta onda, bajé la intensidad a la parte rítmica, hice algo más fluido, lleno de luz y también como un abrazo amoroso', describe Igert. Luego, envió la partitura a Hurtaud para, a través de Skype, discutirla.

‘Él había mirado la partitura con detalle, había hecho anotaciones en los compases donde había algún problema. Hizo tres tipos de comentarios; los primeros era lo que se podía hacer o no, con el instrumento. Los segundos, eran cuestiones de tesitura y por último, sobre el propio arreglo de la obra. Había concentrado la obra en el violocello solo, y él quería interactuar más con la orquesta. Me pidió modificar la segunda parte en la que la orquesta sigue avanzando en estos acordes largos, él quería algo más rítmico, pero allí no cedí, porque esa no era la intención artística', explica Igert.

‘Descubrí con sorpresa la obra porque no conocía este tema panameño', comenta Hurtaud, quien conocía trabajos del compositor. ‘Finalmente logré captar la prosodia del texto, su ritmo, e interpretar lo mejor posible este tema. Adoré interpretarlo', asegura el cellista, pues genera una gran diferencia sobre el repertorio clásico que suele interpretar en sus giras como solista. ‘Fue un privilegio poder salir del camino en el que suelo estar. Esta pieza es probablemente el inicio de una larga colaboración con Grégoire. Estoy muy agradecido con la Embajada de Francia y Brice Roquefeuil, que me invitó a tocar para esa JMJ con el apoyo del Instituto francés de América Central', agrega.

Sobre Igert, Hurtaud manifiesta que deseaba ‘descubrir' el folklore panameño e inscribirse ‘en la tradición de los compositores Ginastera, Bartók, Villa-Lobos, etc., quienes se inspiraron con ritmos y melodías populares. ‘Ya Amaneció' es un ejemplo de esto', sostiene. ‘Grégoire Igert logró el desafío de encontrar un equilibrio y mantener el tema panameño intacto, armonizándolo a manera de manera jazz y respetando el equilibrio solista', declara.

‘La alborada de la esperanza' fue el segundo tema estrenado. La pieza, una creación de José Elizondo, de origen mexicano y basado en Boston desde hace veinte años. Tuvo como punto de partida la separación de los niños de sus padres migrantes, ocurrida en Estados Unidos hace algunos meses. ‘José estuvo muy afectado con esta situación e hizo la composición para expresar la ruptura y luego la esperanza que vuelve', menciona Hurtaud.

Para el instrumentista, el trabajo con los jóvenes de Funsincopa fue muy positivo. ‘Gracias a la Alianza Francesa que nos abrió sus puertas cada mañana para ensayar, logramos trabajar en un espíritu de equipo para rendir homenaje de la mejor forma a los compositores. Con el director de orquesta, Víctor Mata, hemos insistido especialmente en la frase de las líneas musicales, el estilo de cada tema y la unidad sonora del grupo. Espero de todo corazón haber podido transmitir mi experiencia de solista y concertista. Todos los músicos están muy a la escucha y extremadamente respetuosos del maestro de orquesta… ¡quizá demasiado! Necesitan tomar más confianza en ellos mismos y en sus talentos. Esta confianza les permitirá progresar aún más', detalla.

En tanto, para el director la experiencia fue muy aleccionadora para los jóvenes músicos. No hubo mayores dificultades en el montaje de las piezas estrenadas, especialmente la de Igert porque él estuvo presente en los ensayos. ‘Para nosotros los músicos es una gran oportunidad, una bendición poder trabajar con el compositor. Él es realmente quien conoce profundamente la pieza y nada más placentero ver una nota musical escrita y en el momento de una duda, preguntarle qué querías expresar aquí, qué querías transmitir y que el mismo compositor lo diga. Igual con la pieza de Elizondo, vivimos en una época maravillosa en que la tecnología nos permite hacer cosas que antes era imposible, nos comunicamos por Facebook, por teléfono y hablamos varias veces sobre su pieza y, de allí, sobre la interpretación', destaca.

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